Francia Márquez, la vicepresidenta electa de Colombia es una mujer negra, pobre, madre soltera de dos hijos, que escaló cada peldaño de su vida a hierro y fuego. Desde que nació en el violento departamento Cauca estuvo marcada por la miseria de la familia de líderes sociales que le enseñaron a defender lo propio, las tierras ancestrales. Hoy, con 40 años, titulada en abogacía, premiada por entidades internacionales, es considerada un fenómeno político, que con el lenguaje del colombiano de a pie, invitó a todos ¨a vivir sabroso¨, es decir, sin hambre, sin miedo, con esperanza, en esta nueva etapa que comenzará el próximo día 7 cuando cambien los mandos del país suramericano..
Por primera vez en la historia de la política colombiana, un presidente y su vice izquierdista - Gustavo Petro y Francia- llegan a la Casa de Nariño para implantar políticas por la vida, en un contexto donde lograron en pocos días la conciliación de las fuerzas políticas de la nación, amigas y opositoras. Una tarea que la pareja presidencial emprendió horas después de ser declarada ganadora el pasado 29 de junio en un contexto de violencia sistémica generada por el régimen de Estados Unidos (EE.UU.) el narcotráfico, los grupos paramilitares, las guerrillas y las trasnacionales.
Ella fue designada por Petro para una corta pero importantísima gira por cuatro países de Suramérica. La pasada semana viajó a Brasil, Argentina, Chile y Bolivia donde se entrevistó con presidentes e importantes figuras. Se entrevistó con el candidato presidencial de la izquierda brasileña Luiz Inacio Lula da Silva; también estuvo en la Casa Rosada de Argentina y habló con Alberto Fernández y con Cristina Fernández de Kirchner: en Chile la recibió el joven jefe de gobierno Gabriel Boric, y en Bolivia se presentó ante Luis Arce, su vice, David Choquehuanca y el ex mandatario Evo Morales.
Dos mujeres que hacen historia. La vicepresidenta electa de Colombia se entrevistó en Argentina con su par Cristina Fernández de Kirchner. (Tomada de Monitoreando).
Los asuntos tratados giraron en torno –dijo la prensa en Bogotá- de la nueva Colombia que piensa construir la alianza Pacto Histórico, muy diferente en el orden internacional a la que dejó el ultraderechista Iván Duque, y en la integración regional, la base del crecimiento conjunto de Latinoamérica y El Caribe y del enfrentamiento al capitalismo neoliberal con que EE.UU. pretende, adueñarse del Sur. Márquez fue recibida como la mensajera de un gobierno que se propone unirse al progresismo de América Latina y ser la amiga solidaria con la que podrán contar si fuera necesario. Resultó una excelente interlocutora que supo entenderse con sus anfitriones, ya que hablan el mismo lenguaje político.
La vicepresidenta electa es reconocida por su pueblo como una valiente lideresa ambiental y activista social, capaz de luchar en las calles por sus ideas, formada en una región violenta, plagada de bandas mafiosas.
Esta joven mujer que desde los 15 años se adentró en la lucha en defensa de los derechos de campesinos e indígenas, negros y mestizos, dio un salto a la escena nacional en 2014. Desde Cauca promovió y lideró la llamada ¨Marcha de los turbantes¨, una caminata de más de 600 kilómetros hasta Bogotá, la capital, protagonizada por 80 mujeres negras y un alto número de residentes en la Colombia profunda. El lema de aquella caravana fue ¨El territorio es la vida, y la vida no se vende, se ama y defiende¨.
En una nación como Colombia, dominada hasta ahora por la corrupción política y la embajada estadounidense, la irrupción en el ministerio del Interior del grupo resultó una sorpresa. Atravesaron las puertas y se declararon en asamblea permanente. Triunfaron porque el gobierno entendió que la gente del Cauca y en especial Márquez no se atemorizarían al acusarlos de atentado contra la seguridad nacional.
La lideresa social se anotó una resonante victoria contra el sistema. Sus reclamos fueron escuchados y el régimen de turno paralizó la operación que alteraría las tierras ancestrales, reconociendo, además, a 27 Consejos Comunitarios del Norte del Cauca como sujetos de reparación.
Ella creció entre dos ríos, el Cauca y el Oveja, en el suroccidente colombiano. Esas aguas partidas fueron el kilómetro cero de su lucha, porque en su entorno las comunidades ancestrales de la región hacían su vida como agricultores, y mineros en la época de verano.
Aunque sus padres también fueron dirigentes comunitarios, la joven que tuvo a su primer hijo a los 16 años y trabajó como empleada doméstica, desde 1986 se tornó, junto a otros líderes de Suárez, en la cara visible de la lucha en el Cauca contra la minería inconstitucional, la venta de tierras ocupadas por sus propietarios originarios a compañías extranjeras, sin consultas previas a los habitantes locales y sin importarles el impacto de la minería al medio ambiente.
