A través de la historia han sido muy estrechas las relaciones entre la música y el baile y no sin razón, se ha afirmado que desde tiempos remotos: “No hubo música sin baile, ni baile sin música”...
A través de la historia han sido muy estrechas las relaciones entre la música y el baile y no sin razón, se ha afirmado que desde tiempos remotos: “No hubo música sin baile, ni baile sin música”. Y es que ambas manifestaciones han constituido un todo indivisible desde las primeras etapas de la humanidad, como expresión de la vida emotiva de los hombres y como forma artística elaborada, en períodos posteriores de la civilización. El ritmo, la melodía, la cadencia de los cantos, el silencio mismo, ha acompañado siempre al danzante en su milenario quehacer.
Obras del Romanticismo muy famosas fueron: La sílfide, estrenada en la Ópera de París en 1832, con música Jean Madeleine Schneitzhoeffer, Natalia o La lechera suiza del bohemio Adalbert Gyrowetz (1821), ambas del coreógrafo Filippo Taglioni; La Perí de Frederic Burgmüller de Jean Coralli (1843) y las que surgieron de la unión de los talentos del coreógrafo francés Jules Perrot y el compositor italiano Cesare Pugni: Ondina (1843), Esmeralda (1844), Pas de Quatre (1845) y Catalina la hija del bandido (1846). A Pugni se debieron también las partituras para coreografías del francés Arthur Saint-León en La vivandíere (1844); La muchacha de mármol (1847) y El violín del diablo (1849).
Otros compositores famosos del período fueron el francés Ernest Deldevez, creador de la primera versión de Paquita realizada por el coreógrafo Joseph Mazilier (1846) y Casimir Guide, compositor bohemio quien creó El gato con botas para una coreografía de Jean Coralli en (1836). Mención aparte merece la obra de Adolphe Adam, autor, entre otros de la célebre partitura de Giselle, que con coreografía de Coralli y Perrot fuera estrenada en la Ópera de París en 1841.
En el período que medía entre el Romanticismo y la aparición del Clasicismo en Rusia hay que mencionar la obra del compositor francés Leo Delibes, autor de dos obras que han llegado hasta nuestros días con gran éxito, Coppelia (1870) y Sylvia (1876). En Dinamarca, los compositores para ballet fueron múltiples y entre los más destacados figuran: Edvard Helsted, Simon Holger Paulli y Hans Lumbre, quienes crearon las partituras de las más famosas obras del coreógrafo Augusto Bournonville, creador de la escuela danesa de ballet, entre las que figuran Napoli, Festival de las flores en Genzano, La ventana y Lejos de Dinamarca, entre otros.
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Miguel Cabrera
Historiador del Ballet Nacional de Cuba
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