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sábado, 21 de diciembre de 2024

Cultura, ¿esta es tu casa?

Las Casas de Cultura deben ser centros docentes, cuya recreación huya de la seudocultura y cumpla los más altos requerimientos de las artes...

Mauricio Escuela Orozco en Exclusivo 25/04/2018
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Casa de cultura-Jibara
Cada Casa de Cultura tiene una modalidad docente, que deberá estar compuesto por personal capacitado. (Foto: micubitas.wordpress.com).

En el tema del funcionamiento de las Casas de Cultura ni podemos ser absolutos ni andar con paños tibios porque, sí, hay casos positivos, aislados, donde la institución se mezcla con la comunidad y se realiza el necesario intercambio que revitaliza una y la otra. Pero seamos claros, con la llegada de las tecnologías, el deterioro de las sedes, la subida de los precios de la vida y la caída estrepitosa de los salarios y tantas cosas más, se genera una ola de vacío en muchas Casas de Cultura. Me refiero a esas programaciones fantasmas, puestas en planes de trabajo y carteleras, mal promocionadas y peor concebidas, a las cuales asiste, si acaso, el propio personal de la institución.

Cualquiera no puede hacer cultura, pues para ello se necesita de la constante motivación mediante cursos y estímulos de todo tipo y sabemos que, producto de la precariedad y la obsolescencia de nuestras Casas de Cultura, la idea devino en mal, en parásito, y muchas veces no hay ese vínculo que nutre a la comunidad y trae consigo el aire renovador. Cada centro de este tipo tiene una modalidad docente, ergo, deberá estar compuesto por personal capacitado (filólogos, graduados de altos estudios en arte, críticos, escritores), disponer de las aulas y el material bibliográfico necesario. Sabemos, no nos engañemos, que en casi ninguna de las sedes se dispone de esta idoneidad, pues para empezar, lo más adelantado en materia de libros se halla en internet, y hasta las Casas de Cultura no ha llegado, ni se menciona siquiera, el proceso de informatización.

Los cubanos no podemos ser unos quijotes todo el tiempo, por eso el personal especializado de antaño o se atrasa en los planes de estudio y deja de ser idóneo, pide la baja o simplemente se apaga y espera la jubilación. Este no es el espíritu de trabajo que debe primar en un centro de altísima vitalidad comunitaria, sitio neurálgico de la vida en cualquier ciudad y por tanto priorizado en el sostén de la identidad, la actualización cognoscitiva y el vínculo con las vanguardias artísticas.

Por poner solo un ejemplo, nuestra Casa de la Cultura, Agustín Jiménez Crespo de Remedios, que otrora, al inicio del proyecto, funcionara, hoy no ofrece una programación a la altura de los gustos más exigentes, tampoco se precia de una docencia de las artes de alto vuelo. Durante mucho tiempo estuvo dirigida por personal de todo tipo, incluso una enfermera, mientras que su plantilla carece de los especialistas y la vanguardia necesarios.

Hoy, luego de que la institución remediana pasara un largo periodo sin dirección y con los trabajadores “marcando tarjeta”, puedo decir también que siendo esta ciudad una de las más antiguas del país, con una cultura genuina, capaz de autosustentarse, éramos varios los miembros de la Asociación Hermanos Saíz viviendo en Remedios, pero jamás se nos llamó ni a ejercer la docencia en la Casa de Cultura ni a una peña. Hay que destacar el trabajo que anteriormente se hiciera allí, con figuras como Yolanda Melillo Ferrer, profesora de literatura y filóloga, quien cansada de forjar escritores y no recibir ni una flor pidió la baja y vive hoy entre sus helechos en un campo cercano, llamado Cayo Las Vacas. De los retoños remedianos pertenecientes a la AHS en Remedios quedamos algunos, hemos querido crear una sede local, quizás en la Casa de la Cultura, pero ni modo.

Pareciera que, como en la canción de Silvio Rodríguez, hay “…perseguidores de cualquier nacimiento…” en esta villa más de cinco veces centenaria, de creciente turismo cultural e histórico y que tiene en el piso más de una de sus importantes instituciones comunitarias y de corte museológico.

Las Casas de Cultura son un proyecto bello, ya me lo dijo el amigo poeta panameño Javier Alvarado, Premio Rubén Darío, “…uno, que viene del mercado y la tontería, se queda atento ante una iniciativa presupuestada, con el solo fin de hacer cultura en cada poblado cubano…”, pero ello contrasta por ejemplo con el poco caso que se le hace, desde las Casas de Cultura, a las vanguardias siempre dinámicas, aportativas, con una vida propia que se debe explotar, porque el artista va a existir siempre, pase o no hambre, en cualquiera de los sistemas que viva.

Entonces, si se cuenta con tantos miembros de la AHS en la comunidad, si hay una sede de la Unión de Escritores y Artistas (UNEAC), en el caso de Remedios de las más antiguas de Cuba, si como además dijera mi amigo el Dr. Antonio Bermejo Santos, profesor titular de la Universidad Central y filósofo: “…Remedios siempre ha tenido, desde sus inicios una intelectualidad articulada…”, ¿por qué la morosidad en hacer cultura, el equívoco en colocar cuadros ajenos al sector al frente de las instituciones, la chapuza de no mostrar al menos dos actividades de altura a la semana?

Muchas cosas le podremos reprochar a un presente que nos paga un salario de 400 y pico de pesos por dar lo mejor de nosotros, pero no tendremos moral suficiente de pararnos a pedir lo que nos toca si dejamos de hacer lo que nos toca.

Un centro de este tipo debe ser docente, cuya recreación huirá de la seudocultura, dispondrá de presupuestos para reparaciones e invitación de figuras de las artes, y así enriquecer la vanguardia, además de eventos artísticos y literarios propios. Son tantas las cosas que en una casa, donde habite la cultura, se pueden hacer, que no alcanza esta columna.

¿Soluciones?, el guion está escrito y el show debe continuar, nadie dijo nada acerca de camisas de fuerza, la cultura es libre de tomar los derroteros que quiera, pero con el apoyo decisivo de las direcciones municipales y provinciales, el presupuesto y la fiscalización de su uso, el justo reconocimiento a la vanguardia y la consecución de un vínculo armónico y de carácter docente con la comunidad en el plano del arte. Así, la cultura, esa que sí, también lleva mucho dinero y apoyo moral, podrá decir de nuevo a la entrada del viejo edificio remediano que le sirve de sede: “esta es mi casa”.


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Mauricio Escuela Orozco

Periodista de profesión, escritor por instinto, defensor de la cultura por vocación


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