A tono con el anuncio bilateral del pasado 17 de diciembre de propiciar el restablecimiento de relaciones entre la Habana y Washington, el gobierno de Barack Obama acaba de oficializar un conjunto a decisiones en su política hacia Cuba que apuntan en la dirección de materializar ese acercamiento.
En efecto, voceros de los departamento del Tesoro y Comercio informaron que en lo adelante se establecen doce categorías que permitirán elevar sustancialmente el número de estadounidenses que podrán viajar a la mayor de las Antillas, sin necesidad de autorización oficial.
También, quienes visiten el país podrán utilizar sus tarjetas de crédito e importar bienes por valor de 400 dólares, junto a un incremento del monto de las remesas a familiares residentes en la Isla hasta dos mil dólares trimestrales, en vez de los 500 dólares permitidos hasta hoy.
Por demás, las aerolíneas y agencias de viaje radicadas en los Estados Unidos podrán ofertar viajes a Cuba sin regulación alguna, al tiempo que queda abierta la posibilidad de que empresas estadounidenses de telecomunicaciones establezcan negocios con sus pares cubanos.
Vale indicar que este paquete de decisiones ha quedado instituido apenas a unos días de realizarse en la Habana, los días 21 y 22 de enero, el primer encuentro oficial mutuo donde deberá analizarse la reanudación de vínculos diplomáticos, entre otros significativos aspectos.
De manera que de forma ordenada y con el ritmo previamente acordado, empieza a materializarse la voluntad de reducir las tensiones bilaterales entre la primera potencia capitalista y uno de su más cercanos vecinos geográficos, asperezas que han marcado con fuego más de medio siglo a cuenta de la tozudez de políticas empeñadas en doblegar e imponer onerosas condiciones a una pequeña nación asida a su derecho a la independencia y la autodeterminación.
Resistencia masiva, vale insistir, que ha sido factor determinante en la derrota de las actitudes agresivas y revanchistas que durante más de cinco decenios manipularon la política exterior de Washington con relación a La Habana, y en la toma de conciencia -entre sectores políticos norteamericanos- de que la irracionalidad y el acoso constituyen un fracaso en el trato con la Isla.
Desde luego, forjar un nuevo camino no es tarea fácil, sobre todo porque no faltan ni faltarán personajes y personeros del otro lado que pretendan insistir en los viejos cánones que empiezan a derrumbarse, haciendo uso, por añadidura, de la existencia de una mayoría republicana en el cuerpo legislativo nacional que podría sumarse en parte a esa actitud de aberrante negación.
De hecho, y según reportes de prensa, el tema cubano ya anda por los pasillos del Capitolio norteamericano, con la presentación por el representante por Illinois, Bobby L. Rush, ante los comités de Asuntos Exteriores, Agricultura, Energía y Comercio, y Servicios Financieros, del proyecto de ley H.R.274 "Para levantar el embargo comercial a Cuba y otros propósitos".
Una propuesta que ya ha concitado la enconada reacción de los congresistas más comprometidos con la política hostil hacia Cuba, quienes no han dudado, no solo en dedicar severos epítetos a la administración de Barack Obama, sino en realizar una activa campaña para intentar el veto contra toda decisión que apunte al mejoramiento de los vínculos con la mayor de las Antillas.
Hostil esfuerzo que, dicho sea de paso, no solo encuentra el rechazo del gobierno, sino incluso de muchos legisladores del propio partido republicano, que han sido abiertos al admitir que el bloqueo y las agresiones contra Cuba no han logrado los efectos esperados en materia de “cambios” en la Isla, y por tanto ha llegado la hora dar paso a una nueva etapa en las relaciones bilaterales.
Ello, sin contar las reacciones positivas que el hecho de reanudar vínculos con Cuba concita entre importantes sectores económicos estadounidenses, deseosos de establecer lazos con un singular y prometedor vecino.
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