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viernes, 15 de noviembre de 2024

Bretes imperiales

Barack Obama vuelve a sentir las espuelas republicanas...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 11/12/2014
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Todo hace indicar que los últimos veinticuatro meses de gobierno del primer presidente norteamericano de raza negra, el dubitativo Barack Obama, podrían ser los más candentes en sus aún incompletos ocho años de administración.

En efecto…y el detonante resulta ahora la enconada oposición de los republicanos, líderes absolutos en el Congreso, al decreto del ejecutivo relacionado con el tema migratorio.

En ese sentido se supo que en diecisiete estados de la Unión, es decir, la tercera parte del país, y aupados por la oposición, se han puesto en marcha procesos políticos y judiciales contra el presidente por su decreto personal que apunta a legalizar la situación de una parte de los cerca de once millones de indocumentados radicados en los Estados Unidos.

Ese fogaje republicano tiene que ver con el hecho de que esa medida es indeseada para quienes consideran a los inmigrantes (sobre todo tercermundistas) una “contaminación” a los valores “puritanos y anglosajones” de la sociedad estadounidense, amén de un timonazo oficial de última hora que intenta brindarle a los demócratas futuros votos en las venideras contiendas electorales.

Pero además, los demandantes pretenden recolocar en primer plano el ancestral rechazo local a una autoridad unipersonal, en el entendido de que presuntamente la democracia norteamericana coloca el centro del poder real en el Congreso, donde se supone están los “representantes directos del pueblo.”

Presupuesto, dicho sea de paso, que en su momento y de acuerdo con los intereses vigentes, los propios republicaos han violado más de una vez, como cuando a sus instancias se otorgaron poderes especiales y casi omnímodos al controvertido y también conservador Goerge W. Bush para llevar adelante la guerra global contra el terrorismo luego de los violentos y aún por aclarar sucesos del 11 de septiembre de 2001.

Pero volviendo al tema, Greg Abbott, Fiscal General de Texas, uno de los Estados que decidió procesar al jefe de la Casa Blanca por su reciente decisión, declaró que el paso unilateral de Obama de actuar sobre cuestiones migratorias ignorando la  posición del Congreso equivale a "pisotear" la Constitución estadounidense.   

"El presidente está abdicando de su responsabilidad de hacer aplicar las  leyes aprobadas por el Congreso, y tratando de reescribir las leyes  migratorias, para lo cual no tiene autoridad", enfatizó el funcionario.

Esta proyección reitera los juicios de otros representantes estaduales norteamericanos vinculados en el interés de procesar al jefe del ejecutivo, en el sentido de que, en efecto, “la iniciativa de Obama pisotea la cláusula de la  Constitución que determina que el presidente solo debe hacer aplicar la ley aprobada  por el Congreso.”

 Como se ha explicado, el decreto presidencial, proveniente nada más y nada menos que de una administración que acumula un record de deportaciones masivas durante su vigencia,  ofrece apenas un alivio de orden administrativo a unos tres millones de emigrados con por lo menos cinco años de permanencia en territorio de los Estados Unidos, y con hijos naturalizados norteamericanos o con permiso de residencia.

Obama fue claro el advertir que no se trata de abrirles a esas personas el camino al logro de la ciudadanía ni a adjudicarse los derechos de los nativos del país.

Pero además, tal como ya había sido advertido semanas atrás por varios congresistas republicanos, se avecina una nueva batalla con la Casa Blanca para la aprobación, este 11 de diciembre, de los fondos que evitarían un cierre administrativo del gobierno similar a acontecido el pasado año.

Ahora se trata de que el bando contrario al ejecutivo pretende condicionar la materialización de dichas cifras a la retirada del  decreto de Obama sobre política migratoria, una intención que el vicepresidente Joe Biden calificó de “inaceptable”, lo que proyecta desde ya no solo sonados debates, sino el peligro de una nueva inmovilización de la actividad oficial por carencia de dinero.

En pocas palabras, que como ya se dijo, los próximos dos años hasta la elección de un nuevo inquilino para la Casa Blanca prometen ser duchos en controversias, obstáculos y posibles escándalos para una figura política que, con su irrupción a la presidencia de la hoy segunda potencia económica mundial, pareció traer la “luz del cambio” y al parecer terminará entre netas cenizas.

Muestra de que, en definitiva, el presidente norteamericano suele ser apenas un comodín en manos de los reales poderes que mueven los hilos y las políticas claves de la Unión.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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