La I Parte de este serial estuvo dedicada a algunos procedimientos para mantener el buen funcionamiento de los grupos que con tan buenas intenciones son creadas lo mismo en WhatsApp que en otras plataformas.
Este viernes, abordaremos cómo evitar que en los intercambios se desvíe la conversación del tema principal, sin dejar de atender los que no lo son en ese momento, pero requieren ser tratados, lo cual es válido también en las reuniones físicamente presenciales.
Admitido que hay mal intencionados, pero no necesariamente es siempre así, pues los propios integrantes de la charla virtual pueden favorecer con los mejores deseos, que esos grupos se desorganicen.
- Consulte además: Para matar grupos de WhatsApp (I parte)
Hasta el mismo creador de esos espacios puede, desde el principio, ser el causante de que en vez de beneficios colectivos, hasta surjan desavenencias, disgustos y entre sus miembros rompan la amistad establecida en la vida real.
Es válida esta interrupción para recordar que en el contexto actual, esas plataformas empiezan a ser usadas cada vez más con vistas al teletrabajo y el trabajo a distancia, y que si no se preservan, repercutirán negativamente en la faena cotidiana.
Continuamos: Los que decidan abrir esos lugares de encuentro virtual deben estudiar las características de lo que usarán, pues a pesar de estar en Internet, WhatsApp tiene diferencias con los grupos de Facebook y el messenger, lo mismo que tampoco son iguales a la comunicación por correo electrónico ni la telefonía.
Antes de hacerlo, hay que pensarlo muy bien e indagar las herramientas que tiene cada uno y para qué sirven o no, pues bien utilizadas, evitan que los intercambios se enreden en un caos perjudicial para las relaciones humanas.
Tal vez en otra ocasión podamos escribir sobre esas funcionalidades, lo cual no hacemos hoy porque el propósito es tratar sobre procedimientos que dependen del comportamiento personal y no de controles cibernéticos.
Una de las tantas conductas correctas es que cuando alguien haga una argumentación, correcta o no, completa o incompleta, no tomemos un detallito para desarrollarlo desmesuradamente, lo cual es una descortesía que desvía la charla del asunto central.
Quizás alguien pueda pensar con toda razón, que los demás tienen derecho a invitar a encauzar la charla por el asunto principal, pero aún así es importante que el individuo respete una norma tan universal como no violentar los derechos del prójimo a expresarse sobre un tema determinado.
Hemos visto que en nombre de la libertad de expresión, hay quienes obstaculizan que otro converse de una tema al querer imponer el nuestro, lo mismo de manera consciente que inconscientemente, de buena o mala fe.
Hasta puede llegarse al colmo de que el caotizador exija al otro que si no le interesa el asunto que abandone el grupo y lo linche con acusaciones de que está impidiendo tratar asuntos de interés para el grupo.
Se da el caso de que alguien entra a la charla, no busca los mensajes anteriores y a partir de lo último que se dijo, arremete contra quien está siendo víctima de que le desvíen su tema y solo está reclamando intercambiar sobre lo que propuso.
En fin, que las normas deben establecerse y ser conocidas desde el principio e irlas enriqueciendo, pero para ello hay que acordarlo entre todos y lograr un consenso.
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