Villa Clara: sueños que se hacen realidad

Octubre pudiera clasificar como uno los meses más complicados desde el punto de vista editorial para una revista. Aniversario del inicio de las luchas independentistas en Cuba, la jornada de la cultura, el ballet, Alicia Alonso, Cuba en Naciones Unidas y otros tantos sucesos que requieren cobertura periodística y, sobre todo, pensar en cómo tratarlos de manera atractiva, diferente. Pero como dijera Gerardo Alfonso, son los sueños todavía los que tiran de la gente.

Y para la gente del Centro de Información para la Prensa, del cual forma parte Cubahora, viajar a Villa Clara al Memorial del Che, más que un sueño, era casi una utopía en medio de tanto trabajo por hacer.

Sucedió así que una calurosa madrugada se enrumbó este equipo en busca de la historia. El chofer llegó media hora más tarde de lo acordado. Dijo que se había perdido, que no encontraba el edificio del Poligráfico y que llevaba media hora parqueado a dos cuadras del lugar.

Yo, que llevo unos días estrenándome en La Habana, aproveché para pasar revista a algunas calles e ir preguntando el nombre o hasta dónde me llevan. Pero en cuanto la guagua cogió la autopista y vi tanta neblina… me quedé dormida. Desperté en las inmediaciones de Cienfuegos y Villa Clara y ya alguien había hecho una bitácora de viaje con fotos de media guagua dormida, gracias a la cual puedo contarles ese pedazo que estuve off.

Primera parada

La Plaza de la Revolución de Santa Clara, como la de otras provincias de Cuba, es un lugar místico marcado por la historia y la creatividad de los artistas. Encontrar al Che en todas sus facetas: de niño que saca bajas notas, de adolescente aventurero, de guerrillero, de fotógrafo, médico, padre, amante, amigo, provoca una sensación de cercanía incomparable. Yo no sé qué tiene este lugar, pero lo logra.

Como logra remover el pequeño local donde unos nichos guardan los restos del Che y sus compañeros caídos en Bolivia. Todos los días los trabajadores del centro colocan una flor natural al lado de cada nicho. Diferentes colores sobresalen a la vista de los visitantes: “son para rendirles homenaje en el aniversario de su partida física”, explica la guía. Al nicho del Che lo ilumina un haz de luz en forma de estrella.

Afuera suena una canción de Silvio. Una brigada de hombres chapea, poda árboles y alista la plaza para el acto por el 60 Aniversario de la creación del Destacamento de Refuerzo que acompañó al Che en Bolivia, el cual tendrá lugar en unos días.

Centro de la ciudad

Santa Clara desde la ventanilla de una guagua se me parece mucho a Matanzas, de donde he venido. Casas pegadas una a continuación de la otra y aceras pequeñas. Mucha gente en las calles, no importa que el sol derrita el asfalto a mediodía. Estar en el parque central de la ciudad, con el neoclásico teatro La Caridad en una esquina, un hotel al fondo y numerosos árboles, es como pasar por el parque La Libertad de la Atenas de Cuba.

Me llaman la atención las motonetas, una tipología de transporte público emergido de la necesidad del hombre, específicamente del cubano, que adapta un motor con tráiler detrás.

Llegamos hasta la sede del periódico Vanguardia, uno de los medios de comunicación pioneros en el periodismo digital en Cuba. Es un periódico grande con un fondo documental muy valioso para el periodismo de la zona central del país, desde que Villa Clara era la capital de la antigua provincia Las Villas.

Despedidas con sabor a ansiedad

Cinco horas de viaje desde la capital hasta esta provincia central y viceversa, complican un poco la agenda para un solo día de visita. Entonces Villa Clara nos queda gigante y el viaje nos sabe a poco por la historia que guardan estas calles.

Aun así, nos llegamos hasta el Monumento a la Acción contra el Tren Blindado, donde gracias a la sapiencia de la museóloga recibimos una clase de historia en pocos minutos.

Luego nos acercamos a la entrada del Comité Provincial del Partido de esa provincia, donde una estatua del Che que lleva en brazos a un niño deviene atracción, curiosidad y leyendas. Pero hay que regresar a La Habana, y volver a soñar con la ciudad de Marta Abreu y el Che para recorrer todos los lugares que quedaron esta vez.

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