La Feria Internacional del Libro de La Habana arriba este año a su vigesimonovena edición. Eso significa que, para aquellos que nacimos en los 90, esta se ha convertido en un momento indispensable de nuestro mes de febrero, desde la niñez pasando por la adolescencia hasta la adultez.
Algunos han pasado, de venir con sus padres, a adentrar a sus hijos al imprescindible mundo de la lectura en ese templo del sano entretenimiento en que se convierte La Cabaña cada año.
Los papalotes volando sobre la bahía, la visión de la cuidad que descansa al otro lado, el edificio ancestral, las libras de páginas que nos pesan al salir, son cosas que no le pueden faltar a la ciudad, a las nuevas generaciones, al país. Hoy la feria es tan tradicional como necesaria.
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