Quien vive recordando el pasado constantemente, no solo vive un presente incoloro, sino también está perdiendo oportunidades. Por lo general, muchas de esas lesiones emocionales del ayer —como pudieran ser anteriores infidelidades de parejas— se sitúan en una llaga de dolor que no termina de cerrar. Cuesta mucho situar la atención en la felicidad del momento presente cuando la mente escapa una y otra vez hacia esos recuerdos dolorosos. También se vive en el pasado cuando se recuerdan una y otra vez pérdidas definitivas por viajes u otras causas, así como por decepciones, sueños frustrados, amores que no se olvidan y hasta infancias marcadas por algún trauma de pequeño…
Son situaciones que afectan la salud psicológica, pues el bienestar y la felicidad solo se encuentran cuando se vive de manera plena el momento presente, aunque es muy común que muchas personas no se den cuenta de lo aferrados que están a los recuerdos de su pasado. A veces, cada decisión tomada o no tomada, cada miedo o suspicacia absurda que oprime y cada sensación experimentada es resultado de esa pretérita realidad. Tener conciencia de ello es el primer paso para crear cambios, para romper ataduras y quedar libres de esos viejos amarres que quitan potencial y bienestar a la realidad presente.
Recordar lo perdido, lo que no puede volver ni rehacerse, es vivir las ausencias, tocar la herida abierta y hundirse en lo que ya no tiene lógica. Sin embargo, no siempre nos damos cuenta de ello. Uno puede construir su vida, trabajar y relacionarse con los demás sin entender que buena parte de su infelicidad actual es el triste resultado de no haber superado el ayer.
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CÓMO CONOCER QUE SE VIVE EN EL PASADO
Las personas que viven en el pasado se culpan por casi todo, pues la culpa es un sentimiento de insatisfacción permanente que produce sufrimiento. Por lo común, arrastran consigo el peso constante de un error y se perciben negativamente. Les cuesta construir relaciones satisfactorias y significativas pues tiene todas sus energías y miradas lejos del presente, donde en realidad sucede lo realmente importante. No se construye una buena pareja si somos cautivos de un ayer de traiciones amorosas que nos impide amar con plenitud y confianza a quien hoy está a nuestro lado. Esto puede llevar a relaciones de extremados celos que finalizan pronto, a reproches constantes y, definitivamente, a la inevitable soledad.
Quien no depura su pasado de cosas desagradables compara cualquier realidad con otra pasada, y si conoce a alguien puede decirse a sí mismo que ojalá hubiera dado con esa persona en su pasado. Su mente cambia del pasado al presente como un péndulo, comparando el ayer con el hoy sin salir de ese movimiento oscilante, y todo ello conduce a un estado de gran extenuación psicológica.
A quienes están anclados en su pasado les dan miedo los cambios pues su apego psicoemocional al ayer es tan anómalo que cualquier variación de la realidad la viven como una amenaza. El simple hecho de que se modifique algo de su día a día lo vive como una agresión a su seguridad. Normalmente un cambio conduce a tener que caminar por terrenos desconocidos. Sin embargo, quienes han vivido hechos traumáticos en el pasado no se sienten preparados para transformaciones pues carecen de recursos para ello, sienten miedo y una marcada inseguridad.
Cuando alguien vive agarrado a esa dimensión pasada de su mundo interno es porque le sucedió algo aún no superado. Esa herida abierta, ese problema latente, mella la autoestima y minimiza la propia imagen. La persona se siente mal consigo misma, se autopercibe frágil, falible y, en ocasiones, hasta avergonzada. Son realidades psicológicas muy complejas que merman por completo la capacidad para ser feliz en el presente. Quien está viviendo en el pasado lo que sientes a diario es tristeza por ese ayer que no puede eliminar de su mente. También su humor está siempre a flor de piel, se enfada con frecuencia y tiene explosiones de ira. Siente que nadie puede entenderle ni conocer su realidad personal y, todo ello, genera a la vez sensación de soledad.
No se es plenamente feliz porque vivir en el pasado es vivir en misteriosas regiones psicológicas donde solo habitan las emociones hostiles y la soledad. Nada nuevo surge en esa mente rígida que no se sitúa en el presente, en lo que acontece aquí y ahora, ni mira al futuro con esperanza y confianza.
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PARA ALCANZAR LA FELICIDAD EN EL PRESENTE
Para ser totalmente feliz en el presente se debe tener muy en cuenta de que nada crece en ese terreno perteneciente al pasado porque el ayer ya no existe, ya no está, no puede modificarse, y por eso se debe dejar de dar atención a cosas que no tienen actualidad, sentido ni presencia. Solo se debe vivir en el presente utilizando las experiencias buenas y malas del pasado para poder alcanzar un futuro bien planificado y ambicioso.
Lena
12/1/22 11:16
El pasado fluye y se va y solo debe quedarnos las experiencias obtenidas de ese pasado cuando era presente.
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