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sábado, 23 de noviembre de 2024

Suplencias, decepciones y algo más (+Fotos) (+Video) (+Infografía)

Isco Alarcón y Philippe Coutinho pasan por el momento más delicado de su carrera deportiva...

Haroldo Miguel Luis Castro
en Exclusivo 15/01/2019
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Coutinho portada
El brasileño no exhibe ni la sombra del juego que hizo a los ojeadores catalanes fijar su atención sobre él durante toda una campaña.

Quien alguna vez haya decidido probar su suerte con un balón en los pies sabe, por experiencia propia o ajena, de un rincón dentro de una cancha de fútbol  temido y odiado por todos, un lugar capaz de sacar los peores miedos y pesadillas al mismísimo Hércules si hubiera conocido el placer de gambetear o anotar un gol: el banco de suplentes.

Da igual si te acoge por lesión, cansancio o decisión técnica, “habitar” ese espacio más tiempo del recomendado nunca resulta saludable para el orgullo y mucho menos la confianza. Algunos, a golpe de costumbre o resignación, señalarán que sentarse allí forma parte del juego, argumento que respeto, pero no comparto.

Por eso, resulta difícil creer a Isco Alarcón cuando dice sentirse feliz en el Real Madrid que lo ha condenado a la falta de acción. Desde la llegada de Santiago Solari a la directiva blanca, el centrocampista malagueño se convirtió en una figura totalmente prescindible para el DT argentino. Al principio, su ausencia en el once inicial se interpretó como la consideración a un jugador todavía convaleciente de una operación de apendicitis, pero el paso de las fechas poco a poco dio a entender su falta de fe en quien había sido, hasta entonces, pieza imprescindible en el esquema de Julen Lopetegui.

De los 17 partidos disputados en la era Solari, Isco solo abrió como titular en dos encuentros y no lo hizo nada mal. Sin embargo, arrastra la cadena de saberse un futbolista caracterizado por sus altibajos, capaz de disputar un puesto entre los mejores cuando está en estado de gracia, pero otro bien diferente cuando se le enfría el corazón.

Santiago Solari no cuenta con Isco desde sus primeros partidos como entrenador del Real Madrid (Foto: Marca).

Aquellos que justifican su escaso protagonismo en los últimos meses alegan desde falta de compromiso en los entrenamientos, hasta un feo cruce de palabras con el míster, quien continúa dando como justificación a tantas suplencias “decisiones puntuales”, el mismo discurso empleado con Keylor Navas, mientras Isco aparece “puntualmente” pegado al asiento del banquillo al inicio de cada encuentro.

Razones a favor o en contra, en todo esto solo un aspecto parece quedar claro, no hay ni pizca de feeling entre uno y otro. Al “Indiecito” no le gusta la forma de jugar del 22, y a este no acaba por convencerle la manera en que interpreta el fútbol el sudamericano.

Su rol de última opción de una plantilla que se encuentra muy lejos de jugar a su máxima potencialidad quedó reflejada una vez más en la más reciente fecha frente al Real Betis, donde tampoco vio la luz de la titularidad pese a las bajas de Mariano, Bale, Asensio, Kroos, Llorente y Lucas Vázquez. Cuestión para nada sorprendente si tenemos en cuenta que el español se ha visto superado por los jóvenes Dani Ceballos, Vinícius y Fede Valverde.

A simple vista, al malacitano no le queda de otra que esperar. Si bien el contrato de Solari lo vincula a la Casa Blanca hasta el 2021, su salida al final de la temporada se vislumbra desde ahora como casi un hecho. No obstante, siempre tendrá la opción de hacer las maletas y otear el horizonte. Quien es hoy un referente para la selección nacional de España sufre como colegial la manía de un profesor imposible de burlar, aun cuando pretende destacar como el más listo de la clase. De muertes y resurrecciones está hecho el fútbol, pero en este caso, el milagro se antoja poco probable.  

