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jueves, 7 de noviembre de 2024

Elizabeth Reinosa Aliaga: los libros son la felicidad

“Nunca vi el oficio de escritor como una posición de comodidad, todo lo contrario: sabía que podía ser un estigma, una herida sangrante, pero detrás de esa angustia —a veces mezclada con cierto masoquismo— había una alegría inmensa y un deseo de regresar siempre.”

Mairyn Arteaga Díaz en Exclusivo 10/08/2020
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Elizabeth Reinosa Aliaga
En su obra algunos tópicos se hacen asiduos, para quien la literatura es vista como un acto de liberación, la fuga, pudiera decirse, es un medio para llegar a ello. (Foto tomada del perfil de facebook de la escritora)

En un inicio fue la lectura lo que la deslumbró. A partir de ese encuentro, la felicidad ha sido directamente proporcional a los libros a los que tiene acceso. Luego quiso verter toda esa felicidad en creaciones propias. Cada vez que se enfrentaba a la escritura, Elizabeth Reinosa Aliaga —también narradora— se inclinaba a la poesía: a su respiración, a su afán de revelarse contra lo previsible.

Elizabeth Reinosa Aliaga: En un mundo cada vez más preocupado en encontrar respuestas a infinidades de preguntas, es la poesía la que lo desestabiliza todo, planteando interrogantes. Como le dijera Octavio Paz a la poesía “Eres tan solo un sueño, /pero en ti sueña el mundo”.

A Santa Clara llega Elizabeth este 2020 como ganadora del Premio Fundación de la Ciudad en el apartado de décima, un subgénero que dentro de la poesía también la identifica. El texto en cuestión es Miedo al t(r)ópico que, según cuenta, surgió como una intención de transitar a los espacios interiores de la isla. Indagar es sus miedos, en sus zonas menos luminosas.

ELA: A través de los ojos del sujeto lírico, intento construir preguntas. Creo que el libro es una consecuencia de mis dos libros (de décima) anteriores. Puedo decir que establece una continuidad, como un eslabón que intenta unir la evasión del Ser y la evasión de su realidad inmediata. Es un libro donde el entorno social y la historia juegan un papel decisivo.

Dice Elizabeth que por lo general las niñas sueñas con ser maestras, enfermeras, actrices, cantantes y cuando crecen terminan siendo económicas, periodistas, arquitectas, diseñadoras. A ella también le sucedió eso en cierta medida, sabía que quería ser escritora y decidió, quizás intimidada por el destino económico de la mayoría de los escritores que conocía, estudiar Ingeniería en Ciencias Informáticas. Pero la satisfacción profesional es uno de los pilares de la felicidad.

ELA: Después de muchos años, decidí seguir el camino trazado desde el principio y aquí estoy, redefiniéndome. Por supuesto, nunca vi el oficio de escritor como una posición de comodidad, todo lo contrario: sabía que podía ser un estigma, una herida sangrante, pero detrás de esa angustia —a veces mezclada con cierto masoquismo— había una alegría inmensa y un deseo de regresar siempre.

Con unos seis títulos publicados, participación en una decena de antologías y más de 20 reconocimientos entre premios y menciones, Elizabeth Reinosa Aliaga, de 31 años, cree difícil saber cuáles son los artificios de la inspiración. De la misma manera, asegura, es difícil creer en ella, esperarla.

ELA: Por eso los escritores necesitamos armarnos de mecanismos que nos permitan enfrentar la escritura sin esa dependencia. Lo que no puede faltar es la disciplina: esencial para salir adelante sin esa señorita caprichosa (la inspiración) y para que el fuego de la pasión no se apague nunca.

En su obra algunos tópicos se hacen asiduos, para quien la literatura es vista como un acto de liberación, la fuga, pudiera decirse, es un medio para llegar a ello.

ELA: Hay temáticas muy recurrentes en mi escritura: el sentido de la fuga, de la memoria, el recuerdo, la locura. Algunas forman parte de lo circunstancial otras del aprendizaje. Con el paso de los años, algunas de estas obsesiones me han abandonado. Hay otras que todavía necesito entender. La fuga representa esa evasión de lo conocido, de lo que se puede tornar en aburrimiento.


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Mairyn Arteaga Díaz

Periodista cubana


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