No es solo otro congreso de la AHS, sino la oportunidad de abogar para que se llegue a un consenso en torno la necesidad de jerarquizar y establecer pautas en torno al arte joven en el país. La Asociación Hermanos Saíz se ha reunido y en ello existe la certeza de que hay una vanguardia articulada que requiere de los mecanismos para su posicionamiento. No solo se trata de dineros, ni del recurso o el respaldo de las instituciones. Los creadores son esa porción de la sociedad que no va a pedir permiso para expresarse y que hará su obra a contrapelo de lo que sea. Toca a las entidades entenderlo, crear espacios de diálogo y darles protagonismo a esas voces que pueden transformar las comunidades no solo en entornos en desarrollo material, sino con una proyección más allá de las limitaciones que nos impone el momento. La cultura no solo se trata de bellas artes, de manifestaciones de lo hermoso o lo trágico, sino que es todo aquello que actúa sobre el ser humano.
De manera que se trata de un terreno mucho mayor que la simple conceptualización de las cuestiones del arte. Y en eso la AHS posee todo un recorrido como organización que conoce las inquietudes de los jóvenes y sabe canalizarlas. Hoy se entiende la creación solo en el sentido de las presentaciones de teatro, de la literatura, de la pintura, pero en realidad el nuevo horizonte de las redes sociales y del cambio de paradigma ha hecho que todo se torne híbrido. Las distancias desaparecen y las instituciones que eran mecanismos de comunicación con el mundo, extensiones de la universalidad hasta lo concreto de nuestro contexto, se tornan en brazos inanimados que no alcanzan a poner en movimiento lo que se requiere en materia de promoción, de posicionamiento. Por ello, en el caso sobre todo de Cuba, se impone una revisión de lo que está pasando con el sistema de jerarquías de las artes y a partir de ahí trazar las acciones de la política cultural vigente. Uno de los elementos que más saltan en el proceso de análisis de las problemáticas de la cultura es que no hay una correspondencia entre los diagnósticos y el sistema de prevención y de programación de las actividades. Con contadas excepciones en la geografía nacional, está primando un toque de esnobismo y de importación que no mira con criticismo el tema del consumo. A la vez, los artistas del patio son llevados de la mano de estas pretensiones para poder subsistir en un ecosistema cada vez más marcado por las relaciones de mercado.
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¿No es esto competencia de la AHS y de su congreso? Más que eso, tendría que haber una correspondencia entre los factores a nivel nacional para que desaparezcan los escollos que niegan la naturaleza de un decurso artístico necesitado de otra mirada. El papel de la crítica de arte, de los espacios de debate, la superación y el vínculo entre las instituciones y la gente; son cruciales en la manera en que se repiensa la cultura. La cuestión pasa por formas de entender no solo la creación sino la regulación de la conducta, el adecentamiento de los valores y la construcción de entornos de convivencia. Por ahí van los disparos de todo debate que se haga desde y para la cultura, sin demeritar las disquisiciones más concretas de cada sector.
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La sociedad de los artistas no pertenece a la univocidad de sentido, sino que hay en su interior las frases más diversas y las esencias más dispares en torno a lo que debe ser la expresión humana, de ahí que sea necesario que los cubanos tengamos sentido de lo que allí se decide. No es solo un congreso, sino la manera en la cual miramos la construcción de sentido. Los creadores son a la vez que demiurgos de la realidad más hermosa, cocreadores de un sistema de apreciación de la vida y de las esencias sociales. Eso hace de los espacios de la AHS algo aún más trascendente, ya que no se niega que haya diversidad, sino que se la promueve y en tal sentido se hace una fortaleza en medio de las más duras condiciones de hoy. En el país no existe todo para que florezca un creador, de hecho, se atraviesa por un periodo de escasez de los mayores. Bienvenida la iniciativa que rescata las voces, que las reposiciona y les da el matiz necesario dentro del concierto de las polémicas en torno al arte y su papel.
Pudiera pensarse que es solo otro congreso para decir lo mismo o evaluar lo que se acordó y que no se ha llevado a cabo. Pero más que eso, la gente requiere verse las caras, concretar desconciertos, hacer de su vida algo más allá de la desazón. Los artistas poseen todas esas sinergias y donde estén harán de los espacios algo que no caída en las conformidades, en las enrarecidas aguas del desasosiego o la apatía. Más allá de reunirnos, los artistas que somos miembros de la AHS siempre podemos hacer las tormentas perfectas en torno a lo que somos y queremos ser. De ahí que no haya oportunidad menor, ni detalle que se salga del tiesto en estos quehaceres de la organización. Si en un sitio se es disconforme a la vez que trabajador y se hace por la cultura en su más amplio espectro ese es la Asociación Hermanos Saíz.
El congreso no va a arreglarlo todo, de hecho, no es el mecanismo idóneo ni único en tal sentido, pero resulta vital para que se concrete una parte de la utopía. La AHS es eso, a fin de cuentas, la imposibilidad de quedarse quieto en la realidad llana e inmóvil, la necesidad de ir más allá.
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