Una unión de artistas jóvenes tiene la naturaleza de la irreverencia y a ese espíritu debe su vitalidad, de manera que si se aparta del camino marcado por la vanguardia corre el riesgo de anquilosarse y dejar de ser. La Asociación Hermanos Saíz (AHS), baluarte de la creación y cantera de talentos, encarna un espacio cubano pensado y sostenido para la irreverencia hacia el mal gusto, la seudocultura, el hundimiento del artista a manos de la carroñera marca del mercado.
Hay que decir que la tarea, cuesta arriba, ha traído sus frutos, pues, donde quiera que hubo un espacio para lograr que el joven creador se abriera paso, ahí estaba la AHS, cuyas puertas permanecen abiertas a toda persona de la extracción social que sea. Un elitismo, como el que mencionara Baudelaire, del espíritu resulta sano ante las bazofias de la exclusión clasista y el resurgimiento de bolsones de interés monetario en el seno de la cultura de las últimas décadas.
La juventud, en formación y de carácter rebelde, puede funcionar como el muñeco de paja que quieren los manipuladores de bolsillos engordados, quienes hacen creer en castillos de naipes e intentan derribar los edificios de la cultura más original.
El tiempo ha pasado desde que surgieran los primeros atisbos de la AHS, hoy podemos decir que en la arena del activismo artístico está a la altura de la Unión de Escritores y Artistas (UNEAC) y que sus editoriales y proyectos gozan de salud.
Existe, no obstante, el riesgo de que la AHS se aparte de la vanguardia mundial, ya que los medios para contactar con las últimas tendencias siguen siendo pocos. Una unión requiere, además del esfuerzo y el talento, del apoyo de instituciones que pudieran allanar el camino de los creadores hacia eventos internacionales, necesarios momentos en que los escritores y artistas confrontan su obra con las corrientes actuales.
Las salas de navegación de la asociación son el espectro más visible de intercambio con el mundo, ya que permiten socializar, investigar, acercarnos un poquito al Aleph de Borges a través de las redes sociales y la magia de Google. Pero la lenta velocidad de navegación, la imposibilidad de acceder a sitios, la poca disponibilidad de computadoras entorpecen dicho proyecto. Pudiera pensarse mejor cómo informatizar los centros de la AHS, de manera que funjan como verdaderas ventanas al mundo.
Otro reto está en que la obra de los jóvenes artistas llegue a los públicos, generar un consumo de los productos de la asociación en la masa del cubano, pues en ocasiones el circuito de difusión se queda entre intelectuales. El obrero, el campesino… deben conocer mejor qué hace la AHS y participar en ese momento crítico y de reflexión que es la obra de arte. No se trata de masificar lo que sabemos es exigente, sino de que el trabajo tan duro y prometedor de muchos no se quede en una sala pequeña o en los pocos ejemplares de una tirada en la editorial de provincia. La promoción del talento y su reconocimiento social siguen siendo las asignaturas álgidas de la organización.
Crecimiento y capacitación deben ir unidos en la política de la AHS, ya que no todo el que tiene talento está instruido, y a la vez merece acceder a conocimientos que allanarían su camino hacia la realidad consagradora. En tal sentido, la sede de la asociación en Villa Clara, a la que pertenezco, ofrece cursos de técnicas narrativas a los miembros, así como intercambios con premiados autores del territorio. El vínculo AHS-UNEAC tiene que jugar su rol, pues ambas vanguardias tributan a una misma sociedad, así que los alumnos de hoy serán los maestros del mañana.
Anoto que aunque hay espacios ganados por la asociación, como las Romerías de Mayo y los eventos de la trova, así como las tertulias literarias territoriales; aún queda mucho trecho en materia de apoyo a todo aquel que surja con una idea novedosa. Quizás si se refinara el mecanismo interno y financiero en tal sentido, proyectos como Ediciones Claustrofobias (hoy reconocido y sustentado) se hubiesen abierto paso mucho más fácil en el inexperto mundo de los ebooks cubanos.
La iniciativa no tiene límites, no debe por lo tanto burocratizarse, mucho menos dejarla en manos de capillas literarias o artísticas que ya sabemos el daño que le han hecho a la cultura cubana a lo largo de la historia. La asociación no le pertenece a nadie en particular, sino que es el espacio democrático para que todos, publicados e inéditos, se prueben en el campo de las letras y las artes sin que haya escollos absurdos.
Carece la AHS a estas alturas de un medio expedito para la comunicación endógena y exógena de sus miembros y logros. Aparte de espacios contados en la televisión nacional y el sitio oficial, diferentes intentos por fundar revistas ya sean territoriales o de alcance nacional caen como Ícaro. En un país donde se forman talentosos periodistas y surgen comunicadores con un marcado cariz crítico, aún se espera por el espacio ideal y amplio donde los jóvenes creadores hagan a su manera uso de la palabra.
La juventud es ese periodo inacabable, que no marca ni siquiera la edad, por tanto pudiera pensarse mejor el mecanismo que establece un límite de tiempo a la militancia. La madurez de un escritor pudiera llegar luego de los 35 y la asociación se estará perdiendo a un miembro de lujo y, peor, lo marginará de espacios de legitimidad.
Una unión de artistas cuyo culto a la belleza y la ética son manifiestos tiene por delante, en resumen, crecer y ser, dos verbos propios de cualquier organismo vivo.
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.