El joven pianista Roberto Fonseca y su proyecto Temperamento prometieron paralizar La Habana y lo lograron con creces gracias al concierto que protagonizaron en la sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso.
“Un estilo propio de hacer jazz” tituló a ese regalo musical con que agasajó a su público cubano, el mismo que sigue, de lejos, el éxito de sus presentaciones en escenarios de todo el orbe —debido a sus múltiples compromisos internacionales— y pocas veces lo puede escuchar tocar en casa.
Roberto Fonseca se hizo acompañar de un elenco de músicos de altísimo nivel, todos virtuosos en el dominio de sus instrumentos y en la dosificación de las pasiones, lo cual los lleva a ser calificados como maestros del jazz cubano.
Mediante sus performances en formatos de solo, trío, cuarteto, quinteto y orquesta fuimos conociendo a los músicos: el saxofonista Michel Herrera (líder de Madre Tierra Project); Yandy Martínez, en la guitarra bajo y contrabajo; Ruly Herrera, en el drums; Adel González, en la percusión; Roberto García, en la trompeta; Carlos Miyares, en el saxo tenor; Ricardo Argudín, en el trombón; Raúl Venegas, en la guitarra y el maestro Javier Zalba, en el saxofón.
La noche abrió con un excepcional solo de contrabajo de Yandy, quien, acompañado de su arco, logró sacarle dulcísimas melodías a un instrumento que, como su nombre lo indica, por lo general, se mueve en los registros más bajos de la escala sonora. Luego se sumó Ruly y después Fonseca. Ya estaba todo listo para escuchar una bellísima versión del bolero Bésame mucho, de la mexicana Consuelo Velázquez.
El tema Family, donde los protagonistas fueron los músicos que integraban la cuerda de viento, remitía al jazz más raigal de los Estados Unidos, y también se respiraban esencias de la cubanidad.
Llegó el turno de la primera invitada especial de la noche: la soprano Bárbara Llanes, quien ejecutó las vocalizaciones del tema Habanera, bajo la firma de Fonseca y la canción de cuna Drume negrita, de Ernesto Grenet.
Entonces Roberto entró en escena escoltando a la diva del Buena Vista Social Club, Omara Portuondo, de quien afirmó que “nos ha hecho sentir orgullos de ser cubanos”. Ella, grande como siempre, arrancó aplausos con sus interpretaciones de Veinte años, de María Teresa Vera y Tal vez, de Juan Formell.
El público reciprocó la ejecución de la diva con grandes ovaciones a pesar de que la referencia de la sala impedía al respetable captar su voz con toda la intensidad y potencia necesarias, algo repetido también —en menor medida— con los temas de Bárbara. Espero que para futuras presentaciones en ese prestigioso escenario el equipo de sonido pueda resolver exitosamente cualquier tipo de contratiempo.
Como colofón se pudo disfrutar de un estreno de Fonseca: Un mambo pa'la niña, y puso a bailar a los presentes con ese género tradicional cubano que ha invadido el mundo.
Tal como había augurado Fonseca, el concierto devino reafirmación de la grandeza y la riqueza de la música cubana, capaz de fusionarse con sonoridades electrónicas, música clásica y afrocubana, como una muestra del espectro bien amplio que cultiva el director de Temperamento.
Fue esta la ocasión propicia para degustar algunos temas de los fonogramas Yo y ABUC (Montuno Productions de Barcelona), este último fue seleccionado como uno de los diez mejores álbumes latinos en los prestigiosos premios Billboard, en 2016.
El concierto “Un estilo propio de hacer jazz” se realizó con el auspicio del Instituto Cubano de la Música y el Centro Nacional de Música Popular.
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