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jueves, 14 de noviembre de 2024

Balanza a favor de Dilma Rousseff

Las últimas encuestas realizadas en Brasil demuestran el liderazgo de la candidata a la reelección presidencial en las intenciones de voto...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 02/10/2014
3 comentarios

A solo horas de los comicios presidenciales en Brasil, la candidata a la reelección Dilma Rousseff aparece como favorita en las intenciones de voto, con un 40 %, luego de una puja en empate técnico con su principal rival, la socialista Marina Silva, ahora con un 25 % de la preferencia popular, que la alejan del Palacio de Planalto.

Rousseff, quien dio continuidad en su primer mandato a los postulados del Partido de los Trabajadores y a los ocho años de su fundador, Luiz Inacio Lula da Silva, es considerada la mejor opción para ese gigantesco país de ocho millones de kilómetros cuadrados y unos 200 millones de habitantes. A pesar de su riqueza, antes de la entrada del Partido de los Trabajadores (PT) a la presidencia, Brasil era considerado como la nación con mayor desigualdad en la distribución de la renta en el planeta.

Para quienes han seguido la gestión petista, la posibilidad de que la ex-senadora Marina Silva ganara las presidenciales suponía un retroceso histórico, pues su presencia al frente del gobierno significaría el retorno al poder del sistema económico neoliberal, sin inclusión social, y a la dependencia —ya desaparecida— de Estados Unidos.

Silva es, opinan expertos, la cara de la derecha brasileña. Aunque llegó a la máxima candidatura por azar, pues ni siquiera era miembro del Partido Socialista Brasileño, la oligarquía local la convirtió en su representante en la liza del domingo, con un programa marcadamente conservador, una actitud ambivalente en determinados temas y una postura poco flexible en cuestiones sensibles de la sociedad.

Esta mujer que dejó atrás las filas del PT —ella fue ministra de Medio Ambiente en el primer gobierno de Lula— fundó su propio y desaparecido Partido Verde. Luego intentó la creación de otra agrupación partidista y, al no lograrlo, se unió como vice del presidenciable Eduardo Campos, exgobernador de Pernambuco, muerto de manera trágica en un accidente de aviación el pasado 13 de agosto.

Cuando se creía que Rousseff tenía el camino expedito hacia la reelección apareció en escena la reconocida devota evangélica —de un fanatismo religioso extremo— que, como una ola, remontó de un 10 % con el que contaba Campos a su fallecimiento, a un empate técnico con la presidenta en un 38 %.

Pero el panorama cambió de manera drástica el pasado mes, cuando Silva empezó a contradecirse en sus intervenciones, lo que era previsible, pues solo repetía lo que ordenaban sus protectores, ya que su programa nunca fue claro ni competitivo como el de su contrincante del PT.

Ahora, cuando los brasileños están listos para emitir el voto, Rousseff se alza con el liderazgo en las cinco regiones de la gran nación, lo que para los jefes de su campaña significa —según declararon— que la presidencia pueda definirse en una primera vuelta.

Ello pudiera lograrse —y solo es una previsión probable— si la mandataria alcanzase una ventaja de 20 puntos porcentuales sobre su más cercana adversaria (lo cual sería casi imposible el día 5, pues la diferencia ahora es de cinco puntos porcentuales) o más del 50 % de las boletas.

El impacto que Silva logró sobre los electores, gracias a una sucia maniobra mediática contra Rousseff, se desinfló durante los debates de los candidatos, y principalmente cuando la presidenta y Lula se lanzaron a las calles, como siempre acostumbró el PT en su trabajo persona a persona, para visitar casa por casa, con el interés de acercarse al electorado y contrarrestar, con verdades, las mentiras emitidas contra la petista por los grandes periódicos brasileños conservadores.

