“Hombre femenino atrae mujeres masculinas”, se titula el texto, y casi lo dejo pasar, pero me acordé de las tantas personas que en esta Era asumen internet como los ignorantes de la época en que se inventó la imprenta, para quienes la palabra escrita tenía poder divino y siempre era verdad.
El autor del bodrio re-machista pide que le den crédito, tal vez convencido de que se merece un Pullitzer, así que, #kenjiargeñal, esto es contigo, y con todos los que opinen como tú sobre mujeres empoderadas y hombres feminizados.
No voy a citar sus párrafos en orden porque es un ensarte de ideas sin desarrollo ni argumentos (más allá de “esto es así porque lo digo yo”); así que empiezo por lo pudiera tener algo de lógica en su discurso de violencia simbólica: las mujeres “duras” tumbamos rápido las relaciones que nos cansan y obligan a maternar a un acomodado que prometió la luna y luego no la pudo (o quiso) traerla ni en papel.
Y sí, a veces las cosas “terminan mal”: pero es cuando les da por hacerse los remachos a las malas y nos levantan la mano, o especulan con el patrimonio común, se la desquitan con los hijos o se vuelven acosadores peligrosos.
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En esos casos la testosterona se multiplica de ambos lados y el asunto puede acabar en los tribunales, o de igual a igual con improperios y objetos volantes, o en un femicidio, si no les sale bien el intento de disuadir con miedo y sujeción.
Dice el tal Kenji que los hombres deberían estar dispuestos a liderar siempre en la relación y nunca depender de la mujer o dejarle la última palabra, porque eso se “vuelbe” algo espantoso (así, con b) y es contrario a la naturaleza.
Y si una mujer regaña al marido o le dice incompetente es porque él está conectado con su lado femenino (el de las palurdas sumisas), no porque esté actuando mal y ella intenta que él reaccione, o esté harta de una relación desigual.
¿Cómo así, si el hombre es cabeza de su mujer y por encima de su palabra solo cabe escuchar a lo Sagrado? Pues sería interesante saber cómo se come eso en la práctica, porque de los miles de defensores de esa verdad bíblica que he conocido, ni uno pudo decirme de memoria cuántos pares de medias tiene limpios, cuánto arroz queda para cerrar el mes o qué hace falta garantizarle a los chamacos en el nuevo curso, por poner sólo unos sencillos ejemplos.
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Para hombres de probada “masculinidad”, liderar no es desgastarse con las cuentas o lidiar con la educación de la prole, sino meterse en lo que gasta la esposa para su familia de origen, con quien habla, cuantos centímetros tiene la falda, qué guarda en su teléfono… y perderse de juerga cuando le dé la gana o no reparar nada (ni pagarlo) mientras no le pongan a dieta de colchón.
Me extiendo un poco en la crónica, pero esta joya no se puede desperdiciar: según Kenji, la mujer femenina confía en que su hombre tome las mejores decisiones, porque “lo correcto” es dejarle a él las iniciativas. La mujer nació para ser ayuda idónea: “ella se sube a mis proyectos de vida y no al revés”.
¿La lógica detrás de eso? Pues que el hombre tiene las ideas más grandes, un negocio o algo de mayor escala en lo que a dinero se refiere…
¡Si cae en nuestros grupos de debate, ese señor perdería la quijada ante el montón de mujeres emprendedoras presentes, casadas o no, y las que hemos sido puente para que hombres de nuestro entorno encuentren su lugar en la vida!
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Ah, pero el modelo de relación que sí dura, según él, es el tradicional, el de la conectada a su lado de subordinación y el conectado al yo-hago-lo-que-me-da-la-gana o algo así… Y todavía se atreve a preguntar/afirmar: “¿Por qué a tu abuelo le fue tan bien en las relaciones?”.
¡Si yo a mi abuelo materno nunca le vi el pelo, porque dejó a mi abuela con una madre inválida y una bebé recién nacida! Y el paterno estaba ahí, pero no recuerdo ni el color de sus ojos porque los nietos no existíamos si no para estorbar.
Ah, mira, otra cosa que dice es parcialmente cierta: el ser humano siempre busca equilibrio, consciente o inconsciente. Pero de ahí a decir que cuando un hombre se acerca a una mujer empoderada es porque es un sumiso, o que las relaciones modernas están tratando de hacer masculinas a las mujeres y femeninos a los hombres…
Qué va, no me puedo quedar con la respuesta para mí solita. ¡Jojo, ven a leer lo que escribe este hombreeee!!! Saca tu arsenal feminista y explícale, a ver si a ti te va a soltar las mismas “razones” para aferrarse a un estilo de mundo que sólo trae violencia y desconexión.
Deja que mi Alpha feminista asuma el blog la próxima semana…
María Lourdes
27/9/24 12:54
Me a tocado lidiar con varias versiones de esas..y..si hay algo en común es que a todos..les encanta controlar a una mujer empoderada, independiente..no a otra..ya aprendieron que la vida es más facil así..y son una mezcla de igualdad con patriarcado..tomando lo que les conviene de cada una...en resumen..son hombres debiles e inseguros que enmascaran con el control.
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