La Feria Internacional del Libro de La Habana no es únicamente un encuentro de la literatura. Cada febrero, uno de los acontecimientos culturales más importantes del país reúne en los espacios de la Fortaleza San Carlos de La Cabaña a cientos de individualidades, con motivos distintos y deseos por hacer realidad.
Las razones que pueden llevar a una persona hacia la Feria del Libro podrían ser disímiles. Cuando uno recorre sus diversas áreas las sorpresas son enormes: como es lógico, a cada paso encuentra niños, jóvenes y adultos interesados en comprar libros, las librerías reúnen largas colas y los parques se llenan de pequeños que leen en familia; pero también es usual hallar a quienes decidieron pasar una tarde juntos y solo se toman fotos, pasean y entran a las cafeterías. Otros persiguen las ofertas más económicas en la Feria artesanal ubicada en el Morro o compran afiches de sus deportistas y artistas favoritos, agendas y materiales escolares en las librerías en pesos cubanos convertibles (CUC).
Aunque a primera vista parecería ideal la confluencia en un mismo espacio de varias opciones, los criterios al respecto pueden ser múltiples, así lo constató Cubahora luego de largas caminatas y conversaciones con personas de distintas edades. Algunos consideran que la Feria debería satisfacer solo la necesidad de libros, y apuestan por dejar a otras oportunidades la artesanía. “A veces la Feria se llena de gente que viene únicamente a buscar artesanías o pasear y eso dificulta la estancia, porque atrae a mayor número de personas que si la venta fuera nada más de libros”, contó Ismael González, un joven universitario que llevaba varios minutos en espera para entrar a las librerías del Pabellón Central, en La Cabaña.
Otros, en cambio, defienden la inclusión de artesanías, opciones gastronómicas, juegos infantiles… pues significa una oportunidad recreativa para satisfacer los gustos de la mayoría.
Los hermanos Aylín y Yan Pérez de Alejo llevan varios años presentando artesanías creadas con sus propias manos en la Feria del Libro. “Esta feria es una plaza súper importante, porque es la más grande que tiene la ciudad, en cuanto a afluencia de público. El hecho es que la gente viene a comprar un libro y decide revisar la bisutería o las ofertas textiles”.
Según explican los hermanos, todos los años son muchas las personas que visitan exclusivamente los espacios del Morro para comprar artesanías. “La gente viene buscando ofertas más económicas, lo que está de moda o lo que se convierte en la sensación de cada feria”.
Tradicionalmente, esta Feria había sido un punto de encuentro entre artesanos del continente y de otras regiones del mundo, que acudían a este espacio para comercializar productos típicos de sus países. Era usual encontrar cubanos de distintas edades que se marchaban llevando blusas, sayas, carteras y mochilas tejidas por las propias manos de los artesanos, aretes, pulsos y bufandas.
Sin embargo, desde que el año pasado cesó la participación extranjera en la Feria, las opciones han disminuido. Ese lugar no ha sido ocupado precisamente por una amplia representación de la mejor artesanía cubana que se presenta en eventos como Fiart o proyectos como Arte en Casa. Ahora, en algunos casos, la artesanía se remite a productos que encarnan la filosofía de la repetición y sacrifican el arte manual.
“Yo creo que al no haber extranjeros no hay variedad”, explica Yan Pérez de Alejo, quien asegura que esta ha sido la causa por la que este año la afluencia de público haya sido minoritaria con respecto a años anteriores.
“Además, si hubiera una variante para que la Feria del libro tuviera a todo el mundo en el mismo espacio sería mucho mejor, pues actualmente aún muchos desconocen que existe un área dedicada a la artesanía dentro de la Feria”, concluyó el joven artesano perteneciente al Fondo de Bienes Culturales.
Por otra parte, la localización de los sitios de venta de la artesanía preocupó a uno de nuestros entrevistados. De acuerdo con Wilson Pascual, del proyecto Leo´s Diseño, el lugar para la venta no es el ideal. “Hay mucho polvo y esto influye en el deterioro de las ropas y otros productos”.
Sobre este tema existen múltiples criterios. Para Ariel Estévez, un joven cuentapropista de visita en el Morro, el hecho de que la Feria y la artesanía compartan espacios separados es una buena idea, porque así es menos complicado el movimiento en La Cabaña; pero sí le pareció bien que el espacio de las artesanías estuviera ocupado solo por las producciones nacionales. “Creo que esto realza lo que hacemos aquí y podría contribuir a que la calidad aumentara; aunque también me gustaría tener un poco de presencia foránea”, aseveró Estévez.
Las preguntas que podría dejar lo que está sucediendo con la artesanía en la Feria del libro son varias y ameritan análisis por parte de los organizadores de este gran evento. Quizás el problema no esté en agrupar en un mismo espacio (San Carlos de La Cabaña) libros y artesanías, sino en multiplicar las opciones de expositores cubanos y extranjeros en estos espacios, donde se presenten artículos con fines utilitarios, pero en los que se imponga el arte y el buen gusto.
Fotos: Fernando Medina Fernández/Cubahora
Josefina
25/2/13 18:18
Todos los dáis debo pasar por el túnel camino a casa. Me fijo que la gente lleva un afiche o un libro si acaso, pero ya no salen con jabas llenas de libros como antes. Y la colección "huracán" dónde quedó? auqnue era un "huracán de hojas" (se depegaba todo) pero se publciaron los mejores títulos de la novelísticas mundial, los cuentos, etc. ¿Por qué no se publican otra vez?
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