El llamado empujón de Lula en la recta final de la campaña fue fundamental, dicen especialistas, para el cambio de posiciones en el tablero de los posibles votantes. En las movilizaciones que generó su presencia en los mítines, reuniones con intelectuales, dirigentes de movimientos políticos y sociales y gobernadores; dejaba claro: “Mi segunda presidencia fue mejor que la primera. Con Dilma será igual”. El expresidente devino figura clave para revertir las intenciones de voto a favor de su candidata.

De tal manera que hoy, en la región del noreste —la segunda en mayor número de votantes—, el PT posee el respaldo del 56 % de los votantes, ante el 24% de la socialista y 9 % del tercer colocado, el postulado de la Social Democracia (PSDB), Aécio Neves.

La mandataria cuenta en los tres estados sureños -Paraná, Rio Grande do Sul y Santa Catarina-, con un 39 % de simpatizantes, en contraste con el 16 % de Silva, y el 26 % de Neves.

Como es normal en este tipo de comicios, en el sureste la riña es más pareja pues es bastión de las diferentes tendencias en las filas del PT, pero Rousseff se mantiene como puntera con el 30 %, seguida de cerca por la socialista con 29 % y el 25 % de respaldo que ostenta el socialdemócrata.

En la zona del centro-oeste, la mandataria acapara el 34 % de los posibles votantes, seguida de Silva con un 33 % y Neves con el 23 %.

Otro bastión de Rousseff es el norte brasileño, donde se alza con el 51 %, en contraste con el 19 % de su contrincante más cercana, y el 18% del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).

La población brasileña, hasta que asumió el PT, no se preocupaba, en su conjunto, por la elección presidencial, pues tradicionalmente le resultó más importante los cargos más cercanos a su entorno, como gobernadores, alcaldes, concejales y legisladores; quienes podían incidir en algunas mejoras en sus comunidades.

Sin embargo, las cercanas elecciones demostraron que existe un mayor grado de conciencia del electorado sobre lo que está en juego para el país el próximo domingo. Aunque Dilma, como esperan los expertos, deba recurrir a una segunda ronda, sí quedaría una tendencia marcada por las urnas.

Cifras ofrecidas por la encuestadora Datafolha indican que, si ello sucede, la mandataria sería reelecta con 49 %, seguida por la socialista con 41 %.

La población brasileña, en especial la más vulnerable, reconoce los programas de mejora social puestos en marcha en los 12 últimos años, entre ellos “Mi casa, mi vida”, de viviendas; la “Bolsa Familia”, para que los niños puedan estudiar; y el “Más médicos”, que ya atendió, en pocos meses, a más de 50 millones de habitantes de las zonas más humildes de ese rico país.

También la reducción del desempleo, el crecimiento de la clase media —pues 40 millones de brasileños dejaron atrás la línea de pobreza—, el desarrollo petrolero, la integración con el resto de la región latinoamericana, el ingreso al grupo BRICS y la firme posición ante la injerencia de Estados Unidos en los asuntos internos del país. Rousseff, incluso, rehusó viajar a Washington después de que fuera descubierta una red de espionaje electrónica contra su persona y su gobierno, lo que la convierte en una figura no deseada por la administración de Barak Obama.

La posibilidad de que Rosseuff se mantenga al frente del gobierno será la seguridad para una mayoría que ya sueña con el cumplimiento de uno de sus futuros proyectos: la creación de una Universidad del Deporte de alto rendimiento, luego de que se celebren en el país los Juegos Olímpicos del 2016 y quede para la población la infraestructura creada para el evento.

Este domingo, los convocados a las urnas darán respuesta a las expectativas creadas durante la campaña presidencial, las más parejas de las últimas décadas en la gigantesca nación suramericana.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista

Se han publicado 3 comentarios


Robert Antonio Farfan Candia desde FB
 2/10/14 11:05

 DILMA ES FAVORITA.

Luiz Carlos Andrade desde FB
 2/10/14 11:03

Dilma presidente reeleita

Tania Ramos desde FB
 2/10/14 11:02

 Dilma!!

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