Lo que parecía imposible hace unos meses sucedió: el nuevo presidente de Costa Rica es el economista derechista Rodrigo Cháves, quien con lenguaje populista trata de disfrazar sus ideas neoliberales y librarse de varias acusaciones previas en su contra, entre ellas uso indebido de un fideicomiso y acoso sexual cuando ocupaba un alto cargo en el Banco Mundial (BM).
Cháves, 60 años, fue, con esos antecedentes, la gran sorpresa de los comicios que culminaron con el balotaje del pasado domingo, cuando con el 53% de los votos le ganó la partida al exmandatario José María Figueres, 47%, quien anotó una nueva derrota al histórico Partido de Liberación Nacional, cuya matriz política se hará sentir ahora en el Congreso Nacional.
Voces de distintas tendencias ideológicas coinciden en que los costarricenses, ya en la segunda vuelta, tenían que escoger entre dos candidatos igualmente identificados con el neoliberalismo, con atractivas posiciones populistas, pero sin que ninguno tuviera un programa de gobierno que avizore una mejoría en el país donde hay un 20% de la población viviendo en pobreza. Decisión dificil y cuyo resultado fue el 42% de abstencionismo en una masa de votantes de mas de 3 500 000 ciudadanos.
Analistas coinciden en que, ante un lenguaje con promesas que quizás queden en el aire pues carecen de un plan de cambios, muchos votantes se inclinaron por Chaves porque posee prestigio internacional como economista y porque habló justamente lo que la población precisaba escuchar luego de sobrevivir en una crisis económica agudizada por la presencia de la pandemia de la COVID-19.
Para muchos que le dieron su voto, con sus conocimientos académicos, sacará a los ticos de la grave crisis económica nacional, saldrá de las deudas con el Fondo Monetario Internacional (FMI), transforme la notable desigualdad social y mejore la calidad de vida de una población de poco mas de 5 000 000 de personas.
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Lo que quizás llamó también la atención de quienes decidieron darle su voto al derechista neoliberal es que es casi un desconocido procedente de un partido joven, el Progreso Social Democrático (PPSD), fundado en 2018 y que en solo cuatro años logró llevar un aspirante a la primera magistratura. Su campaña electoral estuvo dirigida a transmitir un hálito de esperanza a una nación considerada antes ejemplo de la democracia representativa en América Latina, que carece de Ejército, y que durante la mayor parte de su historia contemporánea carecía de problemas comunes a otros pueblos de la región.
CHAVES EN LA CUERDA FLOJA
Chaves es prácticamente un desconocido en la vida política de Costa Rica ya que la mayoría de su carrera como economista transcurrió en el extranjero. Posee un doctorado en Economía en la Universidad de Ohio en Estados Unidos y recibió una beca de la Universidad de Harvard para estudiar temas de la pobreza en Asia.
Sin embargo, como pueblo chiquito es infierno grande, hasta San José, la bellísima capital tica llegaron las noticias sobre sus polémicas en su paso de diez años por el Banco Mundial, cuando dos de sus colegas lo acusaron de acoso sexual y fue dimitido de su cargo.
Existen los documentos probatorios de las denuncias y de su baja como personal de la institución financiera, un momento oportuno para retornar a su país natal y de inmediato, y solo por seis meses, unirse al gabinete del saliente presidente Carlos Alvarado. Su renuncia se debió, dijo, a discrepancias con el jefe de gobierno sobre cómo manejar la economía interna.
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Ante la andanada de críticas de la prensa tica, Cháves niega cualquier situación anómala ocurrida con sus colegas entre 2008 y 2013, y considera que se trató de bromas suyas que eran mal interpretadas por diferencias culturales. No obstante, el ente financiero lo despidió al entender que sobrepasó los límites de las relaciones entre empleados.
Sus electores no tuvieron en cuenta sus presuntas andanzas mujeriegas, pues consideran que su experiencia como economista hará que saque al país de su crisis económica, pero habría que esperar por el precio a pagar.
Sin un gabinete formado todavía, el presidente electo tiene otro asunto pendiente con la ciudadanía, en especial la que desconfía de su futuro rol los próximos cuatro años.
Otra de las denuncias sobre su moral es el uso de un fideicomiso por 135 000 dólares otorgado por la sociedad fiduciaria ATA Trust Company S.A., que supuestamente fueron usados en su campaña electoral.
Para desmentir la acusación, Arnaldo André Tinoco, representante de la ATA, explicó que el fideicomiso existió antes de que comenzaran las maniobras partidistas y el dinero gastado estuvo referido a ¨la imagen¨ del entonces candidato.
André aclaró que el fideicomiso ¨Costa Rica Próspera¨ se constituyó como un contrato el 25 de febrero de 2021 “en un grupo de estudio, pensamiento y acción para analizar la realidad nacional” y se cerró el 18 de setiembre de ese año, un día antes de que Chaves fuera postulado por el PPSD.
