martes, 7 de mayo de 2024

Hago cine para comunicarme con el público (+Fotos)

Confesiones del director cubano Daniel Díaz Torres, a propósito del estreno nacional de "La película de Ana"...

Maya Ivonne Quiroga Paneque en Exclusivo 21/01/2013
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Rodaje de "La película de Ana" 01
Daniel durante el rodaje de "La película de Ana".

La película de Ana debe su génesis a una idea original de Tamara Morales, que finalmente se convirtió en ese largometraje tan querido por su director Daniel Díaz Torres, un hombre que admira la obra de algunos nuevos realizadores como Carlos Lechuga y Sebastián Miló y, que apuesta por la polémica en el cine.

Su primera incursión en el cine digital, en competencia durante la edición 34 del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, le ha traído grandes gratificaciones al también crítico y profesor de cine.

A pocas horas de su estreno en el Circuito Nacional conversamos con Díaz Torres para desentrañar los vericuetos del proceso creativo de La película de Ana, un filme, que en opinión del director, indaga sobre la manipulación, la prostitución sexual y aquella que consiste en hacer algo en lo que no se cree, a cambio de obtener un beneficio.

La película de Ana, es la historia de una actriz sin mucha suerte, que por presiones económicas, e incluso de dignidad frente a una situación ética con un ex familiar, se ve obligada a asumir el papel de una falsa prostituta, para involucrarse en un proyecto desarrollado por unos realizadores extranjeros, que piensa, le va a dar un cierto beneficio económico”, explica Daniel.

“Cuando ella entra en la pequeña red de una mentira, todo empieza a crecer y a complicarse lo cual le trae consecuencias inesperadas que la obligan a filmar una especie de “falso” falso documental sobre una vida que le es ajena.

“A través de esa máscara, que de alguna manera ella se ve obligada a ponerse, empieza a decir verdades y a descubrir cosas, que a su vez, la hacen crecer como persona e incluso en términos artísticos.

“En ello influyen sus relaciones con Yuliet Cruz, en la película una prostituta real, con una vida un poco complicada. Junto con su esposo, Ana empieza a adentrarse y filmar, un reportaje supuestamente real, pero sabemos que está manipulando la realidad”.

—¿Por qué se titula La película de Ana?

Es un título con valores diferentes: es la película que estábamos haciendo, la película que filma la protagonista, la película que aspirábamos a hacer y al final queda abierta.

—¿En qué género se puede clasificar La película de Ana?

Recientemente una realizadora puertorriqueña me comentaba que en los Estados Unidos hay un cierto tipo de películas que les llaman dramedia o dramedy y los italianos la nombran comedia dramática, que es esa especie de tono agridulce al que aspirábamos y que en buena medida se consiguió en la película.

La película de Ana comienza en el territorio más bien, de lo que podemos denominar comedia costumbrista, pero poco a poco hay algo detrás, en el fondo, un tono más duro, más amargo, más doloroso en la manera en que los personajes se van adentrando en esos conflictos.

“Los personajes entregan notas que van más allá de lo que pudiera ser una simple comedia humorística, con detalles y pinceladas, vinculadas con la inmediatez, la realidad y que dejará por lo menos un sustrato de reflexión entre los espectadores. Me siento en ese sentido muy satisfecho”.

—¿Cuánto contribuyó la actuación de Laura de la Uz y sus improvisaciones a la concreción de la película?

Desde un inicio la participación de Laura fue fundamental. Ella se adentró muchísimo en las características de Ana. Por la manera en que está trabajado, el guión le permite a un actor crecerse a nivel emotivo y de sentimientos.

“Hay una parte que va más allá del guión, y fue la manera tan profunda en que ella se involucró con el significado del personaje y el mundo de los actores, las complejidades de nuestra realidad y la manera en que eso influye en los sentimientos, en la expresión de los afectos.

“Una escena fundamental es una entrevista que se hace desde una azotea, en la barrida de Centro Habana.

Habíamos conversado mucho previamente, durante el trabajo de mesa. Laura le dio unas connotaciones dramáticas a esa escena, que para mi la convierten en uno de los momentos climáticos del filme. Eso fue en buena medida improvisado.

