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viernes, 1 de noviembre de 2024

Apuntes incómodos para una reflexión apurada

La posible incorporación a la selección nacional de futbolistas cubanos radicados en el exterior supone un reto transcenndental para los principales directivos del balompié en el país...

Haroldo Miguel Luis Castro
en Exclusivo 18/02/2020
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Cuba Fútbol
La selección atillana apenas ganó un partido oficial durante el 2019(Foto: Guetty Images).

El anuncio de conversaciones entre las máximas autoridades del fútbol en el país y los jugadores cubanos que militan en clubes foráneos sin la gestión del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER), cuanto menos ha causado expectativa en quienes, luego de exigir a los cuatro vientos el hallazgo del agua tibia, desconocen las causalidades del repentino interés por incluir estas figuras en el equipo nacional.

Los acercamientos llegan tras la resaca de una de las temporadas más grises para el balompié antillano en los últimos años con los ridículos en la Copa Oro y en el grupo élite de la Liga de Naciones de la Concacaf; sin mencionar las constantes deserciones que han obligado al estratega Pablo Elier Sánchez a reinventar un proyecto “competitivo” prácticamente de la nada.

Con el antecedente del Voleibol y con nombres como el de Onel Hernández (Norwich City, Premier League), Christian Joel Sánchez (Sporting de Gijón, LaLiga2) o Jorge Corrales (Montreal Impact, Mayor League Soccer) endulzando el paladar de la fanaticada, la noticia resulta un paso de avance enorme.

Aunque el principal objetivo de la Asociación de Fútbol de Cuba (AFC) debe ser la búsqueda de contrataciones en el exterior que resulten provechosas para los talentos locales, el posible ingreso de cromos ya establecidos supone al menos una predisposición mucho más favorable a la hora de encarar los compromisos internacionales.

Punto a favor para aquellos con la voluntad de sortear el obtuso mecanismo burocrático de la Comisión Nacional de Fútbol, la AFC y, por supuesto, el INDER. Declaraciones antojadas absurdas como las ofrecidas recientemente a RadioCOCO por Ramiro Domínguez, jurídico del ente rector de la práctica deportiva en Cuba, en la que manifestaba su “temor” al surgimiento de diferencias al interior de la plantilla por cuestiones ideológicas y políticas con el arribo de los mal llamados legionarios, hacían visualizar un panorama desalentador. Por suerte, solo una figuración de mal gusto.

Sin embargo, la probable inserción a la oncena de las cuatro letras de exponentes con marcada superioridad técnico-táctica se entiende bálsamo necesario, pero bajo ningún concepto definitorio. La clave del desarrollo persiste en prestarle verdadera atención a una Liga Nacional a mil años luz de considerarse un espectáculo.Si tomamos de ejemplo la experiencia de las naciones del área con resultados sobresalientes en los últimos tiempos, dígase Panamá, Costa Rica, Estados Unidos o Canadá, sin demasiado esfuerzo saldrá a relucir la importancia de campeonatos domésticos con la organización y el criterio suficiente para formar atletas de primer nivel, surtir con intencionalidad y coherencia a sus respectivas escuadras y, de paso, entretener.

Nada más diferente a lo que ocurre con nuestras principales competiciones. Eventos que pasan desapercibido, besan la marginalidad y ponen en entredicho su aporte a la evolución futbolística. Uniformes dignos de lástima, canchas surrealistas y una estructura competitiva cuestionable de principio a fin, encarna la imagen de una disciplina, al parecer, sin rumbo hacia lo interno.

Encima, de llegar a concretarse la esperada adhesión, se sobrentiende prioritario respetar el calendario de fechas FIFA, una experiencia poco incorporada por conocidas carencias económicas y deficiente administración. Para contar con los llamados a asumir un rol protagónico, esférico mediante, se hace imprescindible eliminar la improvisación y los amistosos a destiempo. Asimismo, cuestiones logísticas por el momento insalvables tienen la obligación de revertirse. Pues difícilmente los clubes acepten “prestar” sus efectivos mientras la alimentación o las condiciones de descanso carezcan del nivel requerido.  Un mal que, sabemos, golpea hasta límites insospechados.

Entender la urgencia de consolidar una estrategia a corto y mediano plazo basada en el plus de individualidades muy superiores a las encontradas en los certámenes de casa merece la debida felicitación siempre y cuando se entienda y asuma todo esto, apenas, la punta del iceberg.


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Haroldo Miguel Luis Castro

Periodista y podcaster


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