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jueves, 7 de noviembre de 2024

Arsenales destructivos

Los acontecimientos desestabilizadores en Ucrania y Venezuela son resultante esencial de la aplicación de “nuevos métodos” imperiales para sacar de juego a gobiernos incómodos…

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 01/03/2014
1 comentarios
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En Ucrania, la inconformidad de las ciudadanos ha desatado numerosas revueltas.

Los acontecimientos desestabilizadores que en los últimos tiempos han envenenado la vida política ucraniana o empañado la realidad nacional venezolana, no son otra cosa que la resultante esencial de la aplicación de los titulados “nuevos métodos” imperiales para sacar de juego a gobiernos incómodos.

Y es que, según los denominados “tanques pensantes” del hegemonismo, resulta factible deshacerse de no pocos enemigos sin tener que desplegar inexorablemente masivos contingentes de tropas y medios militares, sino a través de métodos más sutiles y menos costosos, englobados todos bajo el término “golpe de estado suave”.

Las claves para ejecutar tales planes se resumen en avivar desórdenes y manifestaciones internas a cuenta de los opositores locales, todo modelado para la opinión pública  mediante una bien estructurada guerra mediática.

Según recientes aseveraciones del canal televisivo multinacional Telesur, lo que ha ocurrido en Venezuela y otras partes del mundo se deriva de las ideas del politólogo y escritor estadounidense Gene Sharp, quien desde fines del pasado siglo expuso su plan de expandir el poder imperial por métodos pretendidamente no violentos.

Esos conceptos establecen textualmente que "en los gobiernos, si el sujeto público no obedece, los líderes no tienen poder.”

Sharp agrega con fruición que "la naturaleza de la guerra en el siglo veintiuno ha cambiado…nosotros combatimos con armas psicológicas, sociales, económicas y políticas".

En consecuencia ese resulta el arsenal preferente ante las alternativas de las masivas irrupciones militares, sin que ello excluya, desde luego, la invasión castrense externa si las condiciones establecidas por la  acción desestabilizadora así lo propician.

Y el programa incluso se divide en etapas.

La primera apunta a crear un clima interno efervescente y de malestar ciudadano. La segunda se vale de manifestaciones callejeras contra entidades del Estado y estimuladoras de inseguridad y temor.

Mientras, la tercera y cuarta intentan establecer un explosivo clima de ingobernabilidad con reiterados y crecientes actos de vandalismo y desacato a la ley, y la quinta y definitiva ha de ser el derrocamiento de las autoridades oficiales, todo aderezado –vale insistir- por campañas publicitarias debidamente condimentadas para predisponer a la opinión pública ante la presunta “realidad interna” del país víctima.

Y vale reiterarlo, semejantes acciones no excluyen para nada el uso de las fuerzas armadas interventoras, a tono con la “urgencia” de preservar los “derechos ciudadanos” y evitar “masacres humanitarias”, variante que ya se experimentó con inicial éxito en Libia, y se ha querido imponer a Siria.

Por demás, vale recordar que existen antecedentes históricos en esta línea de conducta, muy ligados, por ejemplo, a los tiempos de la titulada Guerra Fría y al “enfrentamiento” a la extinta Unión Soviética y el desaparecido campo socialista europeo; donde la labor de zapa, del uso de pretendidos “opositores” y una abrumadora campaña de desprestigio mediático desempeñaron un papel crucial, junto a los innegables desvaríos, errores e insuficiencias del llamado “socialismo real”.

De forma tal que, a manera de conclusión, lo cierto es que los arsenales hegemonistas intentan siempre nutrirse de todas las variantes desestabilizadotas posibles, en una combinación destructora para aquellos que se ponen bajo su mira.

Lo trascendente en la defensa de las posibles víctimas es entonces, ya no solo procurar una disuasión militar que haga pensar a los belicistas ante el costo de sus aventuras.   

Se impone además una gestión de gobierno eficiente y eficaz que responda claramente a los intereses de las mayorías y a sus aspiraciones democráticas más esenciales, y que lejos de defraudar una y otra vez a los ciudadanos, les haga confiar  y creer objetivamente en el valor de la obra política, económica y social que se lleva adelante.

Un proceder que, sobre la base de logros tangibles, promueva la claridad y la conciencia social en torno a cuanto puede perderse en materia de avances y beneficios si llegan a imponerse los intereses extranjeros ligados los sectores reaccionarios internos.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista

Se han publicado 1 comentarios


Fede
 1/3/14 9:08

Esto de los tanques pensantes no es nuevo. Creo que desde los setenta los norteamericanos tiene organizaciones de este tipo, incluso antes.

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