¿Por qué algunas personas no paran de comer?

Los problemas surgen cuando la intensidad y la frecuencia del comer se salen de nuestro control y se come a todas horas, sin medida y sin una selección adecuado en lo que se come; eso pueden perjudicar mucho nuestra calidad de vida tanto por un obesidad derivada, la mala calidad de los alimentos ingeridos y la deficiencia en nutrientes por no comer comidas saludables.

Y llega un momento cuando esa persona se pregunta preocupada y muchas veces alarmada, “¿por qué no puedo dejar de comer?"

Existen diversas causas por las cuales una persona podría tener problemas para dejar de comer constantemente.

Una de ellas es tener un estilo de vida disfuncional o de poca adaptación, casi siempre adquirido desde la infancia como por el ejemplo el recibido en su medio de crianza. Por lo general, traen como consecuencia una afectación de la persona en diversas áreas de su vida cotidiana, incluida la alimentación, la cual tiene a ser frecuente, excesiva y de mala calidad.

Cuando el sujeto lleva una rutina atípica en relación con sus necesidades alimentarias, desorganiza varios de sus sistemas orgánicos entre ellos el de la producción de insulina con picos de secreción y hambre subsiguiente, y todo esto no deja de ser perjudicial para su salud y para su vida social.

El “hambre emocional” conduce a un apetito irracional por determinados estados de ánimo, y no tiene nada que ver con la sensación fisiológica de tener esa sensación por motivos de supervivencia básica.

Cuando este tipo de hambre emocional se hace presente en la vida de las personas, lo hace como un mecanismo de evasión ante determinadas situaciones capaz de producirle una sensación de angustia y estrés que se le antojan insoportables.

Podría llegar a tener atracones de comida a causa de una noticia desagradable acabada de recibir, o cuando se encuentra bajo estrés por exceso de trabajo, fecha de exámenes, disgustos familiares, etc.

Quien come por inercia lo hace de una manera básicamente involuntaria pues no es totalmente consciente de la conducta irracional que está manteniendo. Se come de manera desordenada, sin importar la hora del día dependiendo de las circunstancias del momento.

Si tiene un día ocupado puede comer menos de la cuenta; por el contrario, si se tiene día libre en casa o en vacaciones puede llegar a comer en exceso y sin darse cuenta.

Un placer desvirtuado es para algunas personas determinados alimentos y les permite satisfacerlo mediante ellos. Para estos individuos la acción de ingerir esos alimentos representa el máximo placer.

Independientemente de si se encuentren satisfechos o no de manera fisiológica, buscar tener algo que comer de manera frecuente, para satisfacer su búsqueda de placer. Buscan satisfacción y no saciar el hambre normal.

Casi siempre a falta de buscar los placeres fisiológicos, los busca en algo que se encuentra al alcance de sus manos, como lo es el ingerir alimentos.

Hay personas, fundamentalmente mujeres, con rechazo a su delgado cuerpo y tienden a buscar desesperadamente las formas de cambiarlo. Ingieren alimentos de manera compulsiva, orientadas hacia la ganancia de peso.

LAS SOLUCIONES

Lo primero es reconocer que esa errónea conducta alimentaria representa un problema para su vida en términos de salud física y emocional. Ya aceptada esta situación, la persona se encuentra preparada para comenzar a buscar la mejor forma de solución.

Conscientemente se deben establecer nuevas rutinas hasta convertirlas en beneficiosos hábitos hacia la alimentación, y eso está al alcance de cualquier persona promedio.

Únicamente hace falta comenzar a organizar las nuevas expectativas con un método de planificación estratégica personal y luego llevarlas a la práctica.

Se debe establecer un número de comidas al día, del cual no se puede exceder, acompañado de un horario para cada una de dichas comidas. Por supuesto, se trata de una alimentación estrictamente basada en alimentos saludables donde deben predominar las frutas enteras y los vegetales, los alimentos integrales, las legumbres sin acompañantes indeseables, las carnes blancas, así como la eliminación, sin contemplaciones, de cualquier comida chatarra. Propiciar una buena llenura, pero saludable al organismo. Y por supuestos, tenerlas siempre a mano para un “por si acaso” e ingerirlas prontamente.

Se debe rescatar el hábito de comer a las horas adecuadas y de forma estructurada sin la inercia del desorden alimenticio de “cuando quiera y lo que sea”.

En casos extremos y ya francamente patológicos, se debe asistir a terapia de la llamada cognitivo-conductual y la terapia dialéctica conductual. En algunos casos algunos con mejores resultados son este tipo de terapia.

Todas ella están orientadas a cambiar los pensamientos de inadaptación e irracionales del paciente reemplazándolos por unos más adecuados, los cuales le permitirán conducirse de mejor manera en su vida diaria.