Su activismo social era continuo. En 2009, cuando inició su carrera de derecho en la Universidad de Santiago de Cali, la comunidad donde residía iba a ser desplazada por una compañía minera. Entonces impulsó una acción judicial ante la Corte Constitucional, que un año después suspendió los títulos a las empresas explotadoras. Una victoria judicial pequeña, pero que la impulsó a seguir sus estudios.
Solo pudo graduarse diez años después. Sus recursos económicos eran mínimos. Trabajaba en la minería por las mañanas y estudiaba en las tardes.
SIEMPRE EN LA LUCHA
La burguesía colombiana, ni en su peor pesadilla, pensó que una mujer como Francia Márquez llegaría a la vicepresidencia de la nación. Las élites masculinas siempre fueron la cara del gobierno de Colombia. Ahora eso cambió porque ¨los ¨nadie¨ -como califican ella y Petro a los pobres- ganaron en las urnas de manera intachable.
Petro es un experimentado político. Senador, ex alcalde de Bogotá, ex guerrillero del movimiento M-19, con una política definida de servicio público. Escogió a Francia para acompañarlo en la candidatura porque la lideresa fue la que, en las elecciones internas del Pacto Histórico para escoger a su candidato a las presidenciales, quedó en segundo lugar por el voto popular: más de 600 000 personas le entregaron su confianza.
El senador conoce su trayectoria política y personal, su sacrificio, y su valentía porque ni siquiera un atentado en su contra donde casi muere no la apartó de la lucha social. Márquez posee una claridad absoluta sobre cuál es su rol en el nuevo gobierno, porque, en realidad, es por lo que siempre ha luchado.
En su página web, define su vida: "Soy parte de un proceso, de una historia de lucha y resistencia que empezó con mis ancestros traídos en condición de esclavitud. Soy parte de la lucha contra el racismo estructural, soy parte de los que luchan por seguir pariendo la libertad y justicia. De quienes conservan la esperanza por un mejor vivir, de aquellas mujeres que usan el amor maternal para cuidar su territorio como espacio de vida, de quienes alzan la voz para parar la destrucción de los ríos, de los bosques, de los páramos".
Aunque de niña quiso ser cantante, actriz, bailarina... incluso antropóloga cultural, para adentrarse en las raíces africanas que impregnan el Cauca del que es originaria, pronto comprendió que tenía un compromiso con la tierra y con la vida de las comunidades marcadas por la violencia, al ser consideradas un obstáculo para el desarrollo de la región suroccidental.
Francia Márquez trazó su vida. Las lógicas de la lucha y la conciencia social y ambiental, después de muchos años de lucha en el Cauca, escribió en un mensaje en la red social Tuiter que deseaba convertirse en presidenta de Colombia. No lo fue. Pero su prestigio, inteligencia, y su deseo de que el hostigado pueblo colombiano viviera ¨sabroso¨, una expresión similar al ¨buen vivir¨ indígena boliviano, la tornó en la segunda figura más importante del nuevo gobierno izquierdista. Nunca ha temido a las continuas amenazas de muerte. En 2019, la lideresa, junto a otros miembros de la Asociación de Consejos Comunitarios del Norte del Cauca, fue atacada con granadas de fragmentación y armas de fuego, pero salió ilesa.
Esta mujer sencilla, que añora la libertad de los pueblos autóctonos, se convirtió en un portento político y social. Cientos de miles de personas la siguen en su lucha y su filosofía de vida ¨Ubuntu¨, doctrina africana basada en el amor, la solidaridad y la coexistencia social como medio para el cambio.
Márquez sabe que, a pesar del período de acercamiento con otras fuerzas políticas, la mayoría opositoras, su paso por Nariño no resultará fácil porque la discriminación racial y social en Colombia, -un país donde predomina el machismo- y razones ideológicas, le pondrán trabas a su gestión.
Pero tal posibilidad no la amedrenta. Para la doctora en filosofía y politóloga feminista Angélica Bernal, "Márquez es la figura política más importante de los últimos tiempos, ya que su presencia en la contienda electoral, sus discursos y su agenda permitieron mostrar con crudeza el racismo, el clasismo y el sexismo que caracteriza el ejercicio político en el país".
Su obra por la vida ha recibido varios reconocimientos. En 2015 fue galardonada como "Defensora del año" con el Premio Nacional a la defensa de los derechos humanos en Colombia. Su premio más importante data de 2018 cuando recibió el ¨Goldman Environmental¨ en EE.UU., otorgado a líderes sociales que defienden y preservan el medioambiente y los ecosistemas.
Un año después, el medio británico BBC la nombró como una de las 100 mujeres más influyentes del mundo, un destaque que también reconoció la Casa América Cataluña, en España, cuando la recompensó con el ¨Joan Alsina de Derechos Humanos¨, y su contribución a la paz en Colombia.
Fue invitada a La Habana para participar, en nombre de la comunidad afrodescendiente, en el proceso de paz entre el Estado colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), con el resultado de un incumplido Acuerdo de Paz que ahora retomará el nuevo gobierno.
Mucho se espera de la nueva vicepresidenta y su influencia en la política nacional y de la región. Su presencia junto a Petro en la asunción presidencial supone un quiebre respecto al estereotipo político tradicional.
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