La mujer que no envejecía, de Grégoire Delacourt

“La mujer que no envejecía”, de Grégoire Delacourt, narra la curiosa vida de Betty desde su nacimiento. En un inicio todo era normal hasta que llega el primer punto de inflexión de la historia, la muerte de su madre. “Con trece años entendí que la belleza no dura”, reflexiona la joven en ese momento de dolor y es la primera vez que siente un cambio interior.

Poco después continúa conmovedora la novela, nos cuenta los descubrimientos de la adolescencia de Betty y cómo llega a los 30. A esa edad le proponen participar en el proyecto fotográfico llamado “Tiempo”, que trata de fotografiar cada año a varias personas para ver cómo envejecen. Sin embargo, cinco años después, la mujer constata que sigue igual. Aunque al ir al médico le informan que sí envejecen sus órganos internos.

¿Cómo es esto posible? ¿Se puede ser feliz cuando envejecen todos a tu alrededor menos tú? Son algunas de las interrogantes que nos mantendrán leyendo este libro de prosa ágil y poética.

La idea en sí, no es novedosa. Los dilemas sobre extraños envejecimientos y la eterna juventud ya se nos ha presentado en el Curioso caso de Benjamin Button, de Scott Fitzgerald, y El retrato de Doria Gray, de Oscar Wilde, por ejemplo. Sin embargo, “La mujer que no envejecía” no alcanza tanta profundidad, pero a pesar de ello no deja de ser interesante su propuesta.

Su diferencia es que esta vez es un personaje femenino el que sufre de un envejecimiento fuera de lo común y sus consecuencias. El punto de vista de una mujer enriquece la idea e introduce la importancia de la juventud para las mujeres en una sociedad que les exige mantenerse bellas para tener valor. Pero, ¿bastará lucir joven para ser feliz?