¿Será que toda victoria implica un sacrificio? ¿Sigue siendo victorioso quien inmola lo que más ama?
Una luz exigua acompaña el cántico de la extranjera. Hace varios siglos que sus pies no pisan la tierra que le dio a luz y ha emprendido el retorno con los aires de la libertad. Cante Yemayá y el maestro de ceremonias deje caer el bastón sobre el polvo del escenario que contará la historia.
La extranjera —obra del escritor congolés Caya Makhelé— reencarnó en tierras cubanas por estos días de junio. El amor, el miedo, el desafío y el ansia de libertad sobresalen entre los principales motivos de esta historia. Una batalla entre la liberación y el miedo, que deja entrever marcados matices de la lucha de género. Según su director, la pieza no podía ser contada en otro país diferente a Cuba. No obstante, tuvo que esperar más de 15 años esta extranjera para llegar a nuestra escena, bajo la dirección de Hassane Kassi Kouyaté.
Sencillo y funcional, así puede calificarse el diseño escenográfico que acompañó la obra y que, junto al diseño de vestuario y luces, estuvo a cargo del experimentado Eduardo Arrocha. Igualmente destacable fue el trabajo coreográfico y vocal de la puesta en escena (Katia Ayslen Pérez y Yaimi Karlay, respectivamente) que, sin convertir la pieza en un musical, aportó un agrego sustancioso al drama.
Sin embargo, uno de los saldos más interesantes que deja, a mi entender, La extranjera, es la posibilidad de ver en escena una coherencia actoral increíble, perfectamente coreografiada, en la que la relación entre los histriones fluye de manera natural sin que ninguna de las actuaciones —ni siquiera las secundarias— quede por debajo de relevante.
Y no podía esperarse menos, pues Hassane Kassi se hizo rodear de varias generaciones de actores para dar vida a estos 13 personajes, entre los que destacan: Corina Mestre (Vaval, maestro de ceremonias), Amanda Cepero (Yemayá), Ury Rodríguez (Balikul, jefe guerrero), Fernando Hechavarría (padre de Balikul) y Alden Knigth (Tillios, hombre viejo).
Balikul pretende desterrar nuevamente a Yemayá, bajo el pretexto de que pervierte a sus mujeres y obnubila a los hombres en medio de una guerra que ha de ganarse. Pero Yemayá no tiene intenciones de marcharse, ha de morir si es necesario, mas no volverá al exilio al que estuvo condenada durante siglos. Es una apuesta en la que solo puede ganar uno.
Élékam, padre de Balikul, intenta disuadir a su hijo de arremeter contra Yemayá. (A la derecha, la madre escucha la conversación) (Foto: Rosana Berjaga/CUBAHORA)
Una de las mujeres que sigue a Yemayá es traída a comparecer ante Balikul. El encuentro termina en la muerte de la joven guerrera. (Foto: Rosana Berjaga/CUBAHORA)
Yemayá descubre el miedo en Balikul y lo convence de hacer un trato en el que apuestan su partida. (Foto: Rosana Berjaga/CUBAHORA)
Vaval, Maestro de ceremonias y consejero de Yemayá. (Foto: Rosana Berjaga/CUBAHORA)
Vaval y sus ramificaciones se enfrentan a los designios guerreros de Balikul. (Foto: Rosana Berjaga/CUBAHORA)
Balikul se disfraza para entrar en el pueblo de las Tululús sin ser reconocido. (Foto: Rosana Berjaga/CUBAHORA)
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