Las reiteradas denuncias de que los Estados Unidos, Israel y sus socios regionales de corte reaccionario siguen adelante con sus planes de desestabilizar a Siria y al resto del Oriente Medio tienen una evidente confirmación al cierre de la administración trumpista.
En efecto, a solo cinco días de la inauguración del gobierno de Joe Biden, fuentes militares rusas y sirias informaron del masivo traslado de terroristas armados pertenecientes al Estado Islámico, EI, desde pretendidas “cárceles” norteamericanas en la provincia siria de Al Hasaka , hacia la frontera con Iraq.
Según se dijo, una flotilla de helicópteros gringos toma parte en esta operación con el propósito de rearmar a los extremistas presuntamente “detenidos” para infiltrarlos en suelo sirio e iraquí e intentar prolongar la guerra injerencista.
Expertos de la inteligencia rusa y siria precisaron que “en el último trimestre del año pasado decenas de terroristas prisioneros de los norteamericanos en las ciudades de Al-Shadadi y Al-Hasaka fueron reclutados para lanzar ataques contra las tropas de Damasco en el desierto de Al-Badia”.
Por demás, analistas recuerdan que desde mediados del pasado año fue denunciada esta práctica de las tropas norteamericanas ilegalmente desplegadas en Siria (y dedicadas además al robo del petróleo local por orden expresa del saliente jefe de la Casa Blanca), lo que indica la perpetuación del uso oportunista por los Estados Unidos del terrorismo islámico en sus desmanes hegemonistas en Asia Central y Oriente Medio.
Un desempeño donde el sionismo israelí juega también un intenso y directo papel, no solo en el entrenamiento y avituallamiento del EI, sino incluso en la hospitalización en Israel de numerosos fanáticos heridos en combate, y en la ejecución de incursiones militares agresivas contra Siria destinadas a favorecer las acciones terroristas.
En torno a estos dislates, tanto Damasco como sus aliados rusos, iraníes y del Hizbolá libanés, han reiterado que la lucha no concluirá en Siria hasta tanto no hayan sido eliminados los grupos violentos, y expulsados los efectivos de los Estados Unidos y Turquía que hoy ocupan ilegalmente espacios dentro del territorio nacional.
En ese sentido, se informó que Moscú inició en estos días el incremento de fuerzas y armamentos en el norte y oriente de Siria, ante las acciones agresivas impulsadas por los Estados Unidos y la inestabilidad que se deriva de los enfrentamientos entre tropas turcas e integrantes de las milicias kurdo-árabe de las tituladas Fuerzas Democráticas Sirias, armadas, entrenadas y sostenidas por Washington.
El despliegue ruso incluye contingentes de tierra y de sus Fuerzas Aeroespaciales. Estas últimas suman aviación de combate y trasporte, y grupos de drones para diferentes usos en las áreas de conflicto.
Los despachos de prensa relativos a tales movimientos militares rusos precisan que, desde fines del pasado diciembre, el Kremlin anunció oficialmente el despliegue de unidades militares adicionales.
Así la zona norteña de Ain Isa es patrullada regularmente por aviones, helicópteros y aeronaves no tripuladas de Rusia, en alerta ante los choques entre los grupos armados respaldados por Turquía y la milicia kurdo-árabe apoyada por Washington, y los golpes que intenta un Estado Islámico en restructuración con el socorro de la Casa Blanca.
Moscú ha demostrado con creces que Damasco y sus restantes aliados pueden contar con el importante respaldo militar ruso para completar la liberación de todo el territorio sirio, descoyuntar a los grupos terroristas, expulsar a los ejércitos foráneos que hoy invaden el país, y garantizar la reconstrucción nacional sin injerencias ni hostilidad externas.
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