EE.UU.: Pujas y pozos

Lo temido sucedió. En consecuencia, buena parte de los norteamericanos esperan ahora con incertidumbre lo que les depara el destino luego que demócratas y republicanos no llegaron a acuerdo a alguno para evitar un recorte de 85 mil millones de dólares en las partidas presupuestarias hasta el 30 de septiembre próximo.

No hubo consenso entre ambos contendientes en el Congreso, empeñados en “dar respuestas a sus bases”, según aducen analistas que derivan los careos hacia el intento de ambas agrupaciones de no afectar sus tradicionales caudales de votantes.

Así, los republicanos no admiten la idea de elevar los impuestos a las grandes fortunas como medio de recaudar fondos sin disminución de los gastos públicos, mientras que los demócratas insisten en lo contrario para evitar mayores afectaciones a los segmentos de clase media y baja.

Al final, y sin solución la controversia, los distintos departamentos del gobierno se aprestan a implantar las susodichas menguas, que representarán una reducción del ocho por ciento de los gastos  anuales en defensa y del cinco en el resto del presupuesto.

Por lo pronto, y a tono con las consideraciones de diferentes dependencias federales, las consecuencias de los recortes harán estragos en las ya agravadas cifras de desempleo con la afectación a unos setecientos mil de puestos de trabajo, junto a disminuciones en el transporte, la educación, las inspecciones sanitarias, y varias prestaciones sociales.

El propio presidente Barack Obama admitió ante tamaño fracaso que los descuentos presupuestarios tendrán un efecto acumulativo al estilo de una gran "bola de nieve" que rueda al abismo.

Añadió que “si bien las consecuencias no se sentirán en las primeras semanas en aquellas empresas no ligadas al Departamento de Defensa", al final todo este proceso será un duro golpe a la economía”

De hecho, precisó Obama, tanto el sector privado  como el público estiman que los Estados Unidos puede perder hasta 0,6 puntos de crecimiento  económico en el futuro inmediato.

Así, y a tono con lo acontecido, el Fondo Monetario Internacional, FMI, ya anunció que revisará a la baja la previsión de crecimiento para la economía norteamericana en el presente año, desde 2 por ciento, a 1,5 por ciento.

La decisión fondo monetarista es consecuente con las cifras de crecimiento de los Estados Unidos en el cuarto trimestre de 2012, que resultó casi nulo. En ese período el Producto Interno Bruto nacional avanzó apenas 0,1 por ciento, muy por debajo de las previsiones de los analistas. 

Como fatal complemento, un sondeo de la empresa Gallup reveló que más de la mitad de los estadounidenses estima que los recortes presupuestarios agravarán la situación económica del país.

En tanto, un 45 por ciento no cree que su situación financiera personal se verá afectada por las medidas, mientras que un 44 por ciento asegura que sí enfrentará problemas en su economía doméstica.

No obstante, sectores republicanos y demócratas intentan restar importancia a lo sucedido con el subterfugio de que,  a fin de cuentas, el golpe no ha sido tan severo.

Ello hace pensar que de inmediato, y hasta en el mediano plazo, no habrá consenso congresional en un asunto que, de no manejarse sin apasionamientos ni oportunismos políticos, no augura nada bueno para la ya carcomida y tambaleante primera economía capitalista.