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sábado, 23 de noviembre de 2024

Don Quijote y Giselle: una renovación “a la cubana” (+Video)

Porque reinterpretar un clásico es algo más que desempolvarlo, e implica darle otra forma y sentido...

Ailén Castilla Padrón en Exclusivo 21/05/2018
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Ginnet Moncho y Adrián Masvidal del Ballet Nacional de Cuba en Pax de Deux de Don Quijote
Ginnet Moncho y Adrián Masvidal del Ballet Nacional de Cuba en Pax de Deux de Don Quijote.

Porque reinterpretar un clásico es algo más que desempolvarlo, e implica darle otra forma y sentido, es que podemos decir que a la escuela cubana de ballet la ha caracterizado la transgresión de códigos y su versatilidad para reescribir piezas universalmente famosas.

Giselle y Don Quijote, en las versiones de Alicia Alonso estrenadas en el pasado siglo, han trascendido en el ámbito mundial y han sido aplaudidas infinitas veces, lo mismo por explotar a plenitud las posibilidades técnicas que por la realización artística, la limpieza de los movimientos, los memorables giros de cada coreografía, y la armoniosa fusión entre la técnica y la dramaturgia.

Corría el mes de noviembre de 1943 cuando Alicia Alonso fue elegida para sustituir a la bailarina Alicia Márkova en el rol protagónico de Giselle, durante una temporada del Ballet Theater de Nueva York. Desde entonces, la acompañaría este sobrenombre y la versión cubana que llegaría en el año 1972 catapultaría a nuestro país a los grandes escenarios del mundo.

Giselle está basada en una leyenda popular recogida por el gran poeta lírico alemán Heinrich Heine y está concebida para dos actos. Cuenta una historia de amor, locura y vida más allá de la muerte, donde este personaje se suicida, a causa del engaño de su amante, y se convierte en una suerte de hada que vaga por los bosques hasta encontrar el descanso eterno.

La concisa narración, la cadencia de los movimientos, y la situación de los artistas dentro de la obra trazan un ascenso en los códigos románticos, sin desdeñar el trabajo creativo que obró en la búsqueda de una línea entre lo nacional y lo contemporáneo.

Proclamada como de las más logradas por el equilibrio dramático y la uniformidad, Giselle ayudó a visibilizar nuestro repertorio y afianzó futuros caminos de creación.  

En medio de este éxtasis llegó Don Quijote, el 6 de julio de 1988, bajo la dirección artística y coreográfica de Alicia Alonso, con coreografía de Martha García y María Elena Llorente, y libreto, escenografía y vestuario de Salvador Fernández.

Esta pieza sería una autóctona reinterpretación del clásico ruso de Marius Petipa y Alexander Gorski, basado en Las bodas de Camacho, del capítulo XIX del segundo libro de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra, donde se logra rescatar a un Quijote tierno como protagonista central de la trama, que permanece invariablemente sobre la escena.

La pieza cuenta con un prólogo y tres actos y presenta a Don Quijote como un hidalgo anciano y excéntrico con ilusiones de caballerosidad. Su amor ideal es Dulcinea y aparecen otros personajes ineludibles en el ballet como: Kitri; la heroína; Lorenzo, su padre; Gamache, su pretendiente acaudalado; Basilio, el hombre que la ama, y Sancho Panza, el sirviente.

El rigor de la puesta y la incorporación del grand pas de deux del III acto, garantizó credibilidad y autenticidad en las danzas, así como una ovación cerrada del público. De acuerdo con la crítica especializada que disfrutó del estreno original, a la versión cubana la distinguía el excelente montaje del drama, el carácter, la fuerza y la comunicación entre todos los personajes.

A lo largo de los años, coreógrafos de diferentes partes del mundo, con diferentes técnicas y escuelas, han concebido a través del lenguaje de la danza y del lenguaje corporal sus propias interpretaciones de estos clásicos, y en esta apretada lid compite el repertorio del Ballet Nacional de Cuba —aporte innegable a la cultura nacional—, compañía que ha sobrevivido estrecheces económicas y vaivenes para confirmarse como un epicentro de creación relevante que ha marcado pautas y erigido paradigmas en el arte de bailar en puntas.


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Ailén Castilla Padrón

Periodista

Se han publicado 1 comentarios


María
 30/5/18 11:28

Muy bueno el artículo, pero le seálo un pequeño detalle: el pretendiente acaudalado de Kitri se apellida Camacho, y no Gamache. Otra cosita, que ocurre a menudo en todas las publicaciones digitales que hablan sobre las presentaciones del Ballet Nacional de Cuba y las fotos no son actualizadas; en este caso Adrián Masvidal ya hace un tiempo no forma parte de la compañía. Saludos.

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