Leernos

Este sábado mi hija cumplirá cinco años. En unos meses, su hermano tendrá cuatro. Percibo que entramos a otra etapa, lo siento en el tiempo que dedican a ver películas y a jugar, sin buscarme; en las conversaciones que tenemos; en las preguntas que hacen.

Crecen y mi maternidad deja, poco a poco, esa etapa inicial de ofuscación, confusiones y maravilla descontrolada. Vamos creciendo juntos, entiendo mejor sus necesidades y mis falencias; en muchos temas complejos puedo darles explicaciones. Sigue siendo una aventura, pero teñida de más madurez y sosiego.

Sin embargo, una lectura reciente me hizo volver a aquella tormenta inicial, a los miedos del embarazo, al posparto y a la sensación de no saber quién era yo; y, sobre todo, a la interrogante perenne de si a otras madres les había pasado como a mí: estar ante un proceso indescriptible, solitario, retador… del que se habla bien poco.

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Porque sobran los libros, artículos y blogs sobre las semanas de embarazo, los cuidados y las enfermedades; pero ¿dónde queda el alma?, eso que no se ve y que, no obstante, luego de embarazarnos y parir sentimos diferente.

Convertirse en madre abre toda una nueva dimensión de la espiritualidad propia; como persona es un renacimiento, un viaje hacia una misma.

Me hubiera gustado mucho en aquel entonces leer este libro, tan delicado y potente: Línea nigra, escrito por Jazmina Barrera (Ciudad de México, 1988) y publicado en 2022.

El título hace referencia a la línea alba que a muchas mujeres les atraviesa el vientre durante la gestación. En el prólogo, apuntan:

“Desde los primeros momentos de su embarazo, Jazmina Barrera inició un diario que pronto se convirtió en un ensayo. Pero escribir sobre la gestación es también hacer la crónica de un proceso: el relato del comienzo de la vida. Así, Linea nigra es una novela ensayística o un ensayo novelado donde la autora, con la inteligente curiosidad y el lenguaje transparente que la caracterizan, da cuenta de la enigmática transformación de su cuerpo gestante: una labor tan común como asombrosa e incomprensible”.

También dicen: “Barrera narra con honestidad el dolor, la angustia o la felicidad propios del embarazo y la lactancia, ese lugar del espacio-tiempo en que coexisten la luz y la oscuridad en el cuerpo de una mujer”.

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Jazmina no solo cuenta su propia experiencia, y la de las mujeres de su familia, sino que acude a otros textos sobre la maternidad escritos por Rosario Castellanos, Mary Shelley, Frida Kahlo, Ursula K. Le Guin, Luz Jiménez, Tina Modotti, Virginia Woolf, Simone de Beauvoir, Alice Munro o Margaret Atwood. En ese sentido, el volumen es un descubrimiento en sí, que apunta a muchos otros.

Me quedo con algunas frases subrayadas: “No hay milagro más cruel que este”; “La parte de la maternidad que siempre me ha dado más miedo, dice Sheila Heti, es su eternidad”; “No hay tiempo en el lugar de las madres”.

Produce un gozo tremendo encontrar las dudas, temores, y alegrías propias en palabras de otras madres; y nos reafirma en que la experiencia de la maternidad es contradictoria y exigente y siempre lo ha sido.

Al final del libro, Jazmina nos regala la lista de los textos por ella leídos, como una incitación a buscarnos en otras voces; o quizá a escribir lo que tiene para contar la nuestra.