“Todos los actores crearon un clima, una atmósfera que hace sentir viva a esa familia. Fue un trabajo muy largo de lectura del guión, escena por escena, con Laura, con Yuliet, con Tomás Cao: un triángulo particular en la historia.

“Se dejó bastante espacio para que los actores enriquecieran diálogos, situaciones, toda la riqueza reflejada en la película. Esa es la base de la autenticidad del filme”.

—¿Cómo recibió la noticia del Coral de actuación femenina que le entregaron a Laura de la Uz en el Festival de Cine?

Creo que era más que merecido y esperado, aunque había otras grandes películas en concurso. La cantidad de matices que ella le aportó a su trabajo en la película la hacían muy merecedora de ese Coral. Para mi fue uno de los Corales menos polémicos de la historia del Festival de La Habana.

“Me emocionaron las palabras que pronunció cuando le entregaron el Coral porque lo dedicó no solamente a lo que significaba para ella. También agradeció a Yuliet y a otras grandes actrices del cine cubano, como Mirta Ibarra, por lo que había representado en los comienzos de su vida artística”.

—¿Se siente satisfecho por la recepción que tuvo la película durante el Festival de Cine de La Habana?

El coproductor austriaco estaba perplejo al ver el nivel de comunicación de la película, sobre todo cuando se proyectó en el cine Yara.

“La película tiene un costado muy realista. Cuando una situación provocaba risas, la gente se sentía muy identificada con lo que le estaban expresando. Pero había situaciones dramáticas, como la de la azotea, que me impactó ver a las personas aplaudiendo en un momento tan intenso y dramático como ese.

“Se comunicaron muy bien con el cambio de tono de la película. Es algo con lo que me siento bastante satisfecho. Uno hace cine para establecer un cierto grado de comunicación. Aspiro a motivar un interés en los espectadores y moverlos a pensar sobre lo que la película está proponiendo”.

—¿Para su próxima realización audiovisual continuará apostando por el cine digital?

Es una realidad que se impone por la calidad de las producciones digitales. La imagen y el sonido son mejores que los de una película en 35 mm. Hoy en día existen en el mercado excelentes cámaras. Lo que pasa en Cuba es que los proyectores de los cines no poseen las condiciones óptimas.

“Tenemos que avanzar en ese sentido. Son proyectores caros, pero hay que lograrlo para que el cine, como fenómeno social y comunitario, no desaparezca. Lo ideal es que al menos existiera un cine así en cada capital de provincia y tres en La Habana.

“Tuve la oportunidad de ver La película de Ana, junto al productor en Austria y, francamente, las condiciones eran óptimas, como la concibió Raúl Pérez Ureta, uno de los grandes directores de fotografía de América Latina. Igual sucedió con el diseño de la banda sonora, realizado por Osmany Olivare.

“Casi seguro, la próxima película la haré también en cine digital”, afirma categórico.

—¿Ya tiene título su próxima película?

No va a ser una comedia y, que conste, no tengo el menor prejuicio contra las comedias. Al contrario, el buen humor es una cualidad esencial de la inteligencia. Muchos críticos cubanos confunden humor con superficialidad, humor con humorada.

“Tiene más que ver con el rigor y la calidad del proyecto que uno está haciendo, sea cual sea el género en que uno se involucre. El próximo proyecto es un drama, incluso un poco oscuro, no quiero adelantar demasiado sobre ello. Se llama Los buenos demonios, parte de una idea y de un proyecto de Alejandro Hernández, un guionista cubano.

“La última versión del proyecto está próxima a terminarse y me siento muy motivado con él. Incluso, ya tengo hasta la idea de quiénes van a ser los actores principales. Quizás después de esa película haga una comedia.

“Nunca confundo comunicación con facilismo populista. No hay necesidad de ser oscuro, difícil, críptico, aburrido para lograr un cine autoral, personal y, a su vez, establecer un nivel de comunicación con el público”.


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Maya Ivonne Quiroga Paneque

Periodista, locutora, guionista y directora de radio y televisión


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