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jueves, 7 de noviembre de 2024

Egipto: final anunciado

Las cercanas elecciones generales egipcias parecen confirmar el control de los militares sobre el país...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 09/05/2014
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Elecciones en Egipto, Al Sisi favorito
Es casi segura la victoria del ex ministro de defensa Abdel Fatah al Sisi.

En efecto, la casi segura victoria del ex ministro de defensa Abdel Fatah al Sisi en las elecciones presidenciales egipcias programadas para los cercanos 26 y 27 de mayo, aseguraría a los militares su absoluto control sobre los destinos nacionales.

Los comicios se caracterizarán por la presencia de solo dos aspirantes, el ya mencionado ex titular de las fuerzas armadas, y el nacionalista Hamdin Sabahi, tercero en la preferencia nacional en los comicios que llevaron al gobierno al depuesto mandatario Mohamed Mursi, representante de los ilegalizados Hermanos Musulmanes, a quienes se les acusa de prácticas terroristas.

Sin embargo, es evidente que el peso de las instituciones armadas en la vida nacional de Egipto inclina claramente la balanza a favor de la designación de Al Sisi, que renunció a su cargo gubernamental y ha “colgado el uniforme”, al decir de sus compañeros de armas, en un intento por proyectar una imagen civilista de quien hoy lleva las riendas del poder.

El ex militar fue figura central en el derrocamiento de Mursi en julio del pasado año, quien fue electo luego de la ruidosa salida del gobierno del presidente Hosni Mubarak, a cuenta de su elevada impopularidad tras varios decenios al frente de la jefatura del Estado.

Mubarak está acusado de corrupción y crímenes políticos, y su sucesor, el islamista Mohamed Mursi, corrió una suerte similar y hoy permanece retenido por orden militar y judicial.

Lo cierto es que, según observadores de diferente tinte, de resultar electo Al Sisi en las cercanas elecciones, el ejército confirmaría su decisivo peso en la realidad egipcia, que se concreta además con una incidencia política y económica de enorme trascendencia.

De hecho, desde los cuarteles se estableció la titulada Hoja de ruta que, luego de la deposición de Mursi, trazó la aprobación de una nueva Carta Magna y la convocatoria a las elecciones de este mayo.

Pero, además, los cuerpos armados nacionales constituyen un verdadero emporio financiero, al que se le atribuyen cuentas secretas que representan entre el cinco y el treinta y cinco por ciento del Producto Interno Bruto, PIB.

A las fuerzas armadas pertenecen empresas de agua embotellada, gasolineras, complejos turísticos, y otros muchos negocios sobre los cuales se prohíbe todo escrutinio público, según fuentes internas egipcias.

La propia prensa occidental afirma que “entre septiembre y diciembre, tan solo en el ámbito de las infraestructuras, se les adjudicaron a los militares seis contratos valorados en 1 200 millones de euros. Hace poco también se anunció la construcción de un millón de nuevas viviendas sociales en Egipto con la participación del Ejército y gracias a la ayuda económica de Emiratos Árabes Unidos, un firme aliado del nuevo régimen. Y esto podría ser solo la punta del iceberg, ya que en noviembre el hoy presidente interino, Adli Mansur, aprobó un decreto que facilita otorgar contratos a dedo, sin concurso público”.

En el terreno político también se atribuye una fuerte presencia a los uniformados, con la designación de ex militares a numerosos cargos públicos, incluidos los de gobernadores regionales.

Al Sisi, mientras tanto, ha advertido que bajo su mandato seguirá la campaña contra los Hermanos Musulmanes, agrupación que, al decir de medios de prensa extranjeros, “ha visto como sus seguidores han sido reprimidos en actos de protestas, mientras toda su cúpula era encarcelada y juzgada bajo graves cargos. De hecho, su Guía Supremo, Mohamed Badie, fue condenado a la pena de muerte junto con más de 600 personas en un juicio masivo celebrado recientemente en la provincia de Minia”.

El candidato castrense se pronunció, además, por mantener la vigencia de la titulada ley de manifestaciones, que brinda al Ministerio del Interior la potestad de prohibir marchas y mítines a la vez que imponer penas de cárcel a los opositores. Una disposición, dicho sea de paso, que el otro aspirante a la presidencia, Hamdin Sabahi, se ha comprometido a derogar de resultar electo en los cercanos comicios.

Mientras, analistas recuerdan los importantes lazos de cooperación existentes entre las fuerzas armadas egipcias y Washington, al punto de que ese cuerpo está entre los mayores beneficiarios de la ayuda castrense que dispensa el Pentágono al exterior.

Las propias fuentes explican que tales lazos han asegurado por un largo tiempo un clima de convivencia entre El Cairo y Tel Aviv, beneficioso para la seguridad y estabilidad del régimen sionista, el privilegiado gendarme norteamericano en el Oriente Medio.

Por otra parte, el enfrentamiento a los Hermanos Musulmanes se considera no solo la postración de un grupo que desde la década del veinte del pasado siglo postula acciones violentas contra los nacionalistas árabes, sino que además proclama la Yihad como un deber contra todos los pretendidos enemigos del radicalismo religioso, y es sabido que en ese terreno Washington y sus aliados estimulan un doble juego, donde combinan alianzas oportunistas o agresividad desmedida según soplen sus intereses hegemonistas.

En consecuencia, y por lo pronto, la tendencia en los criterios sobre los comicios egipcios sigue confirmando el triunfo de Abdel Fatah al Sisi, y el hecho de que los mandos militares permanecerán como columna vertebral en la vida política y económica del viejo imperio de los Faraones.

 


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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