No hay último aplauso para Alicia

Justamente un año atrás, bailarines, coreógrafos, artistas, el pueblo en masa acudía al Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, sede de magistrales espectáculos -la mayoría a cargo del Ballet Nacional de Cuba (BNC)- para despedir a esa leyenda del ballet clásico en esta tierra antillana y el mundo, cuyo nombre lleva dicha institución.

Cuando partió, a los 98 años, la icónica bailarina, “paradigma de la escuela cubana de ballet”, al decir de Viengsay Valdés, su discípula y hoy directora general del BNC, había transformado la danza dentro y fuera de nuestro país, ubicando a Cuba en el escenario internacional, como una potencia artística y cultural.

“La constancia, la exigencia, la calidad interpretativa y técnica, la pasión por la danza y la determinación de Alonso, son cualidades que pocos artistas reúnen. En ella se conjugaron para mostrar a una bailarina capaz de dejar huella en cualquier escenario”, sentenció recientemente Valdés.

Alicia Ernestina de la Caridad del Cobre Martínez del Hoyo (1921-2019) es uno de los mitos de la danza cuya trascendencia va más allá de límites geográficos y de tiempo.

El legado de su quehacer como bailarina y coreógrafa de una de las escuelas de ballet más prestigiosas a nivel internacional -la cubana- constituye motivo de estudio e inspiración para otros artistas, creadores e investigadores.

• Consulte además: Alicia en movimiento (+Videos)

La Prima Ballerina Assoluta no solo se consagró como bailarina y coreógrafa, sino también fue la formadora, junto a Fernando y Alberto Alonso, de la primera generación de bailarines cubanos, cuyos principios técnicos, estéticos y éticos, son reconocidos alrededor del mundo.

Alicia Alonso consiguió crear un sistema de enseñanza aglutinador, sin dejar de ser riguroso, pero que permitió despojar al ballet en Cuba del carácter elitista y burgués que dominaba esa rama artística en la nación, previo al triunfo revolucionario. Además, hizo posible la colaboración y el intercambio entre artistas cubanos y de otros países, lo que ha permitido que nuestro ballet se haya extendido a los cuatro extremos del planeta.

Veintiséis Festivales Internacionales de Ballet cuentan como obra de la eximia bailarina. En 65 países ofreció su arte en representación de su terruño natal. Recibió 266 premios y distinciones internacionales y 225 nacionales. Y cuentan a su haber, 69 creaciones coreográficas románticas, clásicas y contemporáneas que han contribuido a engrandecer la danza mundial.

Su pasión por la danza la mantuvo sobre los escenarios pasadas las siete décadas de vida. El empuje, la entrega y la gracia de sus movimientos nunca menguaron. Se puede decir que bailar fue su fuente de energía, aun cuando los años y las enfermedades, como la ceguera, la afectaban.

Técnica depurada, movimientos gráciles, limpios, un estilo propio inconfundible, conexión con el público y versatilidad, caracterizaron a esa diva, figura excepcional y cimera del ballet, quien se ganó un sitio especial y único -como ella- en la escena internacional.

Por eso, no me asombré cuando, en octubre de 2019, al estar reportando la despedida de la Prima Ballerina Assoluta, muchos cubanos y visitantes foráneos, le dieran adiós aplaudiendo al pasar a su lado. Sin embargo, ese no fue su último aplauso. Cada vez que se reconozca al BNC, a nuestras instituciones de enseñanza y a los bailarines formados en ellas, a la cultura cubana, se le estará homenajeando.

Alicia es símbolo de cubanía, de resistencia y de dignidad. Una artista íntegra cuya trayectoria ha dejado huellas en la cultura, el ballet, la historia nacional y el corazón de su pueblo.