viernes, 20 de septiembre de 2024

Pícaros a domicilio

Una cosa es desplegar habilidades para regatear y atraer clientes mientras se recorren las calles de casa en casa, y otras imponer con artimañas que un cliente compre...

Félix Arturo Chang León
en Exclusivo 26/11/2021
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Vendutas
Por mucho que con artimañas tengan éxitos, el negocio no prosperará porque se irán haciendo conocidos y rechazados. (Alfredo Lorenzo Martirena Hernández / Cubahora)

Allá por los finales de la década del 60 empezaron a desaparecer los vendedores ambulantes, y al perderse esa práctica también pasó al olvido  el procedimiento para comprarle a esos comerciantes que cultivaban el arte de caer bien y sobre todo, hacerse conocidos y ganarse la simpatía de  las personas de la barriada que recorrían.

En cualquier lugar había uno de esos personajes que ganaba popularidad, ya sea por su manera de pregonar como por la de dirigirse a quienes pudieran ser potenciales clientes, ya fuera en esa ocasión o en posteriores.

Los amoladores de tijeras se hicieron famosos porque andaban con su equipo de trabajo rodante mientras hacían sonar una melodía característica, lo mismo que los vehículos dedicados a  la venta de helados, y así, en cada localidad existió una pecualiridad que hoy pueden contar los de mayor edad.

Durante la década de los 50, cuentan que en el caserío portuario de Casilda, hubo un vendedor al que nadie le compraba, hasta que un vecino le hizo la observación de que esa manera de pregonar, lejos de atraer clientes, los ahuyentaba.

Resulta que el hombre llevaba muy bien tapada su carga de camarones en una carretilla, y al destaparla para mostrar la mercancía, pregonaba en alta voz: Camarooooones... pero inmediatamente empezaba a manotear sobre el producto y mientras así las espantaba, decía: moooooscas, cara...

Sin dudas, asociar tales palabras: Camarooooones... moooooscas, cara...  por mucho que cuidara la limpieza, causaba la respulsión de quienes le escuchaban.

Vienen esos recuerdos cuando andamos restableciendo la práctica de la venta ambulante, y como que los tiempos cambian y hacen transformar las costumbres, esa modalidad también está requerida de actualizarse por parte de los trabajadores que la ejercen.

Pero... pero también quienes compran deben poner al día sus métodos para adquirir esas mercancías, sobre todo cuando reúnen los requisitos para ser adulterados o echarse a perder y tener en cuenta si el vendedor es habitual o se trata de alguien que nunca más volverán a ver.

Lo mismo que quien oferta algo ambulatoriamente debe protegerse para que no lo asalten, el cliente tiene que adoptar medidas para cuidarse, por ejemplo de quienes al comenzar a oscurecer suben hasta un quinto piso para tocar a la puerta, enseñar la mercancía, decir que se trata de tal pescado, que es fresco y bla... bla... bla...

Sin dudas, puede tratarse de una estratagema para obtener información y no para lograr la venta en ese primer intento, pues luego de atormentar con su propuesta, indaga por nombres y cualquier otra característica de un vecino.

Y si no se encontró con un incauto que proporcionó la información, para ganarse la confianza de la persona, tocará en la siguiente puerta y dirá algo así como: la señora del quinto piso, una delgada ella, rubia... me mandó acá para ver si usted quiere pescado...

Acto seguido empezará a mostrar la mercancía y entablará un diálgo en el que siempre encontrará una explicación ante cada negativa: ¿que usted no come pescado? pero a los demás puede gustarle... dígales que vengan para enseñárselos... ¿Que no tiene dinero? Se lo rebajo, a ver ¿cuánto dinero tiene? dígame y le ajusto el precio... ¿Que no quiere? Pues aquí lo tiene para que lo compre y se lo coma cuando quiera...

Independientemente de que en la actividad comercial ambulante también hay pícaros, lo cierto es que merece la bienvenida con su correspondiente actualización en las técnicas para vender, pero también para comprar.


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Félix Arturo Chang León

Periodista cubano de origen chino que nació y vive en Cuba. Santa Clara. Dirigió el periódico Vanguardia durante 16 años.


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