Según el abogado, expresidente de la Cámara local de Comercio, un mes después se devolvió a los donantes los recursos remanentes que quedaron en el fideicomiso, pues, afirmó para defenderse, ¨hay que diferenciar la contribución a un partido político al realizado a una persona física¨.
El semanario tico Universidad informó que mediante cuentas de la supuesta contribución se pagaron gasolina, giras, publicidad, alquileres y otros gastos relacionados con la campaña electoral, de acuerdo con transacciones bancarias registradas en cuentas entregados por el Banco Nacional al Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) y a las que ese semanario tuvo acceso a principios del pasado mes.
El Código Electoral prohíbe la creación de estructuras de financiamiento paralelas, en las que se costean actividades políticas del partido sin la supervisión de la estructura reconocida por el Tribunal y fuera de las cuentas oficiales. También se prohíbe a las organizaciones políticas recibir donaciones de sociedades anónimas, como las que registró la transferencia.
TENSA SITUACIÓN ECONÓMICA
Ahora, el nuevo presidente tiene que poner en práctica sus promesas electorales de construir una mejor Costa Rica, con la solución de sus problemas económicos, en primer lugar –sin planes aun definidos- en el que sobresale el pago de sus compromisos con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y sus políticas de ajustes, rechazadas en grandes manifestaciones públicas durante el gobierno de Alvarado.
El presidente electo parte con dos retos inmediatos: estabilizar la economía tras la pandemia y conseguir una mayoría estable en la Asamblea Legislativa, elegida en febrero. Cháves cuenta en principio con solo nueve diputados frente a los 29 de los dos partidos tradicionales, 18 diputados liberacionistas y nueve del Partido de Unidad Social Cristiana (PUSC).
También deberá tender puentes con el Partido Liberal Progresista y el Frente Amplio, con seis diputados cada uno, así como los evangélicos del Partido Nueva República, con siete escaños.
Contar con el apoyo legislativo es fundamental si quiere adoptar las medidas urgentes que ya esbozó y la primera sería, según especialistas, tomar acciones para controlar los niveles de precios, principalmente el de los combustibles, además de estabilizar el comportamiento del tipo de cambio e impulsar una mayor inyección de financiamiento al sector productivo.
Costa Rica tiene que saldar su deuda con el FMI. Ese organismo reactivó al cerrar marzo un programa crediticio acordado hace un año con Alvarado, al aprobar un segundo desembolso de 284 000 de dólares y concederle más tiempo para aplicar las reformas en pauta.
Ese dinero es parte de los 1 778 000 de dólares acordados el 1 de marzo de 2021 a 36 meses bajo la modalidad de facilidades extendidas (SAF), tras el compromiso de San José de realizar ajustes para reducir el déficit de sus finanzas públicas. La deuda pública del país, de mas de de 42 000 436 millones de dólares, superó el 70% del Producto Interno Bruto.
Para el nuevo mandatario, los desembolsos periódicos del FMI, "para efectos del presupuesto nacional (...) no nos van a arreglar el problema, son una gota de agua en un incendio".
Para el desembolso, el FMI exigió la aprobación de una ley de empleo público, que reajusta pensiones y equipara salarios, con el fin de recortar el gasto. Chaves dijo que espera "tener la posibilidad de cambiarla", ya sea con una reforma o una reglamentación.
Por su formación académica y su defensa del neoliberalismo, organizaciones sociales y políticas ticas temen que el panorama económico, ya complejo, pueda empeorar en los próximos meses.
El pasado lunes, en su primer encuentro con la prensa tras el sufragio, el presidente electo expuso su intención de aplicar reformas del Estado por la vía del referendo de ser necesario. Entre otros asuntos, habló de un paquete de decretos ejecutivos para abaratar servicios y bienes básicos.
Aunque ha sido cauto respecto a la política exterior de su gobierno, anunció que pronto normalizará sus relaciones diplomáticas con Nicaragua, a nivel de embajadores, quebradas por el saliente Alvarado, pero sin dar otras pistas.
Problemas de diverso tipo no les faltarán al nuevo mandatario y su Ejecutivo. Varitas mágicas no tienen para cambiar el escenario de una nación agobiada por la presencia de la COVID-19 y sus estragos en distintos sectores de la sociedad, como el desempleo, cuya tasa era del 13,1% en marzo último.
Lo que queda claro es que no habrá –al menos es lo que se espera- notables transformaciones en Costa Rica durante el incipiente un nuevo período presidencial que comenzará el próximo 8 de mayo y en el que prevalecerán las ideas retrógradas capitalistas.
Solo el tiempo dirá los próximos movimientos de Cháves y si será capaz de mejorar la calidad de vida de sus coterráneos –como prometió- sin lacerar los intereses de la oligarquía para la que siempre trabajo. Algo muy, muy difícil.
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