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viernes, 15 de noviembre de 2024

El embrollo ucraniano

Realizadas las pretendidas elecciones parlamentarias, una amorfa derecha pretende seguir marcando el rumbo en Kiev...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 30/10/2014
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El eufemismo es notorio. Según la prensa occidental,  en los recientes comicios para elegir parlamento en Ucrania “venció” el rumbo “europeísta”.

A esa hora ninguno de los medios en cuestión rememoró que los organizadores de las elecciones no son más que los que derrumbaron meses atrás, mediante la violencia y los actos terroristas, al gobierno legítimamente constituido en esa ex república soviética, y que de esa jugarreta violenta y excluyente aupada por los intereses hegemonistas globales, surgieron la actual administración nacional que encabeza Piort Poroshenko, el legislativo vigente hasta hace muy poco, y este recién electo.

Porque lo que desde hace rato se está intentado en Ucrania es legitimar de todas formas el giro ocurrido a cuenta de la estrategia imperialista -y muy especial de los Estados Unidos- de cercar a Rusia y calentar su frontera oeste, en el entendido de que Washington no puede permitir el surgimiento de nuevas potencias internacionales, mucho menos si apuestan por un mundo multipolar. Y en ese propósito, un gobierno reaccionario en Kiev es una condición indispensable.

No obstante, las recientes elecciones parciales ucranianas han marcado al menos dos aspectos que no deben pasarse por alto por los analistas.

El primero se refiere a la carencia de un interés mayoritario entre la población con relación a los temas de legislación y gobierno, al menos a cuenta de las fuerzas políticas que decidieron ir a la contienda política.

En segundo lugar, la persistencia en la administración nacional de las tendencias de derecha vinculadas al acercamiento a Occidente y las tensiones con Rusia, marcados estos grupos por un claro fraccionamiento. 

De hecho, según se informó por algunas fuentes de prensa, apenas cincuenta por ciento de los posibles votantes fueron a las urnas, y en las conflictivas regiones del este y el sur del país, donde abundan los separatistas en armas, numerosos colegios ni siquiera abrieron sus puertas.

Y mientras los medios occidentales hablaban de “normalidad” y “democracia” pese al aplastante abstencionismo, el presidente Piort Poroshenko se inclinaba por “establecer alianzas” para impulsar a Ucrania por el camino de la dependencia con relación a Occidente.

Un llamado que es reflejo inequívoco de la realidad electoral, porque su grupo apenas sumó veintidós por ciento de los ya escasos votos, por debajo del que encabeza el primer ministro Víctor Yanukóvich, mientras que otras facciones, incluidas las neonazis y fascistas, tuvieron que conformarse con muchísimos menos. 

En consecuencia, habría que ver si en medio de semejante tajado espectro político de derecha, la gente ambiciosa y violenta que lo conforma coincidiría con los llamados de Poroshenko, que muy bien estaría arrimando brasas a su propia sardina al intentar liderar una coalición reaccionaria destinada a complacer las demandas externas de subordinación.

Pero domeñar bravatas y soberbias interna no es solo el reto de los derechistas. En el tintero quedan aún elementos claves como los acuerdos en materia de suministro de gas con Rusia, que involucran directamente a una Europa Occidental dependiente casi por entero de los envíos energéticos de Moscú a través del territorio ucraniano, y que ve acercase aceleradamente el invierno sin la certeza de contar con seguras importaciones.

Añádase además la prolongación del conflicto armado en el Este y el Sur ante una corriente separatista que no acepta condicionamientos que cercenen sus aspiraciones, junto a las recurrentes tensiones fronterizas con Rusia, un vecino que, si bien ha mostrado ecuanimidad y paciencia hasta hoy, conoce claramente cual es el sesgo agresivo que toca a Ucrania dentro de la política expansiva y absolutista de Washington, en especial frente a Moscú y Beijing.

En consecuencia, lo ocurrido en estos parcializados comicios no parece destinado a marcar rumbos diferentes en el comportamiento de Kiev. En todo caso es más de lo mismo, para decirlo en neto criollo.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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