“Por el camino de Swann” aborda varios temas: el amor, la burguesía francesa, el arte…; sin embargo es sobre todo una novela sobre el recuerdo, la evocación del tiempo transcurrido desde la visión y el estilo literario del escritor francés Marcel Proust.
Resalta por no ser un relato lineal sino historias que parten desde la memoria de su narrador, un joven escritor que recuerda su infancia, desde el efecto de lo que Proust llamó memoria involuntaria. Un tipo de recuerdo que despierta a partir de los sentidos, que no es premeditado y consciente.
¿Qué mejor ejemplo que el de la magdalena? Pasaje del libro que resulta memorable precisamente por su capacidad de evocación:
“(…) me llevé a los labios unas cucharadas de té en el que había echado un trozo de magdalena. Pero en el mismo instante en que aquel trago, con las migas del bollo, tocó mi paladar, me estremecí, fija mi atención en algo extraordinario que ocurría en mi interior. Un placer delicioso me invadió, me aisló, sin noción de lo que lo causaba. Y él me convirtió las vicisitudes de la vida en indiferentes, sus desastres en inofensivos y su brevedad en ilusoria, todo del mismo modo que opera el amor, llenándose de una esencia preciosa; pero, mejor dicho, esa esencia no es que estuviera en mí, es que era yo mismo. Dejé de sentirme mediocre, contingente y mortal. ¿De dónde podría venirme aquella alegría tan fuerte? (…)”
Es a partir de ese momento que el sabor magdalena y el té transportan a su infancia al narrador, a una mansión en el campo con su familia, lugar donde comienza verdaderamente la trama de la obra.
“Por el camino de Swann” tiene un carácter autobiográfico, pues Proust se vale de sus propias vivencias o las de sus conocidos para construirlo. También es un retrato de la sociedad francesa, de la nobleza en declive y la burguesía en ascenso, de la mentalidad de una época.
Largas oraciones con giros poéticos, al estilo del autor, recrearán para el lector ese pensamiento y modo de vivir, la infancia de joven escritor y posteriormente las ilusiones de otro personaje, Charles Swann, su vecino.
El escritor y ensayista cubano, Jesús David Curbelo, en “Un ejercicio crítico sobre Marcel Proust” resalta el aporte del autor a la novela moderna: “Hasta entonces, la novela había gozado de un narrador omnisciente, casi divino, al estilo de Balzac, Stendhal o Dickens, que siempre lo sabían todo acerca de sus historias y sus personajes y se limitaban a ir desarrollando un relato que ya tenía, de alguna manera, un final prefigurado. Proust, por su parte, inicia un viraje fundamental hacia la subjetividad, hacia un nuevo tipo de novela que reestructura el mundo desde una mirada subjetiva, conseguida mediante el uso de un yo narrativo que modifica la relación narrador-lector. Porque, en efecto, con la aplicación de esta primera persona, Proust conduce al lector a través de una larga exploración cognoscitiva.”
Este libro y en general las siete volúmenes que componen la novela “En busca del tiempo perdido” destacan por la valoración que hace del tiempo y la memoria desde lo subjetivo, con un realismo que impacta y conmueve.
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