Barcelona y Real Madrid protagonizaron tres enfrentamientos en menos de un mes. La ronda semifinal de la Copa del Rey y la jornada 26 de La Liga fueron los escenarios donde merengues y blaugranas revivieron la eterna rivalidad. Con un par de victorias y un empate, los catalanes, además de vencer al conjunto blanco en el duelo particular histórico por primera vez en 80 años, privaron a los dirigidos por Santiago Solari de avanzar en el certamen copero y, de paso, les dejaron cuesta arriba las posibilidades de hacerse con el título del campeonato doméstico.
Como en pocas ocasiones, el clásico de clásicos definió el rumbo de una temporada ya envuelta en la recta final. Mientras el Barça mantiene viva las esperanzas de conquistar el triplete, para el Madrid ganar la Liga de Campeones de Europa se antoja nuevamente como la única consolación de una campaña repleta de inconsistencias e irregularidades.
Repasemos algunos detalles de estos trepidantes enfrentamientos:
MÁS SABE EL DIABLO POR VIEJO
Santiago Solari no pudo concretar su primera victoria sobre el Barcelona como entrenador del conjunto blanco (Foto: Reuters).
Ernesto Valverde demostró contar con muchos más argumentos que el “indiecito” Solari. No por el claro hecho de haber salido victorioso, sino por como controló los encuentros. Valverde supo interpretar la propuesta del DT argentino que apostó por un balompié dinámico, de transiciones rápidas y presión alta por las bandas para obligar a jugar por el centro del campo.
Por eso, sabiéndose con una alineación madura y con el guion bien asimilado, manejó los tiempos de cada partido con gran maestría; replegándose sin complejos y saliendo a la contra cuando el enemigo asediaba y aprovechando con eficiencia cuanto desliz tuvo el rival. Ni por asomo este fue un Madrid similar al del 5-1 que terminó por "licenciar" a Julen Lopetegui. En esta ocasión mostró coherencia y personalidad. Sin embargo, la escasa referencia en ataque y el inevitable desgaste físico del planteamiento táctico terminaron por embotellar a un equipo con grandes mejoras, aunque todavía insuficientes.
MESSI... SIEMPRE MESSI
Sin la velocidad de antaño, Lionel Messi se dedicó a crear opciones desde la segunda línea de ataque (Foto: elpaís.com).
Lionel Messi podrá no andar bien del todo, pero un simple calentamiento al costado de la cancha le basta a la escuadra culé para dar un revulsivo anímico y un motivo más de preocupación al contrario. Consciente de su “fama” y del férreo marcaje que desplegarían sobre él, asumió un rol en apariencia secundario y confió los goles a los demás.
Desde la segunda línea ejerció su polivalencia oxigenando el centro del campo, ofreciendo balones al espacio, arrastrando marca o gambeteando a placer. Por enésima ocasión quedó demostrada la "messidependencia" de una plantilla que pese a estar desbordada de figuras de extraordinaria calidad, se muestra incapaz de entender y practicar el fútbol de la misma manera si en el terreno faltan “la pulga” y sus genialidades.
VINÍCIUS TIENE, PERO…
Vinícus continuó con problemas para culminar las jugadas (Foto:AP).
Con apenas 18 años, el brasileño Vinícius Jr ya pasó a los libros de historia como el madridista más joven en disputar un clásico desde el debut del mítico Raúl González en la temporada 1994-95. Descaro y desborde caracterizaron al carioca, lo mejor por el Real Madrid ofensivamente hablando.
Vinícius exhibió un gran sentido de la orientación, velocidad y magia con el balón en los pies. Sin embargo, le costó finalizar las acciones. El exceso de confianza y una pésima puntería lo hicieron inofensivo de cara al arco, aun cuando asumió la responsabilidad de cargar todo el juego sobre su banda. Pese al enorme potencial, a “Vini” le falta mucho para convertirse en el “killer” pretendido por la Casa Blanca. Situación que habla a las claras de la desesperación por encontrar a quien supla las anotaciones de Cristiano Ronaldo, tarea al alcance de muy pocos.
PIQUÉ, LA MURALLA
Gerard Piqué lució su veteranía para destacar como uno de los mejores en el Barcelona (Foto: Guetty Images).
Aplaudido en el Camp Nou y abucheado hasta límites insospechados en el Santiago Bernabéu, Gerard Piqué, sin grandes gestos técnicos y con un estilo poco vistoso, lució su mejor estado de forma. En una evidente muestra de oficio logró agigantarse para convertirse en el dueño y señor de la zaga, tanto por tierra como por aire.
Descolocado o en desventaja respecto a los atacantes se le vio muy poco, aunque sí permitió el escape de algún que otro carrilero a fuerza de velocidad. Asimismo, no tuvo problema alguno con su acostumbrado desparpajo en irse arriba y asumir la función de “9” cuando el contexto lo ameritó. Atrevimiento permitido a pocos defensores en el mundo y, para beneplácito de muchos, Piqué está entre ellos.
CASEMIRO Y EL ARTE DE LA DESTRUCCIÓN
Casemiró "jugó" con la amonetación más de una vez (Foto: Guetty Images).
Enfocarse en hacer fracasar los esfuerzos de los demás pudiera parecer una acción merecedora de cuanto reproche exista, pero en el fútbol no. Cosa que bien sabe Carlos Enrique Casemiro, un verdadero dolor de cabeza para los centrocampistas azulgranas.
Con la difícil misión de frenar el avance del Barça y mantener a raya a Messi, Casemiro asumió el liderazgo de la zona medular rechazando cuanta embestida le fue posible. Su habilidad para recuperar esféricos-- a veces rozando el límite de lo legal-- constituyó eje fundamental en el Madrid, quien dependió de él para iniciar los contrataques y marcar el ritmo de las transiciones. El hecho de que se elogie una posición tan sacrificada como la del brasilero constituye una muestra evidente del pálido papel desempeñado por los “creativos” Toni Kroos y Luka Módric.
DE CORRECAMINOS A NO CORRER NADA
En lo que va de liga, Bale acumula siete goles y dos asistencias (Foto: Guetty Images).
La presencia de Gareht Bale sobre la grama resultó absolutamente estéril. Quien al inicio de la temporada estuvo llamado a convertirse en "la cara" de la plantilla tras la salida de Cristiano Ronaldo es ahora un mal chiste de su propia imagen. Bale se ha ganado a pulso su puesto en el banquillo. Se ha visto superado por Lucas Vázquez, un futbolista que a pesar de su compromiso y trabajo no llega ni por asomo al nivel del apodado “Príncipe de Gales”. Más allá de las constantes lesiones que lo han acompañado a lo largo del actual ciclo competitivo, el bajo rendimiento parece cosa de actitud. Frente al Barcelona tuvo la oportunidad de volver a planos estelares pero la desaprovechó de mala manera.
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