jueves, 2 de mayo de 2024

“Una experiencia excepcional”

Una mañana de octubre del año 1952 el poeta, escritor y periodista cubano Ángel Augier entrevistó al célebre actor inglés Charles Chaplin...

Luis Hernández Serrano en Exclusivo 23/11/2012
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Ángel Augier y Charles Chaplin
Chaplin (izquierda) recibe en el hotel Ritz de París a Ángel Augier, noviembre de 1952.

"La lectura en mi cuarto de hotel de los periódicos vespertinos del día 29, planteó al periodista el desafío profesional de hacerle una entrevista a Charles Chaplin".

De esta forma describió el poeta, escritor y periodista Ángel Augier, lo que él mismo calificó años después —en ocasión del centenario del natalicio del célebre actor inglés— como "una experiencia excepcional".

Aludía el autor de Isla en el tacto, a París, al hotel Ritz y al miércoles 29 de octubre de 1952, día en que el insuperable mimo visitaba la Ciudad Luz, procedente de Londres, para asistir al estreno de su última película Limelight, título traducido al francés como Les feux de la Rampe, y en español, Candilejas, cuya premier se haría en el cine Biarritz, de los Campos Elíseos, a la que fue invitado.

Contó Augier en su artículo "Cuando entrevisté a Charles Chaplin", publicado en el diario Granma, que de inmediato habló por teléfono con un colega amigo, residente entonces en la ciudad donde se encontraba y que poseía una excelente cámara fotográfica, y lo invitó a participar en el audaz intento periodístico, como reportero gráfico.

Coincidió Augier con Chaplin en París porque ganó un importante premio periodístico a principios de la década de los 50 del pasado siglo, en La Habana, que le permitió viajar a una exposición internacional de artes gráficas, precisamente en París, en su carácter de profesor de Tecnología del Taller de Artes Gráficas de la Escuela Técnica Industrial de Rancho Boyeros.

“Date cuenta de que se trata de algo muy difícil”, le respondió, evasivo, el amigo fotógrafo.

“En definitiva —explicó Augier en el citado artículo— logré convencerlo. Con la ambiciosa idea rondándome, apenas pude dormir aquella noche. Evocaba al inolvidable Canillitas que, como en millones de casos en el ancho mundo, estaba sólidamente asociado a los años de la infancia, en la mágica revelación del arte cinematográfico y de su singular maestría histriónica”.

Se refería el intelectual cubano, nacido en el batey del central azucarero Santa Lucía, en Gibara, actual provincia de Holguín, a la capacidad de actuación del famoso mimo, «desde el silencio luminoso de la pantalla, su peculiar expresión, sus gestos, sus movimientos nos habían hecho reír y llorar emocionados».

Y añadía el poeta de "Uno": "Recordaba cómo en las veladas familiares, de muchacho, intentaba yo remedar sus más características evoluciones, con un bigotito de carbón, hongo de papel e improvisado bastón. Me impresionaba la posibilidad de enfrentarme a aquel mito viviente, al héroe de tantas gestas cinematográficas: El Chicuelo, Tiempos modernos, El gran dictador, Monsieur Verdoux, etcétera".

A la mañana siguiente de la llegada de Chaplin, Augier y su amigo fotógrafo se aparecieron en el hotel Ritz dispuestos a no fracasar en el empeño de entrevistar a un grande de esa categoría.

Según Augier era un día típico del otoño parisino, nublado y con frecuentes lloviznas, que no desanimaban tampoco al numeroso público que bajo paraguas llenaba la plaza Vendome, para ver al artista a su salida y, si había posibilidad, obtener su autógrafo.

En verdad, la llegada del genial actor —marcada por su sugestiva personalidad— y su estancia en la deslumbrante ciudad se caracterizaron por un amable sensacionalismo periodístico y un entusiasta furor popular.

Los parisienses estuvieron informados de todos los pasos y de todas las palabras de Charlot por los reportajes de los periódicos de las más diversas tendencias. Cientos de personas le aclamaron al descender del avión y luego al llegar al hotel Ritz, donde todo el tiempo se hospedó.

“Desde la carpeta —narró Ángel Augier— nos comunicaron con Harry Crockert, secretario del ilustre visitante.

”Dos periodistas cubanos —le dije— habíamos viajado desde La Habana especialmente para entrevistar a Chaplin. Le respuesta fue un no categórico: todo lo que Chaplin tenía que decir, ya lo había dicho en la conferencia de prensa que ofreció a su llegada. Solo deseaba descansar y no incluía en sus planes entrevistas especiales”.

El periodista cubano y el improvisado fotorreportero salieron a la Plaza Vendome a cambiar impresiones sobre la estrategia a seguir, pues no se daban por vencidos.

En eso justamente estaban, cuando llegó al lado de ellos una pareja que también había salido del hotel y que conversaba en español con acento muy cubano.

“Mientras su acompañante iba en busca del automóvil —recordó Augier— la Serra quedó allí, esperando, y al oírnos hablar, le complació encontrar compatriotas tan inesperadamente. En la breve conversación, supimos que eran huéspedes del hotel y que el apellido de su esposo era el de una conocida familia de la sacarocracia criolla”.

Aquel casual encuentro fue, como explicara Augier, decisivo para alcanzar el éxito en su deseo de entrevistar a Chaplin.

Volvieron al hotel y justificaron la permanencia en el vestíbulo con el pretexto de que estaban citados con el mencionado hacendado cubano que acababa de salir.

Evocó Augier en su artículo: "No fue prolongada la espera. A los pocos minutos, Chaplin descendía lentamente la escalera del elegante salón de Las Tullerías: la blanquísima cabellera contrastando con un rostro rosado, de juvenil frescura, iluminado por una sonrisa que consagraba con gentileza a todos los circunstantes.

"Sobre el traje oscuro llevaba un impermeable claro y en la mano un sombrero de paño gris. Le acompañaba un señor que resultó ser su intérprete. Sin dilación lo abordé, tendiéndole la mano y hablándole en español:

-Señor Chaplin, vengo desde La Habana y le saludo en nombre de sus admiradores de Cuba…

"La expresión española y el nombre de la Isla lejana despertaron su interés, y sin abandonar la sonrisa, exclamó, mientras estrechaba mi mano:

-¡La Javana, Kiuba, beatiful city!

"El puente de simpatía quedaba tendido. Con ayuda del intérprete le hice saber que en América Latina siempre se esperan sus películas con ansiedad, y que desde pequeños todos sentimos gran devoción hacia él. Sin dejar de sonreír, expresó:

-"Espero que en América Latina se reciba mi nueva producción con la misma simpatía que las anteriores…".

Y Augier puntualizó: "Se acercaron otras personas en demanda de ver al actor y era preciso aprovechar los segundos en la entrevista relámpago que no iba a repetirse”.

-Míster Chaplin, ¿es posible que visite usted La Habana a su regreso a los Estados Unidos? —le preguntó Augier.

"Respondió con un gesto vago que podría haberse interpretado como ¡¿Quién sabe"?!".

Especificó el intelectual cubano que entonces Chaplin no había adoptado su decisión de no regresar a Estados Unidos, ante declaraciones de autoridades norteamericanas de ponerle dificultades a su retorno.

"En ese momento, con hosco semblante, llegó el secretario Crockert para rescatar al actor del cerco que comenzaba a formarse en torno suyo y la entrevista quedó sellada con otro apretón de manos.

Dijo Augier que Chaplin se alejó a pasos menudos y rápidos hacia el fondo del salón, para salir por una puerta lateral rumbo a los Campos Elíseos, burlando a cuantos le esperaban por la puerta principal.

Cuando salían, el público y los reporteros gráficos, ya advertidos de lo ocurrido, corrían en todas direcciones: hacia las arcadas de la rue Rivolí, hacia la Concordia, hacia la rue Royale…

Y precisó Augier: “En estos días, cuando en todo el mundo se conmemora el centenario del nacimiento de Charles Chaplin, creemos interesante evocar esta excepcional experiencia de nuestro quehacer periodístico, quizás la más emocionante por la relevancia de aquella personalidad, pero también por las difíciles circunstancias que debió afrontar el periodista, en un medio nada propicio en el que se hallaba ocasionalmente”.

Dijo más el militante comunista desde 1932: “La entrevista, seguramente la única hecha por un periodista cubano a Chaplin, se publicó destacadamente en la revista Bohemia a fines de noviembre de 1952, con un reportaje sobre las actividades y declaraciones del visitante y sobre el éxito del estreno de Candilejas (…)".

Y finalmente escribió Ángel Augier: “Quede este recuerdo como homenaje cubano a uno de los más grandes artistas de nuestra época, pionero e impulsor de la cinematografía, arte que él dignificó al máximo en sus calidades específicas y como genuina expresión de los más altos valores del espíritu y de las profundas aspiraciones humanas de felicidad y justicia en un mundo mejor".


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Luis Hernández Serrano


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