Las radionovelas son un género que en Cuba tuvieron su génesis, una luz que en aquel artificio del siglo XX conforman el formato de la vida con cierto protagonismo. Las primeras emisoras de radio del país ya prefiguraban una manera que trascendió los espacios del teatro para conformar un imaginario propio, cubano, que pronto se expandió por todo el continente.
Ya en 1938 Orson Welles había conmovido a la opinión pública con su dramatizado de “La guerra de los mundos” de HG Wells, radioteatro donde se retrató la ignorancia de toda una sociedad, puesta al paroxismo a partir de una supuesta invasión marciana. En el caso de Cuba, “El derecho de nacer” de Félix B. Caignet marcó un hito en tiempos de decadencia de los viejos valores coloniales, una especie de transición novelada hacia la modernidad nacional.
Pronto el género dejó de ser algo meramente entretenido para devenir en producto, en mercado y estaban ahí las novelas jaboneras. Como queda manifiesto en la novela “La tía Julia y el escribidor” de Mario Vargas Llosa, los dramatizados cubanos eran el oro del que bebían todas las emisoras de América Latina, las cuales se introdujeron rápidamente en una dinámica que nacía en los estudios habaneros.
Muchos recuerdan cómo “Las aventuras de Chan Li Po” paralizaban las calles del país, incluso el tráfico, a partir de su trasmisión por altavoces en el espacio público. Otros narran que la vida en aquellos tiempos se desarrollaba en torno a la radio; así lo refleja Woody Allen en “Días de Radio”, esa comedia de su crecimiento que demuestra cómo la imagen acompaña al ser en toda su magnitud.
Ahora bien, luego de su edad de oro en todo el mundo, la radionovela al estilo cubano y latinoamericano ha caído en clichés de los cuales no logra levantarse, sobre todo en torno a su formato, donde priman viejas fórmulas que debieran actualizarse según el lenguaje de los tiempos. Prima la noción grandilocuente en los libretos, que no hacen creíbles a personajes y parlamentos.
En el mundo se le ha dado otra solución a dichos problemas y mal que bien el radiodramatizado tiene ciertos índice de consumo. En el caso de Cuba, son pocas las emisoras que mantienen un estudio autónomo para grabar este formato. Quizás la centralización de esta tarea en Radio Arte esté lastrando toda la diversidad que en un tiempo llegamos a tener.
Se trata de un arte hecho para las masas, pero arte al fin cumple con unos requisitos que todos deben notar y anotar. No es la radionovela un género para personas mayores de edad necesariamente, ni toda la producción tiene que centralizarse, pues ello coloca fuera del circuito a muchos creadores y actores que no viven en la capital. Para que se tenga una idea, la emisora CMHW tiene un dramático que compite en las altas esferas, pero es de los pocos que funciona fuera del ámbito capitalino.
La radio lleva recursos, a pesar de ser el género de comunicación más barato e inmediato. Retomar también las trasmisiones de dramatizados en vivo pudiera ir llevando la dinámica a favor de los gustos públicos, activar la creatividad en todo el circuito. Los enlatados no siempre funcionan, de hecho suenan a eso, a enlatados.
Por otro lado, hay la tendencia a minimizar al actor de radio frente a otros colegas de diferentes medios, cuando en realidad fue ese formato que en el siglo XX rescató del olvido a muchos y les dio de comer a tantos. Que haya televisión, cine, internet, no quiere decir que la artesanía radial vaya a desecharse.
Los premios radiales, los festivales nacionales, deben contar con mayor difusión y apoyo a la vez que intercambiar con el universo. Enlatarlo todo en un paquete “Hecho en Cuba” nos hará poco competitivos. Si en el pasado fuimos escuela, no podemos asumir que ese tiempo es eterno, pues hoy el dramatizado toma muchos rumbos aunque tenga el referente cubano.
Loable sigue siendo la intencionalidad de muchos escritores de guiones de llevar los clásicos a la radio, para masificar la cultura, así como esas novelas basadas en el pasado de Cuba y de la humanidad: la historia se torna un arma cotidiana. Por ejemplo, la trasmisión de la radionovela “Amor en Remedios” gustó mucho en todo el país y sirvió como puente para dar a conocer la vida en una de las villas más antiguas.
La radio debe salirse de sí misma para poder ser, tiene que refundarse en muchos aspectos medulares, como guion, efectos, estudios de audiencia, segmentación de los públicos, dinámicas de intercambio, difusión de las historias, profundidad de los tratamientos, lenguaje radial... Pero, sobre todo, como cultura tendrá que seguir vibrando en nuestras ondas hertzianas, porque está en los genes del cubano.
Crear por crear, basados en personajes tipos y en fórmulas, sólo seguirá enlatando al ave radial que nació para surcar el éter.
Prof Arnaldo Coro Antich
26/9/18 11:14
Hay que enseñar a las nuevas generaciones como se concibe un libreto radial.... La radio siempre, desde el primer dia, ha sido EN COLORES y cuenta con 3D DE ALTA DEFINICION....
Porque la esencia de una buena intervención en la radio, requiere dominar el arte de la EVOCACION de imágenes acústicas y visuales que estan almacenadas en el cerebro de los oyentes....
Hoy en dia el tiempo de escucha de la radio es mucho mas breve que a mediados del siglo pasado... Me refiero a que hay que producir mensajes que ¨enganchen¨ al oyente .....
Cuando era un niño mi abuela escuchaba ¨La Novela del Aire¨ por Radio Cadena Azul, y junto a ella se me quedaron grabadas para siempre las palabras del locutor al inicio de ese espacio radial
No se lo pierdan : ¨ Abrense las páginas sonoras de la Novela del Aire...
Lamentablemente su derrota a manos del Derecho de Nacer marcó el fin de esa emisora e incluso el suicidio de su dueño Amado Trinidad Velasco.
OJO... En PInar del Rio también hay un dramático, al igual que en Camaguey...
Hace mucha falta un evento cientìfico que estudie con rigor el consumo de la Radio Cubana... sus costos de producción, y los niveles de audiencia que existen....
Tremenda tarea pues ya son 99 las emisoras que están en el aire.
Arnaldo Coro Antich
27/9/18 10:42
Un addendum a mi comentario de ayer:
Solo los estudios de investigación de audiencias, incluso por el clásico método de la encuesta comprobacional de puerta a puerta hará posible dar un salto cualitativo en la creación de parrillas de programación que esten mas acordes con los destinatarios de lo mensajes... Elemental Watson, diria Sherlock Holmes... Porque la colocación de los mensajes en nichos horarios apropiados es la diferencia en que un programa se escuche o no. Que bueno sería convocar a un debate en línea sobre la programación radial !!!
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