¿Tienes ansiedad en tiempos de pandemia?

Ansiedad y preocupación no es lo mismo. Esta última es un miedo o breve pánico por causas reales experimentadas por cualquier persona frente a una amenaza real como puede ser el bocinazo y el brusco frenazo de un auto por una imprudencia cometida por nosotros al cruzar una calle. En una situación como esa, los latidos cardiacos pueden acelerarse, aumentar la sudoración, a veces se siente como un nudo en el estómago y se traga en seco, pero después pasa todo.

La ansiedad es similar a la preocupación, pero es más duradera y proviene de una amenaza percibida, supuesta, no real, en lugar de una amenaza inminente como puede ser un examen a la mañana siguiente.

Todas las personas sienten ansiedad algunas veces. Hay situaciones que suelen desencadenarla, desde las responsabilidades dirigenciales de determinada importancia hasta manejar con mucho tráfico. Cuando es ligera más bien es de signo positivo, pues ayuda a mantenerse alerta y concentrado para enfrentarse a situaciones no fáciles. Sin embargo, es importante reconocer cuándo llega a convertirse en un problema mental y cómo distinguirla de la preocupación normal.

CUANDO DEJA DE SER NORMAL

Una preocupación ante situaciones cotidianas y complicadas de la vida diaria es una respuesta común del organismo. Pero, si ese estado de alerta o temor se extiende durante mucho tiempo y sin ninguna razón objetiva que lo merite, solo por lo que pudiera pasar, como sucede en los celos sin fundamento, se puede considerar un trastorno de ansiedad generalizada; la frecuencia e intensidad de este problema es a menudo debilitante e interfiere con las actividades de todos los días. Constituye una enfermedad mental muy común y aunque son susceptibles de resolverse con un tratamiento especializado, menos de la mitad de las personas que la padecen reciben el tratamiento oportuno.

¿EN PÁNICO?

Otro problema son los trastornos de pánico cuando ciertas personas sufren ataques inesperados capaces de generar palpitaciones intensas, dificultad evidente para respirar y un gran temor a la aparición de ataques futuros; en estos casos las mujeres tienen el doble de probabilidades de verse afectadas con relación a los hombres. Habitualmente surgen en la infancia y se caracterizan por el temor irracional a ciertas situaciones, lugares u objetos, como es un viaje en un elevador, miedo a las alturas aun desde un lugar seguro, rechazo exagerado a los gatos, etc., llegando a producir náuseas, sudoración o temblores cuando hay enfrentamiento a estas situaciones.

EL TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO

En el trastorno obsesivo compulsivo se experimentan obsesiones, pensamientos, imágenes o deseos incómodos y no deseados capaces de causar angustia o ansiedad, acompañados de compulsiones, conductas o manías que la persona se siente obligada a realizar para neutralizarla como es determinados gestos, repetir un rezo o apretar un amuleto para aliviar su angustia o suprimir esos pensamiento que habitualmente aparecen durante la adolescencia.

Puede generar problemas para dormir, tensión muscular o preocupación y temor constante y es algo potencialmente debilitante y puede ocurrir en personas que experimentaron o presenciaron situaciones intensas de angustia o amenaza, como puede ser una violación.

ANSIEDAD POR LA PANDEMIA

Pero en nuestro medio y dada la situación de la virosis actual, a nivel nacional y mundial, la ansiedad generalizada se caracteriza por una preocupación persistente, excesiva y no real o tangible influida por diferentes factores familiares, sociales, culturales o económicos, entre otros. Quienes sufren este trastorno encuentran difícil controlar su preocupación excesiva por cosas no sucedidas, pero que temen que sucedan, por supuesto, antes de tiempo.

LA PRINCIPAL AYUDA ES UNO MISMO

Quienes reconocen inteligentemente encontrarse en esa situación, deben buscar tratamiento, comenzando con su médico de la familia donde tal vez unos buenos y realistas consejos ayuden a poner los pies en la tierra y disolver esas vanas angustias por lo que aún no ha sucedido. La mayoría de los médicos pueden ayudar a tener una buena idea de realismo cotidiano. Ven la manera de ponderar con equilibrio. Luego pueden recomendar medicamentos sencillos para calmar la ansiedad o hasta la remisión a un psicólogo o un psiquiatra si el tratamiento merita mayor profundidad donde se puede ayudar a aprender cómo prevenir la ansiedad para tiempos futuros. Del otro extremo se encuentran los despreocupados, llámese también irresponsables, muy peligrosos para ellos mismos y para los demás.

Pero se debe tener en cuenta, para una tranquilidad razonable y equilibrada entre dos extremos nada buenos, que la mayor y más importante ayuda para prevenirnos de la COVID-19 está en uno mismo observando disciplinadamente la cuarentena, el distanciamiento social, el empleo del nasobuco y manteniendo la higiene de nuestras manos y de nuestro ambiente. En una palabra, cumpliendo disciplinadamente sin nerviosismo, pero sin despreocupación, con las orientaciones recibidas a diario de nuestros medios de información.