miércoles, 1 de mayo de 2024

“La cubanía es nuestra mayor inspiración” (+Fotos)

El Teatro de la Luna combina lo novedoso de sus montajes con la expresión genuina de lo cubano...

Ada María Oramas Ezquerro en Exclusivo 01/03/2013
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Obra Dragón de ORO 01
Teatro de la Luna representando la obra "El Dragón de Oro". (Buby Bode / Cubahora)

La Luna siempre atrajo a Raúl Martín, un teatrista de gran experiencia, generador de ideas novedosas que le han ganado numerosos seguidores al Teatro de la Luna, tanto en Cuba como en los diferentes escenarios de América y Europa donde ha sorprendido a iniciados y a quienes solo buscan en el teatro

POR UN TEATRO TOTAL PARA SOÑAR EN GRANDE

—¿Por qué nombraste a tu compañía Teatro de la Luna?

—Heredé el nombre, pues trabajé un tiempo con el dramaturgo Joel Cano, quien creó un proyecto teatral llamado así. Y cuando formé un grupo, también de teatro, quise darle este nombre por mi pasión hacia la Luna desde niño. También conocía las historias de los egipcios relativas a los misterios de este astro, en especial por sus fases, que le otorgan una connotación enigmática y muy teatral.

“Comparo sus fases con el proceso de creación de una obra, que va creciendo hasta que se lleva a escena. Además, el significado de la Luna en las distintas creencias del hombre se ve reflejado en todos sus simbolismos. Y fue así que las coincidencias se unieron en esta denominación”.

—¿Cuál consideras la puesta más representativa en estos años?

—Estoy enamorado de casi todos los montajes. Tengo que responder a esa pregunta refiriéndome a la repercusión que han provocado en el público y en la crítica. Podría mencionar varios, pero voy a circunscribirme a los que han devenido clásicos del repertorio.

“Ante todo, debo referirme a La boda, de Virgilio Piñera, con la cual se fundó el grupo y, unida a ella, toda esta etapa virgiliana que ha caracterizado nuestro repertorio. En opinión de quienes han analizado nuestra trayectoria, La boda define las aristas de nuestro método de trabajo, de nuestra poética, para decirlo en el lenguaje de los especialistas. Este título sobrepasó las cien funciones, en teatros de Cuba y el mundo. Y ahora vamos a reponerla próximamente en la sala Adolfo Llauradó, en la cual subió a escena por vez primera. En estas tres puestas maduran todas las facetas que, desde La boda comenzaron a perfilar nuestro concepto de hacer teatro.

”Considero que otras piezas han significado mucho para Teatro de la Luna, como Los siervos, de Virgilio Piñera, en 1999; El enano en la botella, de Abilio Estévez, en 2001; y Delirio habanero, de Alberto Pedro, en 2005, otra de las puestas que tuvo más de 100 funciones y ha representado al grupo en países de América y Europa.

”Estas escenificaciones podrían definirse como las más significativas, haciendo un recuento mental, lo cual no representa un olvido acerca de nuestra incursión en el teatro europeo en los más recientes estrenos: La primera vez y El dragón de oro. Y con esta obra realizaremos presentaciones en Holguín y Las Tunas a mediados de marzo. Nuestro último estreno, La dama del mar, de Henrik Ibsen, presentada durante La Jornada de Teatro Cubano y Noruego, en el Centro Cultural Bertolt Brecht, puede calificarse como un gran éxito en sus dos únicas funciones.

”Elementos decisivos para caracterizar nuestra labor integral están dados por los actores fundadores y los más jóvenes, todos con mucho talento, y otros recursos que utilizamos, como la música en vivo”.

—¿Y en cuanto a la estética?

—Para definir este aspecto apelo a lo que han dicho y escrito sobre el trabajo del grupo y la música como protagonista, la presencia del canto como otra forma de dialogar, una gestualidad emergida de la danza, el uso del color en el diseño, la indumentaria como una prolongación del trabajo del actor; pues todo está en función del trabajo del actor, lo cual nos ha identificado desde que se fundó el grupo y ha sido defendido por excelentes actores y jóvenes talentos.

—¿Por qué no te limitas a dirigir e incursionas en otros oficios del teatro?

—Siempre he aspirado a crear un teatro total. Como parte de esa visión de la obra escrita, al seleccionar un texto, me percaté de que concebía el montaje de modo integral: la obra, los personajes y el espacio escénico; todo desde el punto de vista exclusivo del director.

“Me imaginaba los personajes con un determinado color en su vestuario, con una determinada luz, y los imaginaba moviéndose en un espacio concreto que ya vislumbraba desde la lectura, así empezaba, entonces inconscientemente, a diseñar. Me apoyé en los conocimientos adquiridos en la Escuela Nacional de Instructores de Teatro, donde me gradué antes de estudiar dirección en el Instituto Superior de Arte.

”En esa escuela adquirí los conocimientos básicos del diseño de luces, atrezo, historia y diseño del traje. Aprendí a confeccionar la utilería y todo eso despertó en mí las ansias de creación durante los primeros años, en que llegué a diseñar el vestuario y a confeccionar la indumentaria en general.

”Es por eso que, poco a poco, me fui convirtiendo en un diseñador de luces, de escenografía y de vestuario”.

—¿Cómo la danza te salió al paso?

—En medio de este trabajo fue creciendo mi interés por la danza, por la labor desarrollada con dos compañías: Danza Abierta, dirigida por Marianela Boán, y Danza Combinatoria, por Rosario Cárdenas. Las experiencias que adquirí fueron diversas, como acentuar la teatralización del diseño coreográfico. Este acercamiento fue desdoblando en mí la faceta del diseño de coreografía. Me inicié, independientemente de mis puestas en escena, con diseños para otros grupos y coreografías ajenas a mi producción teatral.

—¿Tu superobjetivo en el teatro?

—Siempre va a existir una meta más allá de lo alcanzado, porque los artistas siempre estamos en movimiento, nuestro ideal es vivir creando. Sería amplificar, plasmar la mayor técnica en todos los aspectos que identifican nuestro trabajo, llegar al teatro total.

“Por ejemplo, la música en vivo en un formato mayor, más amplio, más abarcador; con la finalidad de explotar al máximo todas las posibilidades e incorporar todos los sentidos humanos a una representación. Algo que podría acercarse a lo que anhelamos es El banquete infinito, de Alberto Pedro, nuestro próximo estreno en 2013, título que demanda la incorporación de la plástica a gran escala en función de la teatralidad y otros muchos aspectos que continuamos descubriendo”.

—¿Cómo está inscrita la cubanía en el Teatro de la Luna?

—Está irremisiblemente imbricada a nuestra labor investigativa. La cubanía es nuestro laboratorio, es el generador de los espectáculos, alienta el experimento diario, es nuestra mayor inspiración. Porque al explorar los caminos del moviendo, de los sueños y la forma de proyectarse a la hora de actuar; lo cubano está presente y se impone en la escena. No podría ser de otro modo, porque somos cubanos, el teatro que hacemos es cubano; aunque sea una obra de teatro polaco, alemán o norteamericano.


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Ada María Oramas Ezquerro

De larga trayectoria en el periodismo cultural. Premio de Oro, del Gran Teatro de La Habana y Miembro de la sección de la Asociación de Artistas Escénicas de la UNEAC


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