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jueves, 7 de noviembre de 2024

Karla Domínguez: “Sheila ha superado felizmente todas mis expectativas”

Karla la jovial pinera recuerda cómo su camino profesional se inclinaba hacia la Ingeniería Química, solo que el arte pudo más, y en el hecho de encarnar otras vidas adquirió el real sentido de la suya...

Ivón Peñalver en Granma 16/09/2020
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Karla Domínguez-actriz-novela cubana
Sheila es un personaje con el que me ha sido fácil identificarme, porque me permitió sentirme yo misma, nos expresa, la actriz Karla Domínguez.

Karla Domínguez es una jovial pinera que llegó a La Habana con 16 años. En la actualidad, con sus 23 años que parecen mucho menos, ella recuerda cómo su camino profesional se inclinaba hacia la Ingeniería Química, solo que el arte pudo más, y en el hecho de encarnar otras vidas adquirió el real sentido de la suya.

En poco tiempo ha tenido que vencer escollos; uno de ellos: hacer la prueba de ingreso a la Escuela Nacional de Arte (ENA) en más de una oportunidad, hasta lograrlo; reiniciar los estudios en La Habana, dejando atrás una vida estable en la Isla, y comenzar desde décimo grado nuevamente. Pero todo eso Karla lo cuenta como parte del propio aprendizaje que es la actuación. Agradece cada paso dado, porque ninguno ha sido en falso. Hoy se dedica a lo que quiere y asegura que a partir de la telenovela El rostro de los días varios directores le han propuesto personajes, lo que significa que se mantienen abiertas para ella las puertas de la televisión.

Pero El rostro de los días no significó tu llegada a la televisión.

—No, ya había trabajado en teleplays, en el espacio Sácame del apuro, en uno de los capítulos de Decisiones con Omar Alí. Por supuesto, la televisión siempre me pareció una meta por todo lo que representa y sobre todo por su alcance, pero bueno, siempre uno está sujeta a las oportunidades. Y eso ha sido esta telenovela: una gran oportunidad. Un amigo me avisó del casting y yo estaba medio indecisa, sobre todo porque me iba a tomar el tiempo de mis vacaciones, y para mí eso es sagrado, porque es la oportunidad de irme a la Isla, donde están mi papá y mi hermano. Sin embargo, me decidí y fui aceptada para ser la Sheila que hoy ven.

¿Cuál fue el mayor reto a la hora de asumir ese personaje?

—Indudablemente la edad, yo hice el personaje con 21 años, y Sheila estudia en la secundaria, aún no ha cumplido los 15. Es una adolescente muy madura para su edad, y en lo personal también lo soy, entonces, necesité establecer en mí como un equilibrio para no convertirlo en un personaje poco creíble por su seriedad o por la intensidad con que podría asumir sus parlamentos.

Me hablas de la madurez, ¿qué otros elementos te unen a Sheila?

—Además de la madurez, el afecto familiar y la relación de compromiso que tengo con mis familiares, aunque estemos a muchos kilómetros de distancia. También me identifica con Sheila la entrega con los amigos. Realmente es un personaje con el que me ha sido fácil identificarme y por eso le agradezco tanto, porque me permitió sentirme yo misma.

“Me complace su ternura, aun en medio de situaciones difíciles, y le agradezco las contradicciones que tuvo desde la ética de una adolescente: esa dualidad, por un lado, de contar un problema, pero por el otro no dejar de ser leal a la amiga. Además, desde una perspectiva muy sencilla, y sin aires de heroína, es decisora en más de una oportunidad hasta en conflictos que se suceden en su casa. Ella incluso desata emociones y situaciones que luego son decisorias. Por eso me hubiera gustado que se hubiera trabajado más su desempeño en su vida amorosa, eso lo hablé y sale al final de alguna manera, porque creo que ella merecía moverse más en esa arista más íntima, para suavizarla un poco”.

¿Cómo fue la química de trabajo con los personajes más cercanos?

—En sentido general, se logró una relación muy cercana dentro del elenco que combinaba perfectamente a grandes figuras con los nuevos que vamos llegando. En lo particular, no conocía a Lilita y terminamos con un vínculo muy estrecho y afectivo. Recuerdo que terminamos llorando en la escena del embarazo, y pareciese imposible, pero esa escena nos unió muchísimo.

“Con mis padres, Roberto Salomón y Tamara Castellanos, la relación fue muy linda, porque les gustamos como hijos desde el inicio y ha pasado el tiempo y nos seguimos llamando papi, mami, tati. Eddy, mi hermano, tenía 13 años por entonces y se tomó muy en serio nuestra hermandad, y yo acostumbrada a un hermano que extraño tanto, pues me comportaba como él necesitaba: lo cuidaba, a veces hasta lo sobreprotegía, porque realmente es un niño maravilloso.

“También la relación con Rubén Breñas y Rodrigo Gil (el novio de Lía) la agradezco mucho. En primer lugar, pasé del temor a la confianza más sincera al trabajar con Breñas. Hay una escena que grabé con ambos y fui con ese temor de quien está frente a un gran actor, pero él me hizo confiar, y es una escena fuerte por lo que significa dentro de la trama. Y con Rodrigo la camaradería fue esencial para llegar hasta el final”.

¿Qué pasa hoy con Karla y el público?

—Me sorprende felizmente la acogida del personaje. Me cambié la coloración del pelo. Yo soy una persona muy delgada, y eso también a la gente en ocasiones la confunde, pero hoy no vacilan en salir de la duda y me detienen, me miran con agrado, y eso ha superado mis expectativas. La gente agradece que esté en la historia de manera activa como lo hace Sheila.

“Claro, en toda esa alegría hay un nombre que ha sido esencial y es el de Ana Rojas, que nos ayudó en la interpretación, sobre todo a Sheila en la modulación de los matices para que todo lo que dijera, aun cuando pudiese ser un texto reflexivo, pudiera tener la organicidad que el personaje requería. Y por otra parte hay un agradecimiento muy especial a Yoanki Despaigne, asistente de dirección que apostó desde el casting porque yo fuera Sheila”.

¿Qué próximos proyectos tienes?

—Lo primero ahora mismo es exigirnos disciplina para poder parar esta pandemia, que no permite “echar a andar” muchos proyectos de trabajo que, por razones obvias, nos conllevan a estar unidos en escena. Pero ya sé que cuando todo vuelva a la normalidad voy a encarar a una niña muy particular, o sea, otra vez asumiré el desafío de asumir un personaje más chico que yo. Eso formará parte de una serie de Mariela López, concebida en 13 capítulos. Mariela es una profesional que admiro mucho.

“También continuaré con el grupo de títeres para niños El Arca. Este es un trabajo que adoro porque no soy mamá, pero me identifico mucho con los pequeños, y este grupo me ha dado esa gran oportunidad, además de un ejercicio profesional vital, incluso a la hora de enfrentar otras propuestas”.

Llena de proyectos, Karla Domínguez se despide de los lectores y espera que la vida le ofrezca la posibilidad de asumir un personaje negativo. “Sí, ya lo necesito mucho, y siempre que sea coherente, pues ahí estaré, con todo mi esfuerzo para que sea bien malo”.


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Ivón Peñalver

Periodista de Cubasí


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