Dedicarse a la niñez en un mundo globalizado, sometido a los intereses del mercado y no al cultivo de la sensibilidad, es un reto para muchos creadores del audiovisual, a escala planetaria.
Sin embargo, desde una sostenida voluntad artística muchos cineastas y videastas suman sus esfuerzos a favor de la infancia, como lo demuestra la próxima celebración, en Cuba, del segundo Festival Internacional del Audiovisual para la Niñez y la Adolescencia, que se realizará desde el 1º al 4 de junio.
Este evento, promovido y gestado por la intelectual norteamericana Julie Belafonte, contará en el 2006 con la presencia de 35 dibujos animados, así como también filmes de ficción para los más jóvenes, producidos en 11 países.
En esta oportunidad, el festival rendirá homenaje a uno de los mayores creadores de la animación en el Tercer Mundo, el cubano Juan Padrón, creador primero desde las páginas del semanario Pionero, en 1970, y luego en el cine cubano del personaje y las aventuras de Elpidio Valdés, un valeroso "mambí", como se llamaba en el siglo XIX a los patriotas que luchaban por la independencia de Cuba frente a la corona española.
Desde el dibujo animado Juan Padrón ha rescatado la historia, tras un profuso trabajo de investigación, en la reconstrucción de un escenario y de una época, y ha logrado trasmitir a la niñez cubana, y a cuantos conocen de estos animados en todo el planeta, sentimientos de hermandad y de solidaridad humana.
A partir de 1975 comenzaron para este creador los reconocimientos, cuando recibió su primer premio en el XII Festival Internacional de Cine para niños en Gijón, España. También ha sido jurado en numerosos encuentros del séptimo arte a escala mundial.
Durante toda la década su obra fue multipremiada en festivales internacionales, y como creador se ha desdoblado para trasmitir a otros sus experiencias, en calidad de docente, mediante la impartición de talleres y cursos.
Hasta el momento, Juan Padrón es el único realizador del animado cubano que tiene largometrajes en su producción: sus Vampiros en La Habana. El primero de estos dos filmes, cuyo referente se inscribe en la década de los años 30 del pasado siglo, constituye un verdadero clásico, en el cual integró al dibujo los elementos del suspenso de una cinta de espionaje, amén de apoyarse con particular maestría en el humor negro, con estilo paródico de los filmes de gángsteres de la llamada época de oro del cine norteamericano.
Mientras se apela a la guerra y a la violencia irracional como sustento de una ideología, desde el universo del audiovisual, en Cuba, se construye también una sociedad más justa, porque el animado es la semilla de quienes, en la adultez, serán hombres y mujeres, no sólo cinéfilos, sino mejores personas.
En ese superobjetivo se proyecta el quehacer de Juan Padrón y de cuantos como él, desde enero de 1960, trabajan en los Estudios de Animación del Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográficos, institución que auspicia el Festival al que asistirán creadores de Europa, Estados Unidos y América Latina.
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Fuente: EXCLUSIVO, 31/03/06
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