En los primeros días de noviembre —dirigida por Eduardo González-Manet— vuelve a escena la emblemática actriz cubana Flora Lauten, directora del grupo de teatro Buendía, tras 30 años sin actuar directamente en público.
En exclusiva para Cubahora, Flora se limitó a comentar que ella también tiene grandes expectativas y los nervios de punta con su inminente regreso a las tablas.
Por su parte, González-Manet, el famoso director cubano de cine, escritor y dramaturgo —fundador del Conjunto Dramático Nacional y del Teatro Nacional de Cuba—, explicó que en los cotidianos correos que a diario se cruza con Flora, desde hace varios años, detectó la añoranza de ella por su época de actriz.
Con más de 40 novelas publicadas e incontables piezas teatrales, el director de Un día en el solar, primer musical cubano llevado a la gran pantalla, explicó que escribe al mismo ritmo que un rayo y así creó el monólogo Teresa, basado en las 486 cartas conocidas de Santa Teresa de Ávila.
Flora le confesó su timidez en la escena, la imposibilidad de estar sola y la necesidad de enrolar a varios actores más del Buendía en la puesta en escena. González-Manet subraya que con la colaboración de Raquel Carrió, uno de los pilares esenciales de Teatro Buendía y los jóvenes discípulos del colectivo, hizo los arreglos correspondientes exigidos por su protagonista.
Incluyó a los intérpretes Elba Pérez Torres (Elbita), Jorge Enrique Caballero y Daniel Lara; cambió el título de la obra por el de Éxtasis (homenaje a Santa Teresa de Ávila) y ahora está en pleno proceso de montaje para estrenar en la primera quincena de noviembre en la sede de Loma y 39.
Flora Lauten, perteneciente a la vanguardia teatral cubana de los años 60 del siglo XX, posee un rico dossier como actriz y muchos la recuerdan por su desempeño en la película Lucía de Humberto Solás. En el segundo episodio de dicha cinta, ambientado en los años 30, encarna a la explosiva torcedora de tabacos que defiende a capa y espada su derecho a participar en una huelga obrera en la seudorrepública.
Dueña de una poética escénica, basada en rigurosas investigaciones y sugerentes imágenes, y con la colaboración estrecha de Raquel Carrió, Lauten revolucionó la escena criolla a partir de los años 80 con sus montajes vanguardistas.
Ella, con sentido de pertenencia, proclama sus verdades éticas y estéticas desde la sede del Buendía, una antigua iglesia habanera en la esquina de las calles Loma y 39 de El Vedado.
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