"Tengo 40 años cuando comienzo a hacer cine". No cualquier cine, y un nombre, Santiago Álvarez, aparece por primera vez en la pantalla, fondo negro y letras blancas, encabezando los créditos del Noticiero ICAIC Latinoamericano.
Antecedente y referencia; es una historia de la que no podemos olvidarnos, aunque tampoco vivir detenidos, ni apresados en ese recuerdo que cumple 60 años. Aquel fue un gran trabajo realizado, y tenemos que hacer el de hoy con similar aliento y vocación, demostrando que aquellas ideas predominan como representación del ideario o la utopía de la Revolución.
La gigantesca transformación de la técnica, la era digital, la compactación de cámaras, filmar con celulares, todo ese universo hubiera puesto a dar saltos a Santiago. ¿Cómo sería el Noticiero de este instante? Sería diferente.
Aquel imaginado y concretado por Santiago, continuado por un equipo, terminó cuando tenía que hacerlo. Vivió un tiempo real y un tiempo cinematográfico. Perdura un método de acercamiento: usar una y otra vez imágenes para, a veces, hablar de instantes particulares, o de recuerdos latentes y, otras muchas veces, para reclamar la atención sobre conflictos que habitan en zonas de silencio. La convocatoria a ver más allá de una noticia ― que hoy sobrevive escasos segundos― es una premisa que incluye un posicionamiento cultural, estético, ideológico. Nada está aislado.
Año 1960: emoción, indagación, exaltación. Tan polarizado está el ambiente, que cada semana la proyección del Noticiero ICAIC Latinoamericano hace vivir en los cines una singular confrontación. El público testimonia, con aplausos y vivas a la Revolución, lo que ve, en una exaltada embriaguez de una felicidad que no cesa. Se veían y veían otro país, tal vez se reconocían en esa otra realidad que el cine les devolvía. Era la misma y diferente.
En el lunetario sucedía una singular confrontación que personificaba posiciones políticas. Unos aplauden a Fidel, y después, cuando sale la imagen del león de la MGM, rugiendo; otros, sentados en la misma sala, responden con el mismo recurso: aplauden.
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Con el noticiero semanal, el ICAIC respondía a una urgencia del momento: competir hasta desbancar y sustituir a Cine Periódico y al Noticiero Nacional, que tenían gran arraigo. Hacerlo era apresurar el camino en la conquista del público con el nuevo imaginario que la Revolución estaba creando cada día. Aquel espacio que era el cine, estaba al alcance de todos los bolsillos, y allí, en medio de confrontaciones de todos los matices, empezó a fertilizar, a través del Noticiero ICAIC, una nueva manera de pensar y de ver las noticias y las informaciones.
La intuición es la mejor arma de Santiago Álvarez. La usa como un filtro detector de informaciones, datos o situaciones, y lo hace con tal clarividencia que a veces me parecen, cuando las vuelvo a ver, revelaciones venidas de quién sabe dónde, de otro mundo, porque Santiago no era dado a teorizar; actuaba y, dado el caso, atacaba, siempre de frente, directo, sin ningún sesgo.
Dice: "Hemos querido meternos con la realidad y su complejidad". Y ese estilo, casi método, fue ganando espacio hasta convertirse en una marca, que con los años Miguel Torres, Daniel Díaz Torres, Fernando Pérez, Rolando Díaz o Manolo Pérez fueron transformando, dándole sellos personales con el ritmo que cada momento demandaba.
No dar noticias, relacionarlas, ponerlas en amplio contexto, con un montaje dinámico, agresivo, donde la música es un elemento narrativo y hay fotos fijas cuando no tiene imágenes en movimiento; todo un conjunto que va creando y cimentando un estilo y una mirada.
Recordar Now es una manera de hacer que dure hasta hoy la herencia de Santiago. Él desdeña la inmediatez de la noticia. Lo que busca y logra es vincular, de una forma inédita y emotiva, drama, política, periodismo, usando todos los recursos narrativos que conoce e integra en ese discurso.
Confiesa que en 1963 se sorprende "Cuando hago el Noticiero (edición 142) que incluye una nota cuando muere Benny Moré. Veo por primera vez el traslado de mis sentimientos, y sentí que me servía del lenguaje del cine para expresar mi emotividad, sentí que había algo nuevo, diferente, un punto de giro. Emocionar es pasión, y si no hay pasión ni emoción, ¿puede haber razón efectiva?.
"Hemos querido meternos con la realidad y su complejidad. La función del cine y del periodismo no es resolver los problemas que se presentan, sino contribuir al conocimiento de ellos, ayudar a esclarecer y a reflexionar (…). No se resuelven los problemas detectados porque uno haga mil artículos o mil noticieros. Una denuncia ayuda, moviliza, pero no resuelve el problema. Digo con orgullo que el cine cubano tiene una tradición de crítica, de abordar problemas de la realidad.
"Tengo 40 años cuando comienzo a hacer cine. ¡Mis primeros 20 años! Fui feliz a los 20... A los 14 o 15 años quería ser linotipista, o cajista, trataba de aprender el oficio", hasta el día en que descubrió que es en el cine donde se reúnen todas sus inquietudes y empieza la aventura con su imaginación, de ver y mirar la realidad, comprometerse viviendo entre anarquistas, comunistas, republicanos y revolucionarios, marcas que lo acompañaron toda su vida, y que dejó o intentó dejar en el cine cubano.
Este aniversario no es, y no puede ser, borrón ni cuenta nueva. Hay mucho de pasado en el presente y en el futuro. Por eso recordamos a Santiago Álvarez, y no olvidamos al Noticiero ICAIC Latinoamericano.
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