El talento, la creatividad y la integralidad de su profesión de teatrista caracterizan a Raúl Martín, uno de los directores que han dedicado una parte de su vida a la dramaturgia de Virgilio Piñera, de quien su puesta de La boda, precedida por su coreografía minimalista del clásico piñeriano constituyen una de sus creaciones más relevantes, en la trayectoria del grupo Teatro de la Luna, como director fundador. Raúl estrenó Matrimonio blanco, durante la Semana del Teatro Polaco y fue tan exitosa que ha sido invitada al XV Festival de Teatro de La Habana.
UN CANTO A LA DIVERSIDAD DE UN MODO METAFÍSICO
—¿Cuál es el superobjetivo de tu montaje en Matrimonio blanco?
—El director siempre se enamora de la obra desde el punto de vista dramatúrgico. Hay algunas que uno ve en el espacio y otras, no. Ese reto de contemplar sus imágenes me inspira y deseo montarlas para apropiarme de la ideología, de lo que dice la obra. Eso me ocurrió con el tema universal, que parte de un Matrimonio blanco, tan afín a nuestros días en cualquier parte del mundo.
—¿Cómo la definirías?
—Es un pacto que se acuerda para obtener determinados beneficios. Ese es el punto de partida de la trama y de ahí surge el entramado del argumento y se suceden las escenas que reflejan la intríngulis de la acción dramática. Una mujer clama por tener su espacio en la sociedad aunque sea diferente, aunque piense de un modo distinto ante un despiadado machismo que todavía hoy nos acompaña, en cualquier geografía, fundamentado por las ideas religiosas más ortodoxas, más cerradas. En una sociedad donde el hombre sigue siendo privilegiado. Y ella pugna por ocupar su espacio, pensando diferente. De un modo metafísico es un canto a la diversidad, que ha hace cobrar total vigencia como hecho escénico.
“Ella se siente atrapada y tal convicción la obliga a una decisión que tal vez no deseaba tomar. Y existen sociedades donde eso ocurre diariamente”.
—Con este cúmulo de contradicciones en el argumento, ¿cómo enfrentaste el proceso creativo?
—Fue muy complejo e interesante, porque es un tipo de espectáculo difícil de llevar a escena, pues requiere estructuras complejas en la producción de la puesta. Pero recibimos un gran apoyo en los talleres de Tecnoescena, en los vestuarios, de un diseñador de los tocados, atrezzos y elementos de utilería, de Michel Martínez, que trabajó de modo artesanal estos elementos, imprescindibles para el montaje.
BAILAR EN PUNTAS EN POS DE LA ETEREIDAD
“Esto puede apreciarse en todo, muy en especial en la escena de ballet de la protagonista, Yaité Ruiz, donde se me ocurrió que bailara en puntas, sin el entrenamiento de años tan necesario en ese arte. Teniendo en cuenta la magnitud del esfuerzo que debe realizar una bailarina para lucir ingrávida y etérea, lo cual resultó un gran esfuerzo para Yaité. Le sugerí que eliminara los pasos más difíciles, pero ella insistió en seguir adelante, con la asesoría de Brenda Estrada, bailarina del Ballet Nacional de Cuba.
”También fue importante la asesoría de los profesores de danza del grupo, quienes además de entrenar, asesoraron la parte de la rumba y otras exigencias coreográficas de la obra”.
UNA SERIE DE RETOS DIFÍCILES DE ASUMIR
—¿Y respecto al trabajo actoral?
—Requirió una labor muy intensa con todo el elenco, pues aunque el mayor peso interpretativo recae en dos personajes protagónicos, Bianca y Paulina, los demás tienen escenas muy complejas que exigen una profunda investigación de sus caracteres.
“Para lograr que nuestros propósitos se materialicen, de acuerdo a la concepción de la puesta, intensificamos el entrenamiento del grupo en el trabajo con la música y la gestualidad llevada a la danza.
”En fin, era una serie de retos difíciles de asumir en solo tres meses, pero multiplicamos el tiempo: alargamos los ensayos, que fueron intensos, de verdad. Además, tengo un equipo de actores que me responden muy bien y me conocen y los más jóvenes se esforzaron para incorporar la estética del grupo”.
EL MAYOR DESPLIEGUE VISUAL EN LA HISTORIA DEL GRUPO
—¿Como definirías el lenguaje de esta obra?
—Creo que abarca todas las tendencias, porque el texto —pese a que data de 1979— posee una escritura muy contemporánea. El autor, Tadeuzs Rosewicz, de Polonia; ya había podido mostrar alusiones al tema del surrealismo: de la farsesca, del teatro del absurdo, de la crueldad, por esa relación desmesurada de los personajes con el símbolo fálico que está en la obra, pero nosotros buscamos el modo de interpretarlo, pues él plantea ese roce grosero, procaz y, al mismo tiempo, poético. Muestra una poesía que sea complaciente, lo logra en su obra.
“Es la obra en la que el grupo ha tenido un mayor despliegue visual en su historia y un mayor trabajo con la escenoplástica, más objetos pequeños que se pierden, se extravían aparentemente en el teatro y el actor debe tener un cuidado extremo con ellos. Representan una prolongación del trabajo del actor, porque la indumentaria y el montaje de la obra lo pedían y esto se aviene a los códigos del grupo.
”Por eso, definir el género de este título es muy difícil. Tiene una mezcla muy grande, lo cual me encanta. Podría decir que es una tragicomedia farsesca surreal. Hay de todo y un humor muy peculiar. Es muy profana e irreverente en el sentido sociológico y me fascinan esos retos”.
GRAN RESPUESTA DEL MEJOR PÚBLICO
—¿Qué opinas de la respuesta del público?
—Ha sido magnífica. Siempre pensamos que el público de teatro iba a recibir la puesta con gran calidez, porque estamos jugando con recursos teatrales muy atractivos, de alguna manera.
“Sabíamos que si la puesta se trabajaba con total dedicación iba a producir un buen efecto en el público especializado, pero lo más asombroso ha sido la respuesta del mejor público, el que responde por su intuición y le da el respaldo popular.
”Cuando se estrenó Matrimonio blanco, varios teatristas como Reinaldo Montero, me dijeron que al público en general le iba a fascinar, y así ocurrió. Es una obra compleja en sus lecturas, en su estructura y hay que tener el oído bien afinado para entender lo que dice expresamente y las lecturas que implica. Pero pienso que hemos encontrado elementos artísticos que crean el puente entre el público y el espectador. Pero, sobre todo, se comprometen con la historia.
”Hemos recibido palabras bellas de especialistas y gentes de teatro, pero también de un público heterogéneo que ha visto varias veces la obra”.
—¿Cuándo va a presentarse en el 15 Festival Internacional de Teatro de La Habana?
—Los días 1 y 3 de noviembre, en la sala Raquel Revuelta. Vamos a cambiar de casa y veremos cómo nos va. Y estamos muy contentos por haber sido invitados al Festival.
DONDE ESTEMOS NOSOTROS, LO CUBANO NO PUEDE FALTAR
—¿Estás preparando un próximo estreno?
—En fecha próxima participaré en un evento en Los Ángeles, donde se representará Al otro lado del mar, que estrené en República Dominicana. Es un texto de José Ignacio Rito que participará el año próximo en Mayo Teatral, de la Casa de las Américas. Y estoy loco porque el público cubano vea esta puesta.
“En diciembre retornaremos a la sala Adolfo Llauradó, con Matrimonio blanco, todos los fines de semana de diciembre, de viernes a domingo.
”En enero quiero empezar una promesa dilatada: El Banquete infinito, una obra cubana, que era un anhelo para mí, pues hace un tiempo hemos estado dedicados a obras europeas. Sin embargo, Matrimonio blanco, aunque es un título polaco, deja traslucir con evidencia un acento cubano. Y eso es inevitable. Lo tenemos nosotros, se lo ponemos y está inscrito en la interpretación con acentos en cada uno de los pasajes de la obra. Porque donde estemos nosotros, lo cubano no puede faltar”.
Michelle
25/10/13 10:28
Tengo amistades que les gusta mucho el teatro, espero que este Festival supere las expectativas con las que se ha trabajado.
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