viernes, 27 de septiembre de 2024

Carbonell, otro grande que se despide (+Video) (+Poema)

Hace menos de una semana, Cuba despertó sin el artista con el cual se podían cerrar los ojos y dejarse llevar hasta ver casi claramente a los personajes que interpretaba...

Yeneily García García en Exclusivo 29/05/2014
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Luis Carbonell
La música nació conmigo y nunca hemos podido separarnos, dijo una vez

Este mayo se termina con un saldo inusual de malas noticias. Este sábado 24, Cuba despertó sin Luis Carbonell, la persona que por más de medio siglo iluminó las palabras y les dio vida, con esa cadencia característica que lo haría único.

Una de las primeras imágenes que recuerdo, y quizá una de las pocas que me vienen a la cabeza estando él todavía en su juventud, es la de verlo sobre un escenario, vestido con el reconocible traje de rumbero —mangas de vuelos, anudado a la cintura, pantalones y zapatos blancos— y derramando un “oh, negra fuló”, que se convirtió en su marca.

Su voz, el gesto cuidado y preciso al describir una estampa, y la vivacidad con que conseguía traer a la vida un pasaje escrito, le valieron, muy temprano en su carrera y de parte del mismísimo Ernesto Lecuona, el calificativo de “genio de la poesía negra”.

Con Carbonell se podían cerrar los ojos y dejarse llevar hasta ver casi claramente a los personajes que interpretaba: la mulata rebelde y juguetona, el moreno embaucador, el trabajador que vive en el solar y que en sus ratos libres toca rumba, todo un repertorio de papeles que ya no abundan en la vida real.

Reynaldo González escribió sobre él: “(…) Sus manos ofrecían una novedosa expresividad al recitar, pero también ganaban la resonancia del piano con una ligereza y un oficio insólitos; su acendrado paladeo de la música ayudaba a sus presentaciones. Traía en la voz algo de bongosero tradicional, decantado por un refinamiento criollo, la flexibilidad de lo vivido y asumido. Sonaba distinto. Era inimitable”.

Premio Nacional por partida doble, de Música y de Humor, Carbonell fue de invaluable ayuda para los jóvenes artistas que en búsqueda de asesoramiento, se ponían en sus expertas manos. Fue repertorista y pianista acompañante de quienes fueron después grandes figuras como Celina y Reutilio, y participó en la creación del Cuarteto del Rey, con el que debutó Pablo Milanés.

“La música nació conmigo y nunca hemos podido separarnos. Ella forma parte de mi personalidad”, dijo una vez.

El que tuvo la oportunidad de verlo, supo instintivamente que estaba frente a un maestro. Mi última vez fue hace casi seis meses, en su Santiago natal, primero durante un homenaje en la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba donde agradeció al pueblo haberlo colmado de amor y muestras de cariño a sus 90 años; y la segunda sobre el escenario de la Sala Dolores y rodeado del respeto de los habitantes de su ciudad, para los que declamó una estampa sobre la recuperación del Huracán Sandy.

“Déjenme ver si me acuerdo, porque a mi edad ya la memoria no es la misma”, bromeó aquella noche de noviembre, cuando demostró otra vez que no valía el tiempo para quien se sabía el Acuarelista de la poesía antillana.

Fue una suerte de Homero moderno, cronista de épocas, antropólogo, estudioso de la cubanía, que sabía representar como ninguno. Quienes lo vimos damos gracias por no haberlo hecho desde los libros o una grabación, agradecemos el privilegio de haberlo visto en escena y ahora poder decir: yo estuve ahí cuando Carbonell actuó.

Poema de Jorge de Lima declamado por Luis Carbonell

Esa negra Fuló  

Ahora se cuenta que llegó
(de eso hace ya mucho tiempo)
a la estancia de mi abuelo,
una negra algo bonita
que se llamaba Fuló. 

¡Esa negra Fuló! ¡Esa negra Fuló! 

- ¡Oh Fuló! ¡Oh Fuló!
quedó luego de mucama,
para cuidar a la señora
y planchar la ropa del señor. 

¡Esa negra Fuló! ¡Esa negra Fuló! 

- ¡Oh Fuló! ¡Oh Fuló!
(así hablaba la señora)
ven a ayudarme, Fuló,
ven a abanicar mi cuerpo,
que estoy sudando, ¡Fuló!,
a rascar mi picazón,
y a espulgarme la cabeza;
ven a mecerme la hamaca,
y ven a contarme un cuento,
que tengo sueño, ¡Fuló! 

¡Esa negra Fuló! 

- "Hubo un día una princesa
que moraba en un castillo,
y que tenía un vestido
con pececillos del mar.

Entró en la pierna de un pato,
salió por la de un pollito,
y Nuestro Señor mandó
que usted contara hasta cinco". 

¡Esa negra Fuló! ¡Esa negra Fuló! 

- ¡Oh Fuló! ¡Oh Fuló!
Lleva a dormir a los niños,Fuló.

"La madre mía me peinó,
mi madrastra se enteró
por los higos de la higuera
que el sabiá me pellizcó". 

¡Esa negra Fuló! ¡Esa negra Fuló! 

- ¿Fuló? ¿Eh, Fuló?
(así decía la señora
llamando a la Negra Fuló)
Dime, ¿dónde está el perfume
que tu señor me mandó?

- ¡Fuiste tú quien lo robó!

- ¡Fuiste tú quien lo robó! 

El señor fue a ver a la negra,
que el capataz azotó;
la negra se quedó en cueros,
y el señor dijo: -¡Fuló!
(el señor vio oscuro, oscuro,
como la negra Fuló) 

¡Esa negra Fuló! ¡Esa negra Fuló! 

- ¿Fuló? ¿Eh, Fuló?
¿y mi pañuelo de encaje?
¿y el cinturón? ¿y el broche?
¿y mi rosario de oro
que tu señor me mandó?
¡Fuiste tú quien los robó!
¡Fuiste tú quien los robó! 

¡Esa negra Fuló! ¡Esa negra Fuló! 

Y fue el señor a azotar
a solas a la negra Fuló:
la negra se quitó la pollera,
y el corpiño también se quitó,
y se fue poco a poco quedando
desnudita la negra Fuló... 

¡Esa negra Fuló! ¡Esa negra Fuló! 

- ¿Fuló? ¿Eh, Fuló?
¿Dónde, donde está tu señor,
que Nuestro Señor me mandó?
¿Ah, fuiste tú quien me lo robó,
fuiste tú, negra Fuló? 

¡Esa negra Fuló!


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Yeneily García García

Lectora voraz y artista frustrada, enamorada desde siempre del periodismo de Agencia y ejerciéndolo con plenas facultades desde 2008.


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