Acudieron las musas al llamado de Alicia en el repertorio de la gala que dio inicio al festival Ellas crean, efectuada en la escena del teatro Mella, desbordado de público que ocupó la acera y parte de la calle, al punto que resultaba difícil llegar a la puerta de entrada y avanzar hacia la sala.
Para quienes, aún hoy, se atreven a afirmar que el ballet es un arte elitista, esta realidad negó tan absurda afirmación. Ante aquella multitud se reafirmó el criterio opuesto, pues el pueblo sabe valorar la grandeza de las creaciones de Alicia y el Ballet Nacional de Cuba.
SÍMBOLO DE LAS POSIBILIDADES DE LA MUJER CREADORA
En esta propuesta antológica, el aspecto de mayor trascendencia fue la amplitud de los subgéneros que emergieron en escena y marcaron los contrastes definidos y definitorios de una coreógrafa que alcanza la altura de sus interpretaciones como primera figura de la danza mundial.
En su quehacer coreográfico es significativo apreciar cómo Alicia se renueva y constituye un símbolo de las posibilidades de la mujer en el universo escénico, por ello una selección de sus creaciones subieron a escena en la gala de apertura del festival Ellas crean.
DE GISELLE A LA CONTEMPORANEIDAD
Durante la primera etapa de su labor como coreógrafa, Alicia soñó los clásico y recreó obras de trascendencia universal, por ello el programa incluyó escenas de Giselle, obra que marcó definitivamente su carrera, y le aportó vivencias desde su estreno. Fue consagratorio para ella el momento en que sustituyó a la primera bailarina Alicia Markova y pobló de lirismo el escenario del Metropolitan Opera House, junto al American Ballet Theatre.
Por ello, escenas escogidas de sus creaciones ocuparon una parte importante en la gala inaugural del festival Ellas crean, interpretadas por jóvenes talentos de la compañía. Manu Navarro supo aportarle la etereidad requerida para interpretar a la joven campesina devenida willi o espectro de los bosques. Adrián Masvidal, como el duque Albrecht, desplegó una ejecución balletística que anuncia un futuro danseur noble.
La bailarina principal, Verónica Corveas, perfiló a Myrtha, reina de las willis, con su implacable carácter; en tanto, Jorge González, en Hilarión, por su intempestiva aparición desató la furia de los espectros, quienes se cercaron en la perfección en la célebre diagonal del cuerpo de baile.
Uno de los títulos de reciente creación de la Alonso, Preciosa y el aire, inspirado en el poema homónimo de Federico García Lorca, logró matizar el clasicismo de aires hispánicos, en una imagen danzaria muy hermosa y una atmósfera donde lo cotidiano se inscribe en la ensoñación.
Verónica Corveas, en el rol de Preciosa, le otorgó acentos de ternura a su ingravidez; mientras, Jorge Sánchez proyectó el Aire, fusionando su interpretación clásica con la estilización del baile español, a lo cual unió su eficaz labor como partenaire.
Este ballet fue trabajado con minuciosidad por la coreógrafa, quien realizó un desmontaje semiótico con varias capas de lectura del poema lorquiano, y extrajo del contenido una gestualidad caracterizada por metáforas incorporadas al danzar.
Aunque data de 1990, Pretextos parece haber sido un título concebido en el momento actual, por los recursos que involucra en su diseño coreográfico. Se trata de un ballet abstracto en el cual se aprecia la intención de lograr efectos visuales de perspectivas, planos y convergencias, con una secuencia de pasos que arman estructuras visuales que apelan a lo geométrico, quizá para plasmar su formación con Balanchine, el geómetra del cuerpo.
La visualidad de esta obra resulta impactante pues logra hilvanar cadenas de acciones fluidas, pero también muestra un ritmo intenso con impresionantes perspectivas. En la proyección escénica adquiere protagonismo el diálogo sostenido por Alicia y el diseñador de vestuario, Salvador Fernández, por los leotards en blanco y negro con dibujos en formas similares el ying y el yang.
Dedicado a la primera bailarina italiana Carla Fracci, Desnuda luz del amor parte de una recreación imaginaria de los capítulos decisivos en la vida de una mujer. Desfilan ante la vista de los espectadores las escenas que evocan determinados movimientos de su abanico, o los modos de colocarse el chal y hasta sutilezas evocadoras en el danzar. El protagonismo lo tuvo la primera bailarina Amaya Rodríguez, quien ahorró recursos expresivos y dio muestras de una técnica de notable pulcritud.
Los tres personajes evocados en sus recuerdos amorosos fueron asumidos por Adrián Masvidal, Jorge Galíndez y Jorge Sánchez; quienes trazaron sicologías diferentes de los jóvenes en atinadas ejecuciones dancísticas.
Pese a su brevedad, Impromptu Lecuona constituye uno de los inolvidables de la Alonso, por lo representativo de La Comparsa y La Malagueña, como raigales de la música cubana, concebidos por el maestro Ernesto Lecuona, a partir de versiones orquestales elaboradas con maestría.
En este ballet, el cuerpo de baile realiza una labor cuya unidad de acción vertebra el protagonismo, con brillante desempeño de Verónica Corveas. Muy acertada su elección como gran cierre para este programa-concierto, por el impacto de su sorpresiva imagen congelada en el final.
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