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sábado, 16 de noviembre de 2024

Richard Harris: el héroe sin capa (+Fotos) (+Infografías) (+Video)

No se necesita un traje bonito o una identidad secreta para convertirse en héroe. Así lo demostró el rescate de las trece personas atrapadas en una cueva de Tailandia...

Haroldo Miguel Luis Castro en Exclusivo 18/07/2018
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Richar Harris
El australiano de 52 años de edad ha sido noticia durante los últimos días por su extraordinaria participación en las labores de rescate (Foto: Oztek).

¿Quién no ha soñado alguna vez con tener superpoderes? Volar como Superman, ser rápido como Flash o tener extraordinaria agilidad y trepar paredes al más puro estilo del hombre araña. Sin embargo, contrario a lo que las rimbombantes producciones cinematografías sobre estos personajes quieren hacer ver, no se necesita un traje bonito, una identidad secreta, ni mucho menos ánomalas destrezas para convertirse en un héroe. Si no me creen, los invito a conocer sobre los hombres y mujeres que hace apenas unos días se jugaron su propia vida con la finalidad de rescatar de las “garras” de una cueva a 13 personas casi sepultadas por el agua.

El pasado 23 de junio, 12 niños tailandeses, de entre 11 y 16 años, pertenecientes al equipo de fútbol “Jabalíes Salvajes” y su entrenador de 25 años, quedaron atrapados en las profundidades del complejo de cuevas Tham Luang, producto de la inundación provocada por las intensas lluvias que por este período suelen ocurrir en esa zona.

Tras nueve largos días de angustiosa exploración dentro de la caverna, los buzos británicos Rick Stanton y Jhon Volanthen, ofrecidos voluntarios para las labores de búsqueda, finalmente hallaron a los, para entonces, conocidos integrantes de la selección futbolera apilados en un montón de tierra. A pesar de la alegría de los familiares por conocer que, aunque débiles, sus hijos se encontraban bien, las autoridades advirtieron sobre la gravedad de la situación y la complicada labor que tendrían por delante gracias a la persistente lluvia.

Fue así como rescatistas tailandeses y foráneos junto a miembros de las fuerzas armadas de la nación asiática, mientras ideaban la mejor forma de realizar la acción, extraían como podían la mayor cantidad de agua.

El panorama era bien difícil, las complejidades del lugar donde se encontraban los muchachos, su desgaste físico y las pésimas condiciones climatológicas hacían de esta una labor apta solamente para los mejores.

                  

Desde su descubrimiento, los niños y su entrenador fueron abastecidos periódicamente con ropa y alimentos (Foto: NavySeal).

Por eso, aunque se disponía a tomar unas vacaciones de su trabajo como anestesista del servicio de ambulancias del Sur de Australia, Richard Harris, al ser requerido por los propios rescatistas, decidió echar una mano. Sus conocimientos médicos, su afición por la fotografía submarina y 30 años de experiencia en las profundidades del mar, le dieron al cincuentenario australiano todas las papeletas para ubicarse en la primera línea de acción.

Las fuerzas armadas tailandesas contaron con el apoyo de los voluntarios provenientes de todas partes del mundo (Foto: Reuters).

Durante los tres días que duró la extracción, permaneció junto a los niños monitoreando su salud y decidiendo el orden de salida. La estancia bajo tierra no estuvo exenta de peligros, debido a la siempre manifiesta opción de perecer ahogados si fallaba el bombeo de agua, cosa que ocurrió aunque, por suerte, sin mayores contratiempos.

La labor de Harris y de muchos otros, fue esencial para salvaguardar las vidas de los 12 infantes y del joven entrenador, aun cuando reconoce que los verdaderos héroes fueron los atrapados. El reconocimiento del gobierno tailandés a los rescatistas de todas partes del mundo y en especial al corajudo doctor, no se hizo esperar.

Puede que luego de un tiempo, lo acontecido en el continente asiático sea una historia más. Puede que Richard Harris y los demás nunca protagonicen una película ni sean portada de algún comic. Sin embargo, algo de similitud tienen con los que cuentan con esa “dicha”: al final de la jornada se van a la cama con la satisfacción de haber salvado el día, pero de verdad.


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Haroldo Miguel Luis Castro

Periodista y podcaster


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