COUTINHO: EL HEREDERO SIN TRONO

Aunque con mucho menos sensacionalismo y prensa a su alrededor, en Barcelona también se viven horas tensas y momentos de angustias por causa de quien alguna vez, estuvo llamado a convertirse en el protagonista de la siguiente generación de azulgranas defensores del gusto y buen trato con el esférico: Philippe Coutinho. A poco más de un año de su fichaje, el brasileño no exhibe ni la sombra del juego que hizo a los ojeadores catalanes fijar su atención sobre él durante toda una campaña.

Coutinho llegó al santuario del presidente Josep María Bartomeu luciendo la etiqueta de crack por la discreta suma de 160 millones de euros, el traspaso más caro de la historia del club hasta la fecha. Tenía como objetivo borrar el recuerdo de su compatriota Neymar Jr y aligerar la carga de un agotado Andrés Iniesta que terminó por preferir aguas menos tormentosas como la de la liga japonesa.  

Actualizado hasta el 5/1/19 (Infografía: Marca).

Ernesto Valverde, en su segundo año como director de la orquesta culé, puso toda la carne en el asador y apostó por ubicarlo como interior izquierdo, con Ousame Dembelé de extremo por el mismo carril. No obstante, lo que en papel pareció la estrategia perfecta, en la práctica fue todo un desastre. Al equipo se le hacía imposible conectar con la primera línea de combate y se rompía con facilidad  en la medular del campo, por lo que resultó imprescindible la presencia de un centrocampista de perfil más natural como Arthur Melo o Arturo Vidal que, junto a Rakitic y Busquets, brindaran mayor estabilidad en la zona creativa.

Pese a esto, el “Mosquito” no perdió su posición, solo la adelantó. No obstante, al brasilero la suerte se le agotaría en el feudo del Inter de Milán donde una lesión le cayó como jarro de agua fría y, desde entonces, todo fue de mal a peor. En su ausencia, el habilidoso Dembelé hizo las paces con la afición y consigo mismo y despertó su mejor versión. De la noche a la mañana se volvió un elemento inamovible del once inicial no solo por sus sobrados recursos, sino también por la empatía lograda con el siempre todopoderoso Lionel Messi.

Coutinho atrae por su visión de campo y juego vertical (Foto: Getty Images).

Así, “la perla brasileña”, el heredero natural de Iniesta, quedó relegado al segundo lugar. Para mayor de los males, cuando tiene la oportunidad de montar batalla, no lo hace nada bien. Previo al encuentro de Copa del Rey contra el Levante, Jon Aspiazu, ayudante de Valverde, admitió un secreto a voces al decir que “Coutinho quizás no está al nivel del año pasado y Dembelé le ha pasado un poco por encima”, y así se ratificó.

Sobre el césped se vio un jugador alicaído, sin chispa y con muy pocas ganas. Sin la tutela de Messi y Luis Suárez pareció torpe, cometió pérdidas infantiles, no buscó asociación, ralentizó el juego de ataque y enseñó mil años antes sus intentos de regates. En resumen, un verdadero desastre.

Tal situación a las altas esferas culés les hace algo más que roncha, pues no toleran la idea de ver en la lista de suplentes tanto dinero invertido. Por eso, cuellos blancos de la institución y agentes del futbolista critican al entrenador la forma peyorativa en la que administra a Philippe. El “Txinguirri” no se corta ni un pelo y ya lanzó un mensaje fuerte y claro: “si un jugador no está feliz, tiene que luchar para revertir la situación”.

Ya sea como titular o como suplente, Coutinho deberá recuperar cuanto antes las virtudes que lo llevaron a la institución más ganadora de la última década, no solo por el número de competiciones que exigen siempre la mejor versión del Barca, sino también porque, si por algo no se caracterizan los catalanes es por su paciencia.


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Haroldo Miguel Luis Castro

Periodista y podcaster


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