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viernes, 8 de noviembre de 2024

Colombia vota por la paz o la guerra a muerte

El conservador Juan Manuel Santos y el ultraderechista Óscar Iván Zuluaga se enfrentan este domingo en reñida segunda vuelta electoral en la que está en juego el futuro del país: o se logra la paz o se asume la guerra para tratar de acabar con el movimiento guerrillero...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 15/06/2014
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Colombia segunda vuelta
Colombia busca un nuevo presidente en la segunda vuelta.

Los colombianos que acudan hoy a las urnas no decidirán un cambio de modelo político, pero con sus votos pueden contribuir a poner fin definitivo a una guerra civil que dura medio siglo, con saldo de miles de víctimas y cuyo término se decide en negociaciones de paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP), en La Habana.

Son dos los contendientes en los comicios, con posiciones antagónicas sobre la solución del conflicto armado con las guerrillas más antiguas de América Latina, el presidente  y candidato a la reelección, el conservador Juan Manuel Santos, y el ultraderechista Óscar Iván Zuluaga, delfín del ex mandatario Álvaro Uribe, ahora senador y jefe del paramilitarismo en la nación colombiana.

El pasado 25 de mayo, con una abstención de más del 60 por ciento de los más de 32 millones de electores convocados, se celebró la primera ronda con otros tres candidatos. 

Ese primer lance  dejó a Zuluaga, del movimiento uribista Cambio Democrático, en el primer lugar con un 29,62 por ciento,  y a Santos, del Partido de la U, en el segundo con 25,68 por ciento, respaldado por quienes desean la paz definitiva.

Aunque el actual mandatario ha recibido en las tres últimas semanas el apoyo de numerosos partidos, entre estos el izquierdista Unión Patriótica, de la excandidata Clara López; de 147 sindicatos, de la también ex candidata y rehén de las FARC Ingrid Betancourt, todavía las encuestas dan una ligera ventaja a Zuluaga, con quien se identifica el sector rural, más afectado por la confrontación con los guerrilleros.

Este llamado “hombre de Uribe”  se vio envuelto en un escándalo de espionaje al proceso de paz de La Habana, instaurado hace un año y medio. En un video autentificado aparece el postulado de la ultraderecha con el detenido hacker Andrés Sevúlpeda, quien confesó su vigilancia sobre las negociaciones. Aun así, y ante la ausencia de una tercera fuerza política con poder, logró una votación superior.

Decepción política, en especial, es lo que inmovilizó a los votantes en mayo. La situación no ha cambiado, por lo que se espera que el comportamiento pueda ser similar en el balotaje.

No es secreto que los dos candidatos presidenciales favorecen la actual política nacional desde posiciones extremas. Santos fue ministro de Defensa de Uribe y dio la orden de ultimar al canciller de las FARC-EP Raúl Reyes cuando este pernoctaba junto a otros guerrilleros y civiles en territorio de Ecuador próximo a la frontera con Colombia. A la vez se opuso a la firma por Uribe de la instalación de siete bases militares de Estados Unidos en territorio colombiano.

Sin lesionar sus intereses de clase, Santos desea continuar en el Palacio de Nariño con el soporte electoral de poner fin a la guerra civil. Esa es su bandera para ganar.

Los dos postulados representan a la élite colombiana, la capitalina que sigue a Santos y es respaldada por los medios de comunicación masivos de Bogotá y segmentos de opinión urbanos, y la oligarquí terrateninte, que respalda a Zuluaga.

Juan Carlos Guataquí, profesor de la Facultad de Economía de la Universidad del Rosario, en Colombia, señaló a BBC Mundo que “Santos se ha visto más dispuesto a aplicar medidas activas de intervención estatal en áreas como la legislación laboral y la política de empleo, mientras que Zuluaga y los uribistas se inclinarían a flexibilizar más aún el libre juego del mercado”.

Respecto a las relaciones internacionales, y luego de las políticas hostiles de Uribe contra Venezuela, su sucesor, pragmático, recompuso los vínculos con el vecino país, que ahora son normales. Zuluaga, en cambio, califica al gobierno del presidente Nicolás Maduro de dictadura y advirtió que replanteará la diplomacia de Colombia con la República Bolivariana.

Sin embargo —y los colombianos están conscientes de ello— es conocido que los dos candidatos mantendrán sus alianzas con Estados Unidos y los históricos lazos con los grandes sectores industriales nacionales.

El neoliberalismo seguirá como programa de la economía nacional, con privilegios para la inversión extranjera, en especial en lo referido a la explotación de los recursos naturales y una mayor empatía con el libre comercio.

Sin embargo, no todo es blanco y negro. Santos cuenta con muchos simpatizantes fuera de los ambientes más refinados de Colombia y su oponente también los tiene en las grandes ciudades.

Solo por su postura de  recuperar la paz, el actual mandatario cuenta con el apoyo tácito o explícito de una parte de la izquierda colombiana, organizaciones populares y gremios sindicales, así como sectores del Partido de los Verdes, grupos significativos de universitarios y movimientos independientes.

A favor de Zuluaga están los votantes que por amplia mayoría eligieron y reeligieron a Uribe en 2002 y 2006, quienes se sintieron atraídos por una cierta mejoría en la seguridad urbana y en la situación económica general, sin detenerse a pensar que en esta última influyeron los millones de dólares pagados por Estados Unidos al ex presidente por dejarse comprar políticamente y tenerlo como aliado incondicional en Suramérica.

Analistas coinciden en que es contradictorio que en Colombia los sectores opuestos al poder jamás han ocupado la presidencia y un ejemplo de ello es la candidata Clara López, del izquierdista Polo Democrático, quien obtuvo un 15 por ciento de las boletas válidas, casi dos millones de personas. Para ello existe una respuesta lógica: los partidos de izquierda son estigmatizados por los gobiernos y los medios de comunicación masiva de derecha, aun cuando en ese país se ha vivido en los últimos tiempos un clima de inconformidad ciudadana, sobre todo en las zonas campesinas

También las organizaciones de izquierda han sido acusadas de mantener vínculos con los movimientos guerrilleros, así como de irregularidades económicas que involucran a varios alcaldes de esa ideología electos en Bogotá.

Es en estas condiciones políticas, sin comparación en la América Latina actual, que se enfrentan los dos candidatos de la derecha colombiana. Si pierde Santos, el proceso de paz quedará en cenizas, pues Zuluaga, el títere de Uribe, pretende terminar la guerra con más guerra.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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