A finales de los años noventa, Danae Diéguez (La Habana, 1973), coordinadora del programa Género y Cultura de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, comenzó a impartir en la Facultad de Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual (FAMCA) la asignatura Teoría de la Cultura y Apreciación Literaria.
Desde el claustro de profesores de la única universidad cubana donde se forman los realizadores del cine, la radio y la televisión en la Mayor de las Antillas, la también periodista y escritora ha contribuido al desarrollo de la realización audiovisual con sello y rostro de mujer.
“He tenido la dicha de ver a numerosas muchachas del curso para trabajadores y también del curso regular diurno graduarse y después desarrollar una carrera muy exitosa en los medios”, comentó la también integrante del equipo coordinador del espacio “Mirar desde la sospecha”, del programa de Género y Cultura del Grupo de Reflexión y Solidaridad Oscar Arnulfo Romero.
A propósito de la nueva materia titulada Cine y Género que se imparte en las aulas de la FAMCA, conversamos con la profesora acerca de la contribución de la Academia a visibilizar la obra de las mujeres realizadoras cubanas.
“Es muy interesante porque desde que se fundó la escuela en 1989 con el curso por encuentros, precisamente, primero hubo una etapa difícil para las mujeres —sobre todo en la especialidad de fotografía—. Por razones sexistas no podían entrar en esa especialidad porque alguien decía que las mujeres no podían cargar con una cámara. “Después eso fue cambiando. A partir de ese mal momento de no tener en cuenta a las mujeres directoras de fotografía se han ido graduando muchas jóvenes de esa especialidad y hoy podemos contar con muchas más realizadoras”.
—¿A qué obedeció ese cambio de mentalidad?
—Creo que existen dos elementos o dos causas que han colocado más mujeres detrás de las cámaras en el mundo del audiovisual cubano: la primera está relacionada con las nuevas tecnologías y el acceso a ellas; la segunda, es la creación de la facultad de donde se ha graduado una directora de televisión como Elena Palacios o una de cine, como Marilyn Solaya.
—¿Qué otra especialidad se ha visto favorecida con la presencia de mujeres desde la creación de la FAMCA?
—La institucionalización de la enseñanza del nivel superior de los estudios de los medios audiovisuales ha dado como resultado mujeres interesantísimas en el mundo del sonido, otra especialidad que históricamente ha sido difícil para las mujeres. También desde la FAMCA se gradúan mujeres sonidistas.
“No solo ha contribuido a ello la FAMCA pero, sin dudas, la facultad ha sido un espacio de democratización para que las mujeres puedan tener acceso a especialidades para las que antes habían sido discriminadas”, concluye Danae.
Hoy, las aulas de la FAMCA se han convertido en una ventana desde donde se muestran los conflictos feministas, se atacan las inequidades de género y se realiza una revisión crítica de la historia del cine; desde la óptica de las mujeres realizadoras, independientes y que van a la búsqueda de un mayor empoderamiento en los medios de comunicación cubanos.
A todo ello ha contribuido, modestamente, desde la docencia, Danae Diéguez con las asignaturas que imparte en la FAMCA, tanto a los estudiantes del curso regular diurno como al destinado a los trabajadores del cine, la radio y la televisión cubanas.
La especialista ha alertado en disímiles talleres acerca de la necesidad de “imbricar la perspectiva de género de forma inclusiva y transformadora en las empresas y en el sector no estatal” en aras de lograr que la diversidad se corresponda con la equidad.
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