Transcurridas las parrandas del año 2018, las cuales pasarán a la historia como uno de los acontecimientos culturales más importantes de los últimos más de 500 años de antigüedad de San Juan de los Remedios, nos quedan muchos balances pendientes.
Cierto que las fiestas alcanzaron su dinámica habitual y los elementos artísticos estuvieron presentes en su horario y con una calidad aceptable. Pero no podemos pasar por alto esencias que, por el camino de la crisis, se han perdido. Por ejemplo, hace solo una década, ya desde septiembre la ciudad remediana comenzaba a animarse, mientras que ahora la fiesta se reduce al día 24 de diciembre. Ni hablar de la desaparición de iniciativas de lujo y elementos artesanales, como los faroles, que en otro momento de la historia tenían un protagonismo probado.
Las actuales parrandas adolecen de la participación masiva de antaño, cuando niños, adolescentes y ancianos tenían sus diferentes papeles, todos imprescindibles. Hay, por así decirlo, una mercantilización de las fiestas, donde la figura del “comprador” se coloca como súmmum, obviándose el carácter popular. Anotamos además el nivel de enriquecimiento, ilícito, de falsos actores barriales, los que en realidad se comportan casi como señores feudales y disponen a dedo qué debe suceder o no.
Rescatar la ingenuidad de una fiesta de manos de quienes la hacen un negocio hará que sansaríes y carmelitas vuelvan a sentir pasión por sus bandos, cosa que disminuye ante el desengaño que provoca el sentirse usados por élites económicas locales.
Así, se perdió aquella pasión de trabajar gratis por tu barrio, pues se sabe que la directiva gana, en poco tiempo, mucho más que cualquier trabajador manual. Y muchas veces ese dinero, salido del contribuyente, ni siquiera garantiza una parranda de calidad.
El trabajo de plaza de San Salvador de este año no se terminó de armar, y las directivas tienen para esa labor 364 días, o sea, tiempo suficiente. También hubo problemas en la iluminación de la carroza (a la que le faltaba además decoración). Eso se dio este año con un bando, pero otras veces se da en ambos, solo ahora que el mundo está pendiente de Remedios, las parrandas se organizan con la premura del que teme.
Una tradición de casi 200 años no se ha mantenido por ser un negocio particular, sino por ser precisamente una tradición, si se muere esa esencia podemos derogar cualquier dinero que ello no solucionará los males que aquejan el fenómeno. Hace falta que la sociedad civil organizada en clubes parranderos tenga mayor poder sobre los barrios y que los organismos fiscales exijan por cada peso que se invierte en la calidad de los elementos, solo así se llegará al orden que necesitamos para estar alegres.
Ni títulos ni premios harán de las parrandas las fiestas que queremos, sino el amor del pueblo, el nivel de implicación que tengamos, de herencia cultural de una generación a otra. Los artistas populares, esos que se desviven por terminar los proyectos de sus sueños, saben de qué hablo cuando ya en la nave de trabajo las carrozas y los trabajos de plaza sufren las mutilaciones por parte de directivos sin sensibilidad.
Por popular, por antigua, por trascendente, las parrandas van más allá de sí mismas, y deben tomarse en cuenta como ese elemento de la cubanía que no se prostituye. Y hay muchas formas de perder la vergüenza, esa sensación la hemos tenido las tantas veces que vimos trabajos de plaza en el piso, como en el año 2013, cuando El Carmen no terminó su parranda y no sucedió nada con los directivos. Ello cuando el presupuesto fue derogado con creces y con el título de Patrimonio de la Nación.
Los talleres de parrandas, la mezcla entre lo culto y lo popular, la democracia, deberán inundar las iniciativas para el futuro de una tradición. No hay renuevo sin orden y allí no se llega con marrullería, mentiras y vulgaridad. Muchas veces quienes defendemos el regreso de lo popular y los orígenes hemos sido motivo de amenazas por agentes inescrupulosos que se las dan de “líderes” y se creen con poder para silenciar a cualquiera. Las parrandas o nos pertenecen a todos o no son de nadie.
Imperdonable que Remedios no tenga una emisora de radio que dé voz a quienes queremos ser el cuarto poder en una ciudad llena de historia y sucesos complejos, quizás así el orden llegaría mejor y rápido. La cultura se defiende desde la valentía, y esta tiene su expresión en la palabra sin dilaciones.
Lo único que pedimos los del pueblo, los que vivimos de nuestros salarios y vamos a las parrandas a divertirnos, es participación, la misma génesis de la fiesta. Eso se nos ha negado mediante manejos en los que no pocas veces tuvieron parte algunos fallidos gobiernos locales, quizás interesados en que las parrandas sean una zafra más, una meta que se cuantifica, pero que no quieren cualificar.
¿A qué le temen las élites?, a las parrandas mismas, a que estas retomen su curso, a que no dependan de fortunas privadas, cuya ideología ya sabemos que se distancia de todo mecanismo democrático. Aun así, nadie ha dicho que todo está perdido, pues con esencia y con conciencia se puede levantar la dignidad de la cultura.
Reinaldo
15/1/19 22:46
Soy Remediano, doy fe de lo expresado por Mauricio en este articulo, las parrandas hace mucho tiempo estan secuestradas por gente inescrupulosas, de falso pupulismo, que la tienen como su negocio y no rinden cuenta de verdad a nadie, es una "pequena" mafia, eso es a la cara de todo un pueblo que si vive este acontecimiento cultural y autoridades que dejan pasar por alto, para que el evento ya internacional siga ocurriendo, porque entre otras cosas la gestiones de recursos para estas fiestas se hacen en su mayoria por gente que ya historicamente tienen sus "contactos" con el mercado ilegal que existe en el pais, lastima, pena, verguenza que esa fiesta de pueblo no se encuase como debe ser, pero no se puede perder la esperanza que esto se logre bajo los nuevos aires.
abel
10/1/19 16:32
Nos llena de orgullo a los parranderos puntalegrenses que se nos haya reconocido como patrimonio cultural inamterial de la huanidad
El docente
10/1/19 15:40
El artículo resulta en extremo interesante, solo algo me desagrada, está centrado en Remedios, y ya ese progenitor de la parranda tiene muchos hijos, casi todos para no ser absolutos, con los mismos problemas. Recordemos que no solo las parrandas remedianas son patrimonio de la Humanidad, y que para cada poblador, sus parrandas son las más importantes.
El docente
10/1/19 15:31
Las parrandas, hoy Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, se reafirman como la manifestación de arte popular de mayor trascendencia en muchos pueblos de la región central de Cuba. Los principales enclaves del municipio Encrucijada, están inmersos en esta manifestación cultural, erigiéndose como la fiesta mayor. Sin embargo, lejos de presenciar un florecimiento del hecho artístico, algo que resulta común en la mayoría de las plazas parranderas del país, cada año asistimos a su deterioro en nuestras localidades, haciéndonos partícipes de los inicios de la desaparición del centenario fenómeno cultural legado por nuestros ancestros. Paradoja sin precedentes, si tenemos en cuenta la política cultural cubana pautada desde los inicios de la Revolución (1961), en el discurso de Fidel conocido como “Palabras a los intelectuales”:
“La Revolución no puede pretender asfixiar el arte o la cultura cuando una de las metas y uno de los propósitos fundamentales de la Revolución es desarrollar el arte y la cultura, precisamente para que el arte y la cultura lleguen a ser un real patrimonio del pueblo. Y al igual que nosotros hemos querido para el pueblo una vida mejor en el orden material, queremos para el pueblo una vida mejor también en todos los órdenes espirituales, queremos para el pueblo una vida mejor en el orden cultural. Y lo mismo que la Revolución se preocupa por el desarrollo de las condiciones y de las fuerzas que permitan al pueblo la satisfacción de todas sus necesidades materiales, nosotros queremos desarrollar también las condiciones que permitan al pueblo la satisfacción de todas sus necesidades culturales.”
En un contexto donde las opciones recreativas y culturales son muy pobres, donde ni siquiera se cuenta con casas de cultura, ni otros espacios que permitan el sano esparcimiento (tampoco los insanos), la parranda se convierte, desde el punto de vista práctico, en única vía para potenciar el acervo cultural de la población. Ello traduce que, enmarcada en elementos autóctonos que resaltan la cubanía y que son resultado del proceso de transculturación que trajo como consecuencia características esenciales de la nacionalidad cubana, dicho jolgorio exhibe a través de escenarios rodantes la historia universal para engrandecer la historia de la patria.
Pero, caractericemos de forma breve el hecho cultural durante los últimos años en el municipio de Encrucijada.
Comencemos por la fecha de celebración. Se viola constantemente el día en que debe realizarse la parranda en todos los poblados, e incluso, para nada se tiene en cuenta el origen religioso de la festividad, pues a nadie parece importarle nuestra historia. En Encrucijada se llegó a permitir, el despojo del tradicional paseo de la carroza del Barrio Sapos (por suerte ya recuperado aunque no en su totalidad), desdeñando la historia local y todas las pautas inmateriales de la parranda.
La mala calidad de la obra artística que se presenta prepondera. Sobre la base de malos proyectos donde reverberan las incongruencias arquitectónicas, se exhibe una decoración que deja mucho que desear. Común es ya la importación de piezas, y hasta de carrozas exhibidas en otros sitios. Un punto y aparte habría que dedicarle a las leyendas y a los maltrechos y desgastados trajes que viajan de un punto a otro de la geografía, muchas veces sin tener que ver con lo que se representa. ¿De qué cultura hablamos?
En lugar de que estas fiestas constituyan una manifestación de júbilo se convierten en una declaración de tristeza.
Y ya que hacemos mención de la palabra tristeza, duele recordar que la tradicional conga del Barrio Sapos, premio “Memoria viva”, ya no existe. De igual forma sucede con la conga del Barrio Chivos, en su lugar importamos el sonido que ameniza los changüíes de otros pueblos.
Los fuegos artificiales hace mucho que no son parte del espectáculo. Atrás quedaron las monumentales exhibiciones, sin solo fotos de un pasado que nos engrandeció. Parece que en Encrucijada, y al menos en lo que respecta a la parranda por no abordar otros tópicos, todo tiempo futuro no será mejor.
¿A quién le duele? ¿A quién le preocupa? ¿Por qué otros pueden y nosotros no? Como agua entre los dedos se nos escapa una parte importante de la historia local, de la historia de la Patria, de la historia de la Humanidad, y hacemos casi nada para salvarla.
No es falta de presupuesto aunque ello influya, es ausencia de amor, de conocimientos, de deseos, de preocupación, de cultura, de ingeniosidad, de control… Harto estamos ya de absurdas justificaciones.
Para resaltar los males en este año 2018 todavía no se ha comenzado a trabajar en la elaboración de las carrozas. Eso hace intuir que no va a haber celebraciones, y si las hay carecerán más que antes de calidad. El rumor recorre las calles encrucijadenses. No ha habido una manifestación de aquellos que atienden la cultura, ni de otros líderes o dirigentes en relación con la importante declaración de las parrandas como patrimonio inmaterial de la humanidad. Nadie parece darse cuenta de que la parranda es lo único con lo cual este pueblo cuenta.
Una demostración de ello fue el changüí celebrado el 20 de octubre, Día de la Cultura Cubana, por demás natalicio de nuestro Abel, donde sin convocatoria Sapos y Chivos arrollaron por las calles con un entusiasmo sin precedentes.
Coincidimos con el ex ministro de Cultura Abel Prieto en el texto publicado dentro del libro “Espacios unitivos”, “La Cigarra y la Hormiga: un remake al final del milenio”: “[…] ha surgido una masa de insectos nuevos […]”. Pero dentro de esa masa de insectos, aun algunas cigarras solo se dedican a cantar, e impiden con su canto que muchas hormigas continúen atesorando alimentos para pasar el invierno. Claro que es tenaz y sacrificada la labor de la hormiga, que ha aprendido, gracias a la Revolución, también a cantar, y lo que es mejor, a defenderse con su canto: “[…] el problema ideológico más grave que se nos presenta con relación a la cultura, es, precisamente, la falta de cultura.”
Y continúa: “[…] el dogma puede cerrarnos el camino hacia ese socialismo renovado, marxista, leninista ya martiano, al que no hemos renunciado ni renunciaremos. Un socialismo de ciudadanos libres y cultos, que disfruten de una prosperidad colmada de poesía. “
Es la PARRANDA nuestra POESÍA, o una PARTE TRASCENDENTE DEL POEMA, por consiguiente, no bastan los esfuerzos para hacerla una FIESTA AUTÓCTONA, AUTÉNTICA Y DE CALIDAD, y no otra tarea cumplida dentro de un informe administrativo.
sachiel
9/1/19 16:27
Creo, joven Mauricio, que hay pocos remedianos y espirituanos leyendo sus comentarios y articulos sobre este tema, para no hablar ya de defensores de la cultura y la identidad nacional. La muestra me la da que varios que he leido y en diferentes sitios, tienen uno o ningun comentarios. ¿Habra que replicar este articulo en CUBADEBATE u otros medios...? pero lo más importante de este, y en el que seguro se estan fijando muchas miradas, es cuando se mencionan "nivel de enriquecimiento, ilícito, de falsos actores barriales, los que en realidad se comportan casi como señores feudales y disponen a dedo qué debe suceder o no", "agentes inescrupulosos que se las dan de “líderes” y se creen con poder para silenciar a cualquiera", "algunos fallidos gobiernos locales" y "élites económicas locales", ¿seria desacertado mencionarles por sus nombres y cargos reales, o este trabajo tiene segundas y terceras partes? Invito a CUBAHORA a seguir el tema, a la AHS, la UNEAC, el MINCULT, entre otros actores reales que si tienen poder de decision e influencia sobre estas festividades tradicionales. Es una alerta, y a la vez una denuncia, de que algo anda mal en Remedios, Sancti Spiritus.
Yordani.
9/1/19 10:29
Interesante y valiente artículo. Como bien usted lo refiere la parranda es un fenómeno cultural de esencia genuinamente popular y la han querido convertir en un suceso de índole mercantil y patrimonial en beneficios de algunos mercaderes explotadores del trabajo del pueblo trabajador que tiene que sufrir los desmanes de estos personajes revendiendo productos estatales y brindando servicios de recreación a los niños a precios verdaderamente impeditivos con la anuencia o complicidad de los que cobran por controlar e impedir que esto suceda. Interesante el término de élites al que ud. alude y sería injusto dejar de reconocer el trabajo del MININT velando por la tranquilidad ciudadana y la seguridad y protección para el traslado y control del disparo de los artefactos explosivos evitando la ocurrencia de accidentes como el suceddo en la anterior parranda. Saludos de un coterráneo remediano: Yordani Delgado Delgado.
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