La diseñadora Gisela Herrero es una mujer apasionada. Por estos días en que la Oficina Nacional de Diseño (ONDi) arriba a su aniversario 35, la emoción la embarga ante tantos recuerdos:
“Trabajar en la ONDi era un sueño para todos nosotros cuando veníamos a realizar las prácticas de producción aquí”, afirma quien hoy se desempeña como directora de Desarrollo de la Oficina Nacional de Diseño.
Y es que la ONDi desde su fundación, en la década de 1980, ha tenido entre sus funciones ejecutivas y estatales rectorar, coordinar, conducir, desarrollar la actividad de diseño y su ejercicio por parte de los profesionales egresados del Instituto Superior de Diseño (ISDi).
Es una organización bastante atípica porque, normalmente, en otras naciones, esta actividad creativa se realiza desde los grandes despachos de diseño, los aparatos de desarrollo de las industrias y las grandes empresas, que lo tienen contemplado en sus planes de producción.
“Hoy más que nunca, la ONDi insiste en que el diseño ocupe cada vez más el papel que le toca en los derroteros económicos que Cuba tiene por delante, en los escenarios políticos desde la comunicación visual y en todo sector de la sociedad que merezca y deba ser impactado por los beneficios del diseño, en términos de cultura material y, por tanto, de la calidad de vida para la prosperidad que se persigue como nación.
”Los escenarios en que surgió la ONDi son diferentes a la luz de 35 años. El país también ha cambiado. En estas tres décadas y media ni siquiera hemos abordado un tercio de lo que pudiéramos hacer por el diseño en Cuba pero, poco a poco, se van viendo los resultados”, advierte la diseñadora.
—Todavía desde el ISDi se hacen propuestas que al final no llegan a la industria. ¿Por qué existe ese divorcio entre la académica y la industria?
—No ha ido en paralelo la visión estratégica del diseño con la asimilación y las posibilidades que la industria como receptor primordial debiera tener. Todavía no son sincrónicas las dos direcciones en que se puede mirar el fenómeno. Si hay un escenario beneficiado con la inserción de profesionales del diseño ha sido la industria cubana, en muchos de sus sectores: las confecciones, el mueble.
“A nadie le caben dudas de que la industria no puede seguir siendo reactiva a estos propósitos. No puede hablarse de una industria en transformación, como la que plantean los Lineamientosde la Política Económica y Social del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, y de un reordenamiento de la planta industrial sin una visión estratégica del diseño y sin asumirlo como una inversión para el desarrollo.
”Los diseñadores más jóvenes tienen la responsabilidad de establecer dinámicas y diálogos propios con la industria y ganarse su espacio dentro de ella, con discursos técnicos pero no tecnicistas, con humildad y aprovechando la sabiduría de los mayores que laboran allí. A su vez, la industria tiene que ser capaz de valerse de esos jóvenes profesionales con una actitud proactiva y no reactiva.
”Justamente, la gestión de diseño es una herramienta que permite valorar costos, hacer un mejor producto, ofrecer un mejor servicio, probablemente con menos dinero, porque en un proceso anterior se visualizaron todas las variables que pudieran contribuir en ese sentido”.
—¿Cómo valoras la inclusión del diseño en el sector de los trabajadores por cuenta propia?
—En el mundo entero existen los negocios particulares que se llaman emprendimientos, pero también existen regulaciones urbanísticas. Creo que mientras más diseño haya mejor, por la vía que sea: estatal, particular, por las cooperativas.
“Debemos aspirar a que la familia o el grupo que ha decidido apostar por un negocio no estatal sea consciente del lugar que ocupa en el ámbito en que se oferta su servicio o su producto y tenga algunas premisas que les permitan saber por dónde colocar las visualidades y el estándar de sus mobiliarios, para que la ciudad y el país mañana no sean un caos.
”Los negocios particulares son solo espacios pequeños que hacen una urdimbre en la ciudad pero, al final, la industria es la responsable de las producciones seriadas: de vestir, calzar a las personas y amueblar sus hogares.
”Todos debemos velar porque la calidad sea óptima. Tiene que haber una regulación nacional que permita dar libertades creativas en todos los sentidos pero también evaluar, medir la pertinencia de los espacios de los emprendedores, para que uno pueda caminar por las calles y transitar por los lugares a partir de un estudio mínimo de flujo de circulación, en un espacio que no sea agresivo con el cliente. Al final todo eso tributa a una imagen país”.
—En ese aspecto, ¿consideras la ausencia de publicaciones especializadas como una de las causas de que todavía las personas no tengan conciencia del diseño que se hace en el país?
—Creo que existen varias causas. No hay mejor manera de que la gente conozca y entienda el diseño que sobre sus propias experiencias. En la medida en que la oferta del país comulgue y contenga productos y servicios mejor diseñados, con visión de diseño incluida, que no sean improvisados, eso le va a permitir a las personas tener una capacidad cada vez mayor de discernir.
“Si la gente está expuesta constantemente a objetos y espacios mal diseñados, a lugares oscuros, mal tratados desde el color y los códigos visuales, vamos a tener que seguir arrastrando el problema del desconocimiento. En ningún lugar del mundo el diseño hay que explicarlo ni promoverlo porque está presente en los productos del día a día. La capacidad de elegir está en las personas.
”El diseño no puede estar reñido con el poder adquisitivo de las personas. Tenemos que ser capaces de entregar objetos bien producidos, bellos, útiles y pertinentes, con precios asequibles para todos. Debemos volver a la pajilla y la madera, un mobiliario cubano y fresco, por donde pasaba el aire y la luz.
”Siempre habrá productos de más alto perfil pero no puede ser un don de los que tengan más dinero vestirse con una prenda cubana que se parezca a nosotros, se avenga a nuestro clima y tenga un predominio de nuestros colores, por ejemplo.
”No tenemos por qué pelearnos con las tendencias y las vanguardias porque, al final, el mundo es global y estamos expuesto a sus incidencias. Seríamos muy irresponsables si no les dejamos a las futuras generaciones un país diseñado a lo cubano”.
—¿Qué aspectos del diseño son más visibles dentro del imaginario colectivo de la nación?
—Cuando uno habla de diseño, el escucha promedio piensa en la moda, que no es indumentaria, es un fenómeno efímero que ocurre por momentos puntuales y que regresa, constantemente, a maneras de vestir que se usaron hace muchísimos años y siglos atrás.
“Creo que la extrapolación de modelos, la copia de paradigmas se da mucho en la juventud y las tribus urbanas. Al final los jóvenes crecen y van construyendo su propio imaginario por lo que seamos capaces de transmitirles.
”No hay tiempo para empezar a generar teorías. Hay que mostrarles los referentes a las personas. Debemos recuperar los espacios televisivos que tuvimos en los años 70 y 80. Eran espacios pequeños que iban transmitiendo referentes sin una camisa de fuerza. Por ahí las personas se van construyendo su propia imagen”.
—¿Cuál fue la significación del taller Escuela Experimental de Diseño?
—Sin dudas fue un ícono de la ciudad. En los años 80 tuvo una gran importancia. También desapareció el Instituto de la Demanda Interna, un aparato utilísimo que debemos rescatar.
“Hay que crear alguna estructura que contenga a un grupo de expertos capaces de monitorear. Una suerte de observatorio, como en otras regiones del mundo, que evalúe los estados de comportamiento y las demandas de la población”.
—¿Cómo han concebido el programa de celebraciones por los 35 años de la ONDi?
—La XIII Semana del Diseño en Cuba, tendrá lugar en La Habana del 6 al 10 de julio. Es un evento esperado. Eso es algo alentador para nosotros. Quedará inaugurada con la premiación y exposición del concurso de 35 carteles, que tiene por título Diseño en Todo Sentido.
“El evento tendrá por sedes la Galería Arte Facto, la Casa del Alba Cultural, el Salón Cetro del Hotel Meliá Cohíba y la Sala Teatro del Edificio de Arte Cubano. En el contexto de la Semana del Diseño en Cuba se hará el lanzamiento de la Bienal Internacional de Diseño de La Habana, Bid Habana 2016.
”Además, estamos muy ilusionados con la gala de celebración donde recordaremos a todos, incluso a los que ya no pertenecen a la ONDi y a los que desaparecieron físicamente, como José Cuendias, quien condujo la oficina por más de veinte años.
”En esa gala de celebración se entregará el Premio Nacional de Diseño y el de Gestión de Diseño a las principales personalidades y entidades que muestran una visión estratégica de esta actividad, enfocada al desarrollo.
”En los últimos meses, los medios de comunicación se han hecho eco de la campaña Diseño en Todo Sentido, un programa comunicativo que pretende jerarquizar la presencia y beneficios del diseño en nuestra vida diaria, como factor esencial en la calidad de vida, en el desarrollo humano y su espiritualidad. A partir del 10 de julio tendremos que comenzar a construir una ONDi nueva, de cara al aniversario 36”, concluye la diseñadora.
Los creativos cubanos tienen muchos motivos para celebrar, entre ellos la nueva pertenencia de la ONDi a la industria cubana. Y es que en Cuba el diseño se hace con los pies bien puestos en la tierra y anclado a las demandas reales de la economía, la cultura, la política y la sociedad